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Marruecos: Todo el rollo de los «gatitos»

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Los gatos abundan en Marruecos. Incluso sobreabundan. Una de las cosas que más me gustaba de vivir ahí era tomar fotos de los gatos callejeros – que a menudo están en grupos de hasta 20. A juzgar por la avalancha de posts de la blogoma marroquí (e incluso de algunos viajeros a Marruecos) acerca de los gatos, no soy la única que ama a los felinos – ¡y últimamente, hasta artistas [1] profesionales y fotógrafos [2] han encontrado en ellos un tema popular!

The House in Marrakesh recientemente compartió una serie de fotos de gatos callejeros marroquíes [3]. Acá uno de ellos, de lo que dijo la blogger:

En la medina, es muy útil vivir encima de una pescadería

 

Sin duda útil, pues como la blogger lo menciona en su siguiente post [4] Marruecos está atravesando por una escasez de comida de gato:

La mayoría de los marroquíes alimentan a sus gatos con sobras y parece que les va bien. Nuestras mimadas bestias le han agarrado el gusto a Whiskas, pero parece que la provisión se ha acabado.

No se le encuentra en todas partes. No en Marjane ni en Acima (los supermercados fuera de la medina). Las personas están mandándose e-mails y llamándose por teléfono entre ellas buscando Whiskas. Las cosas suelen agotarse por acá – la mostaza por ejemplo, y nadie está seguro de cuándo reaparecerá.

Lalla Lydia de Global Voices compartió fotos de artistas [5] de gatos marroquíes, en tanto compartía estos chismes acerca de la actitud de los marroquíes hacia los felinos:

Los animales domésticos, sobre todo los perros, son considerados tabú en el Islam porque se dice que no son limpios. El saluki (un perro cazador de pura sangre de Arabia) está excluido de esto, como lo están los pájaros cantores y los gatos (tal vez porque los últimos mantienen a los roedores a raya). Supuestamente, es también porque se supone que los gatos son limpios (solamente piensen en cuánto tiempo pasan lamiéndose).

Como respuesta, un lector de su blog le mandó un calendario de fotos de gatos marroquíes. Acá Miss Setiembre:

(Foto y calendario de Joan)

The Whole Kitten Kaboodle (cuyo nombre es un competa coincidencia con relación al título de este post, en inglés) recientemente visitó Marruecos y tenía muchas adorables fotos de gatos para compartir [6]. Acá va una, con la propia leyenda del blogger:

¡¡¡Adivinen qué!!! En Marruecos, los pollos se guardan tras rejas en cajas. Y esas cajas están cuidadas por felinos especialmente entrenados. Les presento al Sargento en Armas de la Policía de Aves de Corral.

Otro viajero, autor de TMF's Travelogue, dijo cosas amables sobre el trato marroquí a los the gatos [7], y compartió un par de fotos también:

Los gatos están por todas partes en Marruecos – a los marroquíes les gustan los gatos. En realidad, la gente no «tiene» gatos como pasa en los países desarrollados – son más como mascotas comunitarias de vagabundean por ahí. Las personas los cuidan y los alimentan con sobras cuando pueden. Algunos son más mimados que otros – como un gato que había y que parecía vivir en el hotel en Essaouira, que entraba y se hacía sentir como en casa – saltaba y tomaba posesión de su lugar como si pensara que tenía un cartel de reservado. También había algunos en los restaurantes que hacían lo mismo. Los que no eran tan afortunados están un poco sarnosos y por lo general se congregan a tus pies, gritando por sobras. Esto siempre es un poco triste, a mí también me gustan los gatos, así que siempre termino dándoles de comer – a lo que le sigue media docena de otros.

 

 

Wayfarer Scientista usaba gatos para decidir si valía la pena quedarse en un lugar [8]:

Un gato y una señal árabe. Encontramos que la salud relativa de los gatos era un buen indicador de si queríamos o no quedarnos en algún sitio.

Finalmente, DeepTape resume mejor la situación de los gatos [9], diciendo:

Los gatos están por todas partes en Marruecos, en los techos, peleando encima de las carpas de tela, paseando por restaurantes. En el Palais Bahia, vimos una docena de gatos reunidos en el patio; claramente se notaba que eran los verdaderos gobernantes del sitio. En el techo de un restaurante, un gato se acomodaba en los techos vecinos para hacer amigos y rogar que le dieran sobras. Pero no vi ratas, algo que no puedo decir de San Francisco.

A esto le agrego mi nota personal – los gatos marroquíes son simplemente los mejores. Tan buenos, de hecho, que me traje uno al volver a Estados Unidos. Con eso, los dejo con una foto de mi propio gato marroquí, LC: