Abu Fares [1] en este sensacional post [2], lamenta la simplicidad del viejo estilo de vida Levantino Mediterráneo. Uno que ha sido atrincherado y barrido por una nueva ola de “neocons”, como él los describe, bien sean los Judeo-Cristianos Neoconservadores o los Neoislamitas, son dos caras de una misma moneda:
Tartus, el pueblito de ensueño junto al mar ya no lo es más. Ha mutado físicamente en las últimas tres décadas a una patética jungla de concreto. Además, en los niveles cultural y social, los cambios han sido más colosales. Por mucho, ya no somos los mediterráneos alegres, laicos y abiertos, metropolitanos de provincia y descubridores que se adaptan a las coloridas formas de vida. Éramos un grupo único y distinto, trascendiendo líneas socioeconómicas, enfrentando el misterioso mar y siempre buscando las delicias exóticas de más allá. Crecimos en un ambiente Joie de Vivre sin problemas de clases, libres de culpa política y despreocupación por el adoctrinamiento religioso masivo. Oíamos a los políticos y predicadores como todos los demás, pero nunca los escuchabamos.
Y mientras Abu Fares se lamenta, Omar de Deconstructed Life [3] escribe acerca de la forma en que la gente es empujada hacia los patrones de sociedad, dando como ejemplo una simple historia [4], que sucedería en cualquier hogar de Siria:
Ella me esperó para ir a comprar café (la amiga de mi mamá) y le susurró a mi esposa: ¿entonces, ya estás embarazada?
[…]
Sin embargo, a diferencia mía, ella (mi esposa) es una persona agradable y sabe cómo responder educadamente (mi respuesta por defecto hubiera sido: ese no es su problema). Así que ella comenzó a explicarle que hemos estado casados por menos de 2 meses y que queremos disfrutar de tiempo juntos y viajar un poco, que es algo que hemos estado planeando hacer desde hace mucho tiempo.Así que la señora mira a Souha, mi esposa, y dice: ¿Qué quieres decir con disfrutar tu tiempo? ¿De verdad crees que eres joven? (mi esposa tiene 29 años por cierto).
Wassim [5], reflexiona sobre el concepto de Identidad [6], en un post muy instructivo…
¿Qué es eso? No soy yo mismo sirio? sí… y no. Siria es llamada República Árabe Siria pero ya no me considero un nacionalista sirio, sólo un árabe nacionalista. ¿Significa eso que ya no soy sirio, o árabe? Como Maxime Rodinson lo discute en su libro llamado, obviamente, “Los Árabes”: ¿Qué es un árabe? ¿Es algo racial? ¿Lingüístico? ¿Cultural? ¿Religioso? Cada uno de estos conceptos falla al enfrentarse al escrutinio, derribado por inconsistencias inherentes. Aún así, me refiero a mí mismo como árabe. Soy sirio por decisión conciente y voluntaria, en un mundo que te define basado en algo llamado ‘pasaporte’. Si naciera en Colombia habría sido colombiano, ¿eso significa que mi identidad como árabe y como sirio es construida? Yo creo que si, pero eso no niega su importancia o poder. Por el contrario, una decisión conciente e informada para recibir esta identidad es saludable y necesaria, sólo por la ilusión de confort y estabilidad, nada más.
Y finalmente, un cálido post de Abu Kareem [7], que nos deja como a él, en un estado de paz interior [8]…
La mañana del domingo pasado, llamé a mi padre en Beirut para desearle un feliz cumpleaños número 80. Intercambiamos algunas palabras; él nunca ha sido muy bueno en conectarse emocionalmente con sus hijos, pero podríamos hablar por horas de política. Mientras me agradecía por la llamada y se despedía antes de pasarme a mi madre, su voz se quebró un poquito; diría que estaba feliz.
Escrito por Yazan Badran [9].