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Burkina Faso: Momentos enseñables, baños perdidos y rabia en el camino

Categorías: África Subsahariana, Burkina Faso, Alimento, Ambiente, Desarrollo, Economía y negocios, Educación, Lenguaje, Salud, Tecnología, Trabajo

Pobres profesores de los colegios de los Cuerpos de Paz [1]. Mientras sus compatriotas que trabajan duro en clínicas de salud o en programas de micro crédito pierden horas y van y vienen de eventos sociales en la ciudad capital durante sus ratos de ocio, los profesores están atascados en sus casas con horarios inflexibles, salones llenos de cientos de alumnos y montones y montones de tareas para corregir cada noche.

Es especialmente difícil en esta época del año. Febrero es muy pronto para que el año escolar termine, pero alumnos y profesores están muy avanzados como para que el aprendizaje sea una novedad. Para los profesores de los Cuerpos de Paz, algunos sin ninguna experiencia previa en las aulas, ésta puede ser la época de perfeccionar nuevas habilidades.

Aquí un post de un profesor de los Cuerpos de Paz en uno de esos primeros «momentos de enseñanza». Es de Will Mitchell’s Journal: [2]

El colegio va bien. Estoy empezando a ser lo suficientemente competente en la enseñanza para no ser más un obstáculo en el camino de la educación de mis estudiantes. Los enormes salones, la falta de materiales y equipo y personal, y el currículum demasiado teórico son ahora barreras mayores que mis errores en francés, aún aparentamente divertidísimos. Me he vuelto más confiado y amigable y he aprendido los nombres de mis alumnos, lo que minimiza los problemas de conducta. El colegio construyó una pizarra fuera de mi casa para que pueda enfrentarme a la multitud de alumnos que vienen a hacerme preguntas, lo que es gratificante. Un estudiante, de apellido Coulibaly, se rió con gusto cuando los puntos que le hice calcular de una ecuación lineal terminaron en una línea recta en un gráfico. ¿Por qué pasa esto, Monsieur?

Un profesor de los primeros grados aprende que no importa de dónde seas y cuáles sean tus antecedentes, los estudiantes actúan igual en todas partes.
Para Lara in Burkina: [3]

[L]a gente (incluso yo) siempre asume que solamente porque hay una gran pobreza en Burkina los niños son ángeles o algo así de todas maneras. No es cierto. Hacen todo lo que nosotros hacíamos cuando estábamos en el colegio. Hay niños realmente motivados que piden más tareas, pero también está el que se sienta atrás y hace garabatos hasta que lo llamo en medio de la lección (si, yo soy ese profesor). Pero al final, me siento como aliviado porque se me hace más fácil relacionarme con ellos.

Sin embargo, como ya dije, a veces el año escolar se torna un poquito largo y la mente empieza a divagar. Para Joel in Burkina [4], se abren demasiadas ensoñaciones sobre su próxima carrera.

Cuando no estoy ocupado enseñándole a los niños la importancia de no hacer sus necesidades en el camino que tomo para ir al colegio cada mañana o perfeccionando el arte de la conversación trivial con los hombres en el mercado (puedo hablar del clima como cualquier meteorólogo, lo garantizo), he estado preparándome para el futuro. Esta semana he decidido que quiero ser redactor de noticias para La Cebolla. ¿Han oído de esto? Acá un par de artículos que escribí recientemente, sí, en mi tiempo libre (Últimamente “tiempo libre” = entre libros). Disfruten.

Me voy a quedar con este sub tema bizarro por unos minutos, así que por favor tengan paciencia. Para alguien que escribe estos resúmenes en los últimos meses, debo decir que es un tema bastante raro que acaba de aparecer de improviso en no pocos blogs.

«Las personas siguen orinando en mi casa,» protesta Dabbler in Burkina [5]. “En verdad me molesta, pero no tengo idea si esa acción es tanto como un tabú cultural acá como lo es en Estados Unidos, por lo que hasta ahora, no he hecho gran cosa de esto.”

Y continúa:

La primera vez que pasó (que yo sepa), hace un par de semanas, el tipo escogió un sitio justo al lado de mi ventana de atrás. Resultaba que yo estaba adentro en ese momento, y cuando escuché el golpeteo familiar de líquido que cae a la superficie miré afuera y ahí estaba, a poco más de medio metro de mí, aliviándose en mi pared. Estaba tan sorprendido ante su descaro que no dije nada por un momento, simplemente lo miré, levemente avergonzado por violar su privacidad, pero a la vez indignado de que estuviera ejerciendo, digamos, privacidad, contra mi pared. Cuando terminó, lo abordé casi pidiéndole perdón, hablándole desde mi ventana (de nuevo, a poco más de medio metro). No había rabia en mi voz, y tímidamente le pedí que «la próxima vez», ¿por favor podría encontrar otro lugar? El hombre me miró enfurecido con hosca irritación, ya fuera por falta de respeto a mi pedido o por el hecho que no entendía ni una palabra del francés en que estaba hablándole, no puedo decirlo.

Igual que las ideas de arriba de Joel sobre el futuro, la vida en la aldea le permite a la mente mucho tiempo para divagar y resultar con todo tipo de implicancias culturales y políticas ante un acto aparentemente tan descarado. Acá lo que concluyó Dabbler:

¿Es esto una especie de gesto simbóilco, un dedo medio de desafío extendido por el africano hacia el sistema occidental que rutinariamente lo irrita? Lo dudo. Según mi experiencia, son los norteamericanos los probablemente más dados a gestos pasivo-agresivos, abstractos. No, puedo apostar que estos individuos simplemente tienen la necesidad de «hacer»… y aparentemente, mi casa está idealmente ubicada para esa necesidad.

Cuando tienen real necesidad de un baño en el monte, la mayoría de los extranjeros en Burkina Faso dejan a un lado su sentido del decoro y los modales. Esto, por supuesto, suele pasar en viajes de auto.

De Burkina Mom’s Life in Africa [6]:

He aquí la verdad: si eres una persona con dos cromosomas X y un mínimo sentido de la modestia, la primera regla de viajar por carro en Burkina es: No Tomes Nada. Tomar conduce a orinar y las «instalaciones» del área de descanso de la carretera consisten en arbustos al lado de la carretera. Arbustos pequeños, flacos, prácticamente sin hojas que no podría brindar cubierta suficiente ni a Paris Hilton [7]. Y aunque el campo pueda parecer desierto y con mínimo tráfico, les garantizo que en el instante en que ponen el pie fuera de su auto, un par de niños arreando ganado aparecerán como por acto de magia. Después un viejo en una bicicleta pedaleará de largo con lentitud casi dolorosa. Finalmente, un bus de Mali rodará ruidosamente, con el techo lleno de bicicletas, bolsas, pollos, canastas y muchachos que no encontraron un asiento, pero tienen una posición de gran ventaja porque los entretiene la vista de viajeros semi vestidos dando tumbos en el monte.

Si pudiera escoger un segundo sub tema de estos posts, tendría que llamarlo «vehículos motorizados y sus peligros.”

De My So-Called Life in Africa [8]:

Manejar acá es difícil, ¡sobre todo cuando no estás acostumbrado!  Tal vez no sería tan malo si solamente dos cosas no fueran ciertas:

1. La policía casi nunca dirige el tráfico. Y aún cuando están afuera, es inútil porque nadie le hace caso. Todos hacen lo suyo. Y cuando las calles están llenas de bicicletas, autos, patinetas, carretas de burros, carretillas, peatones y hasta unos cuantos caballos y camellos, no funciona muy bien.

2. La gente maneja que es ¡¡¡una LOCURA!!! Verás al menos una motocicleta hecha pedazos o un auto destrozado en el camino cada día. Al menos.

La gente maneja tan mal que uno se pregunta si siquiera dieron el examen de manejo (déjenmes decirles, ¡les apuesto que la mayoría no lo dio!)

Todo esto se suma a algunos momentos inseguros en las calles de Uagadugú [9], con una población de 1.3 millones que crece rápidamente. Regresemos a My So-Called Life in Africa:

Además de la locura que es manejar, hay obstáculos que esquivar. Como hoy, por ejemplo. Vimos: un grupo de niñitas de 9 años yendo del colegio a su casa a pie que cruzaban el camino ¡justo cuando la luz para los carros se ponía verde! Un vendedor de kleenex y chicles zigzagueaba entre las motos para darle el vuelto a su último cliente desde donde estaba su amigo hasta el otro lado de la calle. Además un taxi paró en medio del carril para recoger a alguien. Después vimos una carreta de burros sin burro que bloqueaba el camino. ¿Preguntas dónde estaba el burro? Un poco más allá… ¡yacía MUERTO en medio de la calle!

También fui testigo de un incidente en el camino. Estaba sentado en un macquis – un bar al aire libre – con unos amigos hace pocos sábados, y vi lo que pasó cuando un muchacho cruzó el atestado boulevard en frente de nosotros en una pequeña moto y repentinamente fue golpeado por un camión que venía en dirección contraria. El sonido del golpe del metal es algo que no olvidaré fácilmente; ni podré librarme de las chispas que volaron cuando el camión chirrió al detenerse. Sin embargo, fue la visión del motociclista que revolvió algo extraño en mí. No era compasión sino rabia.

Sigo en AfricaFlak [10]:

No me considero una persona fría, pero no había razón, ni una sola, para que el motociclista estuviera de ninguna manera cerca de esos carriles de los autos. En realidad, había una explicación: no miró. Algunos días, cuando soy más generoso y comprensivo, pienso que es lindo mirar las dos millones de motos de Uagadugú manejando por ahí, por todos los lados de tu auto en todas las velocidades, silbando en el tráfico, pasándose las luces rojas y, por lo general, con absoluta indiferencia hacia las reglas del camino. Si puedes aprender a manejar acá, puedes manejar en cualquier parte, suelo decirles a mis invitados.

Pero cuando estos motociclistas – y no hablo acá solamente de adolescentes paseando irresponsablemente – toman sus vidas con su propias manos, las ponen también directamente contra las nuestras. Y eso no es justo. Los choferes de autos y camiones se convierten en última instancia en responsables por su seguridad. Somos nosotros los que tenemos que vivir con las consecuencias de sus actos, no solamente en lo legal – para los africanos del Oeste la justicia suele considerar que los que pueden pagar por los daños tienen la culpa – sino moral y económicamente también.

Manejar es una responsibilidad, y el sistema de reglas de tránsito del estilo el-ganador-se-lo-lleva-todo que hay en Uagadugú solamente mantiene a las personas en el hospital y a las familias visitando cementerios. Seré duro con esto: para ser gente usualmente tan apacible, demasiados burkinabés manejan con una agresividad feroz y completa falta de respeto por los demás una vez que se sientan tras el timón de un vehículo motorizado.

El último trocito debajo: hechos que debes conocer.

De Moco in Burkina Faso [11]:

P: ¿En verdad la mayonesa debe estar refrigerada? (es claro que esta pregunta ha destacado en tu mente)

R: No, ésa es una mentira difundida por la industria de refrigeradoras en el mundo occidental. Conservo la mía en un estante de libros en mi casa después de abrirla, y a pesar de temperaturas superiores a 37°C, sigue buena por semanas. Esto se sirve para casi todos los condimentos. Que no te dé asco, es la verdad…