¿Acabará Kirguistán con la minería de uranio?

Manifestación contra minas de uranio en Biskek, Kirguistán. Un afiche en ruso dice: “Exigimos una ley para prohibir la minería y el procesamiento de uranio en nuestro país”. Foto de Aisha Jabbarova.

Mientras los ciudadanos de un exestado soviético siguen viviendo con los rezagos del agresivo programa nuclear  de Moscú, muchos kirguisos quieren ver a las minas de uranio confinadas en el pasado.

Por eso, no es de sorprender que la perspectiva de una nueva mina en la provincia que rodea al atesorado lago Issyk-Kul provocó reacciones de enojo en los kirguisos.

El 26 de abril, en el aniversario del desastre de la planta de Chernobyl, cerca de 200 personas se reunieron en una colorida protesta en la capital kirguisa, Biskek, para apoyar la prohibición de las minas de uranio.

Manifestación contra minería de uranio en Biskek, Kirguistán. Foto de Aisha Jabbarova.

La manifestación llegó meses después del clamor público por los planes de explotación del campo de uranio de Kara Balta en la provincia de Issyk-Kul, fundamental centro turístico. Una segunda manifestación estaba planificada para el 30 de abril.

Cerca de 30 000 personas han firmado una petición para detener la apertura de la mina en Issyk-Kul, dode hubo varias protestas a comienzos de abril.

El Gobierno ha dicho que ha revocado la licencia de la empresa «UrAsia en Kirguistán» que planeaba hacer actividades extractivas en el depósito.

No obstante, todavía hay confusión sobre si es una decisión final.

El 25 de abril, en una reunión con habitantes de Issyk Kul, el viceprimer ministro, Kubatbek Boronov, dijo que la licencia había sido «revocada».

Boronov también pidió a los habitantes que no realizaran protestas después de 29 de abril, cuando empieza la temporada de turismo.

El 29 de abril, el medio independiente 24.kg informó que había recibido la copia de un aviso del Gobierno que simplemente comunicaba a la empresa que su licencia había sido suspendida, no revocada.

Ese documento se suscribió recién el 27 de abril, dos días después de que Boronov se dirigió a los ciudadanos.

El enojo del público por los planes mineros ha puesto al Gobierno en tal aprieto que ahora es difícil imaginar que el proyecto de UrAsia pueda prosperar.

En respuesta al enojo, parlamentarios independientes han propuesto dos leyes que limitarían la minería de uranio en el país.

La más dura pide una prohibición a nivel nacional hasta 2070, mientras el otro pide una prohibición de 20 años en la región de Issyk-Kul.

Niguna de estas medidas cumple los pedidos de los manifestantes de Biskek, que pedían una prohibición nacional irreversible y además una investigación de la responsabilidad por la emisión de licencia a la empresa.

Un legado complicado

Como república soviética, Kirguistán producía y procesaba uranio para la actividad nuclear de Moscú.

Pero los sitios mineros no se recuperaron adecuadamente tras el cierre a mediados de la década de 1990. Esto significa que ahora suponen una amenaza radioactiva para los ríos transfronterizos en la sísmicamente activa Asia Central, y también riesgos de salud para las poblaciones cercanas.

Manifestación contra minería de uranio en Biskek, Kirguistán. Foto de Aisha Jabbarova.

En 2017, el entonces presidente kirguiso Atambayev dio un discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York sobre los peligros de los relaves de uranio en Kirguistán para Asia Central en total, y pidió asistencia financiera para recuperar antiguas tierras mineras.

Ahora en la oposición, al partido de Atambayev ha apoyado llamados de una prohibición a la minería de uranio.

Pero la empresa UrAsia en Kirguistán tenía licencia de exploración que obtuvo en 2010 y que duró los seis años de la presidencia de Atambayev.

La propia empresa ha dicho que está comprometida con la minería segura y se ha negado a comentar sus problemas de licencia.

¿Ingreso para el Estado versus ecología para el pueblo?

Las minas de uranio no son la única forma de minería que ha provocado la reacción popular últimamente. La minería de oro es igualmente polémica y más fundamental para la frágil economía de Kirguistán.

La mina de oro de Kumtor –también en la región Issyk-Kul– contribuya hasta con el 10 % del producto interno bruto.

Pero la mina que administra la empresa canadiense Centerra Gold, con sede en Toronto, ha sido fuente de fricciones sociales y políticas desde 1998, cuando uno de sus camiones derramó cianuro al río durante el primer año de operaciones plenas de Kumtor.

Manifestación contra minería de uranio en Biskek, Kirguistán. Foto de Aisha Jabbarova.

Políticos, sobre todo los de oposición, han sido rápidos en capitalizar las ansiedades por la minería para sus propios fines oportunistas. Las empresas mineras también han acusado a los líderes de la comunidad local de haber encabezado intentos de extorsión.

Durante la protesta del 26 de abril, los manifestantes fueron tajantes en impedir que la política socavara el mensaje ambiental.

Un manifestante maltrató al constante opositor Ravshan Jeenbekov para impedir que se dirigiera al público.

Luego, Jeenbekov calificó al hombre de «provocador» mientras reconoció que había personas en la reunión que «no querían permitir que un político famoso hablara».

Artículo actualizado para corregir la escritura de la empresa UrAsia en Kirguistán.

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