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Reacción Mundial a la Declaración de la ONU sobre los derechos indígenas

Categorías: Caribe, Latinoamérica, Norteamérica, Australia, Bolivia, Canadá, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Japón, Kenia, Martinica, México, Nueva Zelanda, Perú, R. Congo, R.D. Congo, Ambiente, Derecho, Derechos humanos, Desarrollo, Pueblos indígenas, Relaciones internacionales
En cualquier sociedad donde se encuentren, los 370 millones de indígenas del mundo se encuentran entre la población más vulnerable y marginada.

Después de 22 años de negociaciones y consultas, a principios de este mes las Naciones Unidas aprobaron la Declaración de los Derechos de la Población Indígena, un acuerdo global y de caracter no obligatorio, que articula los derechos individuales y comunitarios a la auto-conservación cultural, a la libre determinación y a los recursos naturales.

La declaración desató conversaciones en las blogósferas mundiales acerca de la situación actual de los indígenas y el valor y límites de la Declaración, así como una dura condena contra los cuatro países que votaron en contra: Canadá, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda.

K [1] resume los puntos principales de la Declaración:

la Declaración consta de 46 artículos y establece parámetros mínimos de respeto a los derechos de los pueblos indígenas, que incluyen propiedad de la tierra, acceso a los recursos naturales de los territorios donde se asientan, respeto y preservación de sus tradiciones y autodeterminación…El texto también hace hincapié en la importancia de la educación bilingüe y alude a la implementación de medidas especiales para asegurar el mejoramiento continuo de las condiciones económicas y sociales de los ancianos, mujeres y menores, en particular. La Declaración no es jurídicamente vinculante, pero representa un instrumento dinámico en las normas internacionales, que ayudaría a proteger a los indígenas contra la discriminación y marginación.

Acerca de la difícil situación de los indígenas a nivel global

Democracia MultiCultural [2]

Los pueblos indígenas afirman que sus tierras y territorios están siendo amenazados por la minería, la tala, la contaminación ambiental, los proyectos de privatización y desarrollo, las designaciones de tierras como áreas protegidas o reservas y el uso de semillas genéticamente modificadas, entre otros.

Kenia Environmental & Political News Weblog [3] escribe que en Kenia, los Masai y los Ogiekgr encaran serios problemas sociales que «se derivan principalmente del desalojo de sus tierras ancestrales y de la negativa a reconocer su derecho a seguir viviendo en los bosques como lo hicieron sus antepasados».

Desde la época colonial, la mayor parte de lo que solía ser tierra Masai, ha sido apropiada para formar granjas privadas y haciendas, proyectos gubernamentales o parques de vida salvaje. Básicamente sólo conservan las áreas más áridas y menos fértiles. La presión que esto causa sobre sus rebaños, se ve agravada a menudo por los intentos llevados a cabo por los gobiernos de Kenia y de Tanzania para «llevar el progreso» a los Masai.

Similarmente, desde los tiempos coloniales, se han llevado a cabo repetidos intentos para expulsar a los Ogiek de su bosque ancestral, usualmente bajo el pretexto de que lo están degradando. Pero cuando se van los Ogiek, el bosque no se protege sino que más bien se ve explotado por la industria maderera y las plantaciones de té – algunas de las cuales son propiedad de oficiales gubernamentales. En algunas zonas del bosque Mau, grupos de Ogiek se resisten al desalojo, mientras que en otras hacen frente a la afluencia de colonizadores dentro de sus tierras. La amenaza más seria que enfrentan proviene del plan gubernamental que busca abrir un décimo de los bosques de Kenia – en su mayoría en el bosque Mau – a los extranjeros.

Censored News [4] publica una declaración efectuada por organizaciones de la sociedad civil sobre las condiciones de los pueblos indígenas en otras partes de Africa:

En la actualidad, miles de Batwua de la región de los grandes lagos, se ven afectados por guerras cuyo propósito les es desconocido; las tierras de las familias San están siendo expropiadas por pequeños granjeros y parques nacionales. Los bosques necesarios para la supervivencia de las comunidades indígenas (Baka, Bageli, Batwua, Endoroi, Masai,Ogiek, M'barabek, etc) están siendo destruidos en Africa Central y Oriental. Los tuaregs, entre el norte y el occidente africanos están atrapados en medio de un conflicto de interés sobre la explotación de los recursos naturales y la geopolítica de los estados.

Citando un reporte del Banco Mundial, Pepitorias [5] escribe que en muchos países de Latinoamérica, del 75 al 90 por ciento de los indígenas viven en la pobreza y suelen ser más vulnerables al calentamiento global y a los desastres naturales.

Los países colonizadores votan «No»

La aprobación de la Declaración fue aclamada como un acontecimiento histórico por parte de los grupos indígenas, pero muchos bloggers criticaron especialmente a los cuatro «países colonizadores» que votaron en su contra: Canadá, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda.

A pesar de no tener un caracter legalmente forzoso, muchos artículos del documento fueron controversiales. De acuerdo con Democracia Multicultural [2], uno de ellos indica que «no se procederá a ningún translado sin el el consentimiento previo, libre e informado de los pueblos indígenas interesados, ni sin un acuerdo previo sobre una indemnización justa y equitativa», mientras que otro propende por la restitución o al menos una justa compensación por las tierras que les hayan sido confiscadas.

Wampum [6]observa que los estados que votaron contra la declaración, fueron todos antiguas colonias de Inglaterra en las Américas y el Pacífico Sur, y que los países que la promovieron con más asiduidad fueron las antiguas colonias de España y Portugal en las Américas.

El blog de MySpace Save the sacred sites [7] (via Angry Indian [8]) declara:

He rezado muchas veces porque el mundo reconociera los derechos de las poblaciones indígenas. Sabía que los Estados Unidos y Canadá, y por supuesto Australia (quien le ha hecho a sus aborígenes lo que Estados Unidos y Canadá le hicieron a sus nativos) votarían No. Lo que me sorprendió fue que México, con el horrible trato que le ha dado a su población indígena, no fuera el quinto país en votar contra la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Algo que me asombra más aún es que incluso los países que diezmaron las poblaciones nativas de las islas caribeñas, votaron a favor. El mundo está cambiando. Y es mejor que los Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, se pongan al día.

La Tribu du Verbe [9]publica un video [10]de una manifestación en Montreal organizada por Femmes Autochtones du Quebec y escribe acerca de la oposición canadiense a la Declaración:

Note cómo, desde la llegada de los conservadores al poder en Enero del 2006, Canadá ha desarrollado una feroz oposición a la Declaración. Durante los últimos tiempos, unas semanas antes del voto final que aprobaría la Declaración, Canadá, apoyado por Australia, Nueva Zelanda, Rusia, Colombia, Guyana y Surinam, exigieron más negociaciones, una maniobra dirigida a paralizar la adopción de la Declaración.

The CAC Review [11] dice que el voto contra la declaración por parte de estos cuatro estados «colonizadores» es un «error táctico» que no reducirá el valor simbólico de la Declaración.

Actuar en contra del contenido de la Declaración será visto como actuar en contra de la opinión pública internacional. Lo que se destaca no es que «las democracias liberales con los compromisos más serios en asuntos indígenas» hayan votado contra la declaración (como algunos afirman), ya que muchos otros países, con poblaciones indígenas mucho más grandes (y por tanto, mucho más comprometidos), votaron por ella. Lo que se destaca sin embargo, es que los países colonizadores aún están tratando de establecerse, que gran parte del «compromiso» es más bien separación, distancia, fricción y conflicto, y que vanas ilusiones forman parte de las fantasías reinantes al respecto de que un día, Europa parte 2 estará tan enclavada en su suelo extranjero como la Europa Original clama estarlo en el propio.

Este voto contra la Declaración fue un serio error táctico: ahora estos cuatro estados se destacan tristemente como estados coloniales y blancos, entidades anacrónicas en un mundo donde la «descolonización» se ha vuelto parte del vocabulario internacional. Además le han regalado a las Chinas del mundo un poderoso argumento -que también desprecian la voluntad de la «comunidad international», que tampoco reconocen los derechos de las minorías en desventaja y que la democracia liberal es poco más que una cleptocracia. Si la aceptación de la Declaración podría haberse considerado como un compromiso simbólico (aun cuando no fuera una obligación legal), de seguro su rechazo conllevará un costo político. Algunos nos aseguraremos de que así sea.

Soup is good food [12], el blog de un estudiante canadiense de ciencias políticas, escribe que incluso las declaraciones no vinculantes pueden convertirse en desventajas políticas para los gobiernos poco interesados en los temas indígenas:

… algunos pueden señalar que la Declaración no es vinculante. El gobierno Canadiense podría haberla firmado para lucir bien y a continuación, ignorarla como hacemos con otras declaraciones. Pero yo no usaría esta excusa.

El gobierno de Harper conoce con exactitud cuan peligrosas pueden llegar a ser las Declaraciones.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos no fue/es vinculante. Ahora muchas de sus partes son leyes internacionales consuetudinarias. No es perfecta, y aún existen muchas violaciones, pero está ahí. Es un punto de partida global para el cambio y la justicia. Y eso es algo.

Los políticos han aprendido del «error» de permitir las declaraciones no vinculantes aparentemente inofensivas porque eventualmente causan problemas. Y es por esto que ahora tenemos cuatro poderosos países con historias ininterrumpidas de abusos vergonzosos contra las poblaciones indígenas, teniendo rabietas al respecto de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Poblaciones Indígenas. Todo porque está permitido que firmemos algo que nos obligue a hacer lo correcto!

¿Qué impacto tendrá la Declaración?

En Martinica, le blog de [moi] [13] predice que la Declaración incitará nuevos rumores por parte de los elementos pro-independistas.

Martinica es un departamento francés de ultramar, que se ha opuesto durante largo tiempo a la Declaración con base en un «principio de la indivisibilidad de la República» y en su negativa a reconocer los derechos comunales. Francia cambió su posición bajo la pasada presidencia de Jacques Chirac, cuyo lema personal era «Primero las personas».

Indigenouspeoplecongobrazza [14] (Fr) escribe que aunque la Declaración, y en particular sus secciones relativas al uso de la tierra y los recursos naturales y al principio del consentimiento informado, pueden parecer una victoria para los pigmeos del Congo, «la ausencia de una legislación nacional relativa a las comunidades indígenas y el bajo nivel educativo de la mayoría de los indígenas» continuarán siendo los principales obstáculos para que se beneficien de la Declaración.

Críticas a la Declaración

Polysocial [15] (es) señala que la Declaración fue corregida a último minuto, sin participación de algún grupo indígena, después de que se llegó a un acuerdo entre sus copatrocinadores, un grupo de países africanos y latinoamericanos, que incluyen a Perú, Guatemala y México, para incluir una cláusula que declara que la intención de la Declaración no es autorizar o fomentar acción alguna encaminada a quebrantar la integridad territorial o unidad política de los estados soberanos.

Muchas organizaciones de Centro y Sur América se manifestaron en contra de estas reformas, escribe Polysocial, en la creencia de que la Declaración «ha sufrido cambios que menguan su contenido… en el espíritu de debilitar y restringir su alcance.»

En un comentario en le blog de [Moi] [13],WK, un lector, escribe:

Me da la impresión de que esta Declaración rechaza de algún modo la idea de la creación de sociedades multiculturales y a cambio alienta la política de identidad. Adicionalmente me parece que una declaración tan global es poco bienvenida en el sentido de que es realmente vaga y se quedará como letra muerta, aunque exista una urgencia real en algunos casos, por ejemplo en Alaska donde los recursos y los estilos de vida se ven amenazados por las compañías petroleras.

Un blogger japonés [16] expresa su preocupación acerca de la definición de «pueblo indígena». Por largo tiempo las Naciones Unidas se han apoyado en la auto-definición y estándares deliberadamente vagos.

Lo que me preocupa tiene que ver con la terminología usada. La versión inglesa de la declaración, es una declaración acerca de los derechos de los «pueblos indígenas», y no existe mención de «nación» o «grupo étnico». En los encabezados de los artículos publicados por los periódicos Asahi y Sankey se usa la palabra «sejuumin», que literalmente significa «habitante nativo», pero en el texto original se usa indiferentemente «sejuuminzoku» [pueblo indígena] y «sejuumin». Este tipo de uso es ambiguo e inconsistente.

El blogger también escribe que Japón no es la sociedad homogénea que dice ser:

En Japón se dice a menudo que sólo hay un lenguaje, un pueblo, etc., pero si se mira con detenimiento observará una cultura pluralista y diversificada que ha sido mantenida por generaciones. La demostración más clara de este pluralismo y diversificación cultural radica en la variedad de festivales religiosos de las denominadas «religiones étnicas». Una de las tradiciones transmitidas de los festivales del fuego del periodo Jomon [17], que aún se conservan alrededor del territorio del santuario Ise [18], es la práctica de una forma de cultivo del arroz, similar a la agricultura de las montañas de los países del sureste asiático.

Y explica el papel de los asuntos semánticos en la campaña de los Ainus por los derechos culturales, y la influencia de la declaración:

Si se usa el término [Minzoku] al asociarlo se convierte en [Minzoku Jiketsu, auto-determinación de los pueblos] o [dokuritsu, independencia política]. En Japón por ejemplo, con respecto a los Ainu, el gobierno no reconoce el término [Senjuu Minzoku]. Kayano Shigeru [19] se esforzó bastante, y diez años después cuando la «Ley para la Promoción de la Cultura Ainu [20]» (jp) fue establecida, se utilizó la expresión «Pueblo Ainu». Sin embargo, cuando la interpretación usada en la declaración actual fue recibida por la Asociación Utari de Hokkaido [21] (quienes habian estado promoviendo la expresión «Establecimiento de la Dignidad del Pueblo Ainu» – Ainu Minzoku no songen kakuritsu) respondieron de inmediato: «Exigimos ser reconocidos como población indígena».

Escrito por Jennifer Brea [22].

Traducciones del Japonés por Chris Salzberg [23].