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Rusia: Caridad de días feriados (vía Egoísmo)

Categorías: Europa Central y del Este, Rusia, Derechos humanos, Desastres, Respuesta humanitaria

Rusia se embarca en vacaciones nacionales de 10 días: desde el 30 de diciembre hasta el 8 de enero, el país celebra el Año Nuevo y la Navidad ortodoxas – y también debiera tener tiempo suficiente para descansar, relajarse y curarse la borrachera en el tiempo intermedio. La caridad no está entre los temas más populares en la blogósfera rusa durante la temporada festiva, aunque algunos bloggers discuten formas de ayudar a los pobres y los necesitados este año.

Aquí lo que desde Moscú escribió [1] mymrochka, el 23 de diciembre:

De verdad quiero hablar sobre la caridad en la víspera de la Navidad Católica. Pero hablaré de otra cosa.

Imaginen esto. Han salido de compras hoy, para comprar regalos de Año Nuevo. Todo alrededor suyo es una locura, la gente está barriendo con todo lo que hay en las repisas, nadie hace ya caso a las etiquetas con los precios, todo lo que quieren es terminar de comprar todo lo que necesitan y respirar libremente, sabiendo que el 30 y 31 de diciembre no tendrán que estar ocupados con esta locura de compras, y más bien podrán consagrar el día cocinando la proverbial [ensalada Olivier [2]] para tener dónde descansar la cara cuando el sonido de los fuegos artificiales amaine.

¿Cuánto han gastado? Yo tengo miedo de contar. Realmente no he disfrutado [la experiencia de las compras] – cada vez que miro la repisa de alguna tienda, empieza mi habitual migraña.

Y anoche, fui a una tienda cercana a mi casa y compré todo lo que mi hambriento hijo había estado exigiendo […]. Ahí vi una babushka [mujer vieja] parada otra vez en la entrada. Ha estado ahí los últimos meses, desde que empezó el frío. Se para ahí callada, no pide dinero, ayuda a la gente a abrir la puerta. Cada vez que paso por ahí, trato de no mirarla. Por alguna razón, me siento avergonzado. No sé por qué. Ayer me decidí […]. Me acerqué a la babushka con decisión, estrujé 100 rublos [aprox. $4] en su mano y traté de alejarme rápido. Pero fallé. Agarró mi mano, dijo algo que no oí porque estaba tratando de irme. «Perdón», dije. «¿Qué fue eso?» «¡¡¡De nuevo!!! ¡¡¡Otra vez!!!»- dijo la vieja. Entonces me deseó felicidad y salud y me soltó. Camino a casa, de repente recordé que sin duda no era mi primera proeza. Solamente que antes de alguna manera logré salir rápido y reprimir el recuerdo de la babushka y el billete arrugado.

Es horrible, por alguna razón. No tengo idea si esta babushka tiene hijos, no sé si la sacaron a las calles, o quizá está solitaria, o quizá sea una borracha y ha gastado todo su dinero en alcohol y así se convirtió en mendiga. Pero en verdad no importa qué haya pasado. No es correcto que un ser humano tenga que pararse frente a una tienda todo el día, sin tener un sitio a dónde ir. Porque también soy un ser hunano, y me siento disgustado con nosotros, humanos.

Así que hablaré sobre egoísmo.

Que todos los que hayamos leído esto limpiemos nuestras conciencias al final del año -por puro egoismo- para que podamos decir orgullosamente sobre nosotros que somos humanos también, y buenos humanos en eso. Así que separemos una cantidad de dinero suficiente para comprar un regalo de Año Nuevo -para hacer feliz al menos a una babushka sin hogar. O a un vagabundo. Y está bien si gasta este dinero en bebida – no es de nuestra incumbencia. Porque estará feliz, ¿no? Pensará: «Vaya milagro, me están dando dinero, no solamente 5 rublos [20 centavos], sino 200 [$8] – ¿quizá llegó ya el Año Nuevo?» Y nuestras motivaciones no le importan, así que denle el dinero, aún cuando se sientan mal de separarse de su dinero, o incluso si no creen que sea un auténtico mendigo sino un millonario excéntrico que prefiere pasar su tiempo pre Año Nuevo de este modo. Olviden por un rato que 5 rublos dados con el corazón son mejores que 500 dados muy a nuestro pesar, y que el mejor regalo es lo que se crea con nuestras propias manos. Dinero, ropa de abrigo, comida – esto es lo que una persona sin hogar necesita por Navidad, y esta pequeñez podemos dársela, aún cuando no podamos darle un hogar.

¿Qué puede ser mejor para egoístas incurables como nostros que tener alguien que crea que somos magos o mensajeros de Dios?

Y entonces resultará que hemos estado hablando nada más que de caridad todo el día de hoy.