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Burkina Faso: Mantequilla de karité y otros secretos

Categorías: África Subsahariana, Burkina Faso, Ambiente, Economía y negocios, Literatura

Si conoces tus productos de belleza, probablemente has escuchado de la mantequilla de karité [1] – la grasa natural extraída de la fruta de la nuez karité. El karité es un humectante natural, y su alto nivel de grasas vegetales le permite tratar una gran variedad de males de la piel, desde quemaduras hasta eccemas y sarpullidos. Los árboles de karité se encuentran mayormente en la sabana africana, y crecen abundantemente a lo largo de África Occidental, sobre todo en Ghana, Mali, Nigeria y Burkina Faso.

Las empresas de belleza occidentales han tropezado con ellas mismas al tratar de comprar karité fresco a cooperativas de mujeres africanas. Lo ven como una proposición de ganancia-ganancia: comprar karité suministra a las compañías cosméticas con este maravilloso producto natural mientras que les da a las mujeres africanas la oportunidad de ganar dinero cosechando y procesando un recurso natural.

Hace poco, a Burkina Mom [2] le entregaron un anuncio de una empresa de cosméticos occidental que promovía el uso de mantequilla de karité de Burkina Faso. En tanto explicaba cómo las mujeres juntaban las nueces de karité, el artículo no entraba en detalles de cuánto trabajo se requiere en realidad para procesar la mantequilla. Burkina Mom completa los datos.

Acá hay algunas cosas acerca de los árboles, nueces y mantequilla de karité:

Son árboles que deben crecer 15 años antes de empezar a producir nueces. Cada árbol produce solamente poco más de 20 kilos de nueces por año.

Cuando las nueces están maduras, caen al suelo. Así, recogerlas no es realmente un trabajo intensivo. Lo que si ES intensivo es la cantidad de trabajo que se necesita para hacer mantequilla a partir de nueces crudas. Este trabajo lo hacen exclusivamente mujeres.

Eso involucra retirar la pulpa, romper la cáscara interior, tostar las nueces, luego moler y mezclar la pasta a mano. Es mucho trabajo, y como muchas cosas que hacen las mujeres acá, no paga mucho.

Pero mientras el artículo habla mucho acerca de “cultivo de nueces de mantequilla de karité”, no dice una sola palabra del trabajo que esto en realidad involucra. Es invisible.

Mientras tanto, acá en Burkina, más y más mujeres están formando cooperativas para producción de mantequilla de karité y ventas. Algunos de los grupos más grandes han podido comprar máquinas simples que hacen que el trabajo sea menos agotador. Así, me he visto animada por el creciente uso de mantequilla de karité en varios productos de belleza. Y supongo que es bueno ver a África Occidental en las noticias, pero me gustaría que llegara bien. Especialmente si quieren comprar nuestros productos sobrevaluados.

En abril, National Geographic publicó un travelogue [3] de 5,700 palabras acerca de un viaje a través del Sahel. No se le pasó darse cuenta a una blogger que el único país saheliano que el escritor Paul Salopek no mencionó fue Burkina Faso. Ella se pregunta por qué. Se debe a que Burkina Faso es un país tranquilo y aburrido, que no es famoso por brindar muchas noticias. Su índice de SIDA es bajo, su índice de malaria tal vez sea malo, pero el país es políticamente muy estable.

Esto la lleva a preguntarse qué recordará de sus dos años en Burkina Faso cuando regrese a casa en unos cuantos meses.

De Jill en Jill and Marcus in Burkina Faso [4]:

Entonces, ¿qué se supone que debe hacer una chica cuando acaba de pasar dos años en lo que puede ser el país más aburrido del mundo en un continente en el que realmente no tiene interés? Supongo que asimilaré y reflexionaré leyendo lo que he escrito acerca de este lugar, hablando con voluntarios de los Cuerpos de Paz que hayan regresado y mirando fotos. Aunque dudo un poco acerca de mirar las fotos, por dos razones. La primera es que las fotos de este lugar tienen la espeluznante cualidad de cambiar la realidad de las cosas. Miro afuera de mi puerta del frente y veo a los hijos de mis vecinos sin pantalones jugando con la llanta de una bicicleta. No es para tanto. Entonces tomo una foto y de repente tengo una foto de adorables niñitos africanos jugando con su juguete hecho en casa, y miren, no tienen pantalones, ¿no es eso simplemente lindo? En verdad asusta. La otra razón es que no quiero que mis recuerdos se distorsionen con las fotos. Los humanos son tan visuales y tan tontos que inventamos historias que ni siquiera pasaron para que nuestros recuerdos coincidan con nuestras fotos. Así que si miro mis fotos con esa espeluznante cualidad AFRICANA, voy a pensar que este lugar era mucho más interesante de lo que es. Pero eso no sería tan malo, ¿no es cierto?

Hablando de preconceptos, Ex Africa fue testigo él mismo – de alguien que también vivió en Burkina Faso.

De Ex Africa [5]:

El otro día llegué a Ouahigouya. Fui a la casa de Emily y poco después salimos a comer a Maison de Jeune, un popular puesto de bebidas. Tienen buen benga (granos en el brezal), qué puedo decir. Había ahí tres voluntarios japoneses. Emily conocía a dos de ellos y llegamos a una pequeña discusión. Yo les dije que había vivido en el Sahel, entre Djibo y Dori. Lo primero que una dijo fue ‘¿al Qaeda?’ Me quedé en verdad asombrado pero traté de no mostrarlo en la cara. Al Qaeda, ¿qué m**? ¿Son ustedes tan prejuiciosos? Ella empezó a hablar de los musulmanes ahí. En verdad no podía creer lo que estaba escuchando. Ahí, los musulmanes me trataron muy agradablemente. Si, me trataron con curiosidad, pero son personas muy amables, Mossi, Peul y Fulse y los demás. Le dije que si, que la mayoría de la población era musulmana. Entonces ella mencionó al Qaeda una vez más. Terminamos la conversación y Emily yo fuimos y encontramos nuestra propia mesa. Nos miramos como diciendo «¿qué fue eso?» No me gustó el intercambio. No creo que la voluntaria japonesa quisiera decir algo malo, pero pude sentir el escepticismo mientras hablábamos. Los musulmanes, en su mayor parte, son personas maravillosas, amables. Son como los cristianos, los judíos, los animistas en todo el mundo. La mayoría son personas lindas, empáticas. Unas cuantas manzanas podridas malogran a todo el grupo, piensan algunas personas. Detengamos a los prejuiciosos.

Clay [6] crea sus propias presunciones de sus vecinos. El del extranjero raro. 

Una de las cosas más satisfactorias que hago cada semana es quemar mi basura. O más específicamente, verla quemarse. Lo hago por dos razones, la primera es que me gusta. La segunda es que, si no lo hago, los niños pequeños que pasan por mi casa cuando van al colegio verán lo que para ellos es una fresca bolsa de golosinas y la examinarán a conciencia. Sin ninguna duda, se asegurarán de probar todo lo que encuentren. Paquetes desechados de aterciopelado queso Vache Qui Rit serán lamidos hasta quedar limpios, así como lo que creí que eran latas vacías de pasta de tomate. Todo el asunto me pareció asqueroso; prefiero quemar. Quemo hasta bolsas de plástico; ¡cuanto más coloridas, mejor es el humo! ¿Pero el ambiente? Una vez también sentí remordimientos de conciencia. Pero tengo una bicicleta como única manera de transporte local, y apenas uso cosas que dejan una envoltura como estela. Soy probablemente el más neutral de carbón desde que estuve en el cómodo, aunque acalambrado, vientre de mi madre. ¿Y mencioné que de verdad me gusta quemar mi basura? Así que una noche me encontré con una caja llena de basura (he ahí a dónde van tus cajas cuando mandas paquetes) y nada más planeado.  En llamas en mi patio, vi que estaba quemándose rápido, muy rápido. ¡Esa fue toda mi noche! ¡No puedo releer Harry Potter 7 de nuevo! (Bueno, si podría, y si, lo he hecho). En una carrera contra el tiempo, corrí al campo cerca de mí y tomé muchos tallos de maíz, y regresé a alimentar el fuego. Lo estaba haciendo, yendo y viniendo, unas cuantas veces antes de darme cuenta de que dos ancianas aldeanas me miraban, mudas de asombro. ¿Mencioné que sinceramente creen que los grandes fuegos en la noche atraen a brujos caníbales voladores? Sudando, cubierto de hollín, dándome cuenta de lo que había hecho, solamente pensé en decir, “Ne t'inquiète pas! La madame ma voisine est chrétienne et a prié pour nous! Toute la domaine scholaire est bien protegé!” O: ¡No se preocupen! ¡Mi vecina es cristiana y ha rezado por nosotros, toda el área alrededor del colegio está muy bien protegida! Y lo está, o eso me ha dicho muchas, muchas veces. Gracias a Dios, probablemente no me podían escuchar mientras las llamas altas, satisfechas crepitaban alegremente, ruidosamente, dentro de la noche.

Hace unos cuantos posts, informamos [7] que Stephen Davies y su libro, Sophie y el camello albino, estaba en la lista para el Premio Norfolk Shorts para novelas cortas. El libro no ganó, pero Stephen reimprimió en su blog, Voice in the Desert [8], una carta que mandó a la ceremonia de premiación hablando de su libro y de su amor por las historias africanas.

[Sophie y el camello albino está] ambientado en el extremo sur del Desierto del Sahara, no lejos de donde vivo, e incluso algunos de sus personajes se basan en personas reales. Sophie está basada en un real niña inglesa de nueve años llamada Milly que vive con sus padres en Burkina Faso. Muusa ag Litni está basado en un bandido que secuestró la ambulancia de Gorom-Gorom hace unos cuantos años y huyó en ella, ¡lo que en mi opinión es todavía peor que robarse un camello!

Siempre he tenido debilidad por las historias africanas de aventuras. Cuando tenía diez años, me encantaban Las minas del rey Salomón (de Rider Haggard) Y Aventura del Sahara (de Wilbur Smith). Historias de lugares exóticos y peligrosos me mantenían despierto en la noche, leyendo con una linterna debajo de las sábanas. Si te gustan las aventuras africanas, hay muchos libros recientes entre los cuales escoger. La puerta de no retorno es muy emocionante, como lo es Ringmaster. O si te gustó la primera aventura de Sophie y Gidaado hay dos más en la misma serie: Sophie y la maldición de la langosta [9] y Sophie y la trama del pancake [10].

Para los extranjeros que viven en Burkina Faso, siempre hay tiempo para conversaciones acerca de las funciones corporales. Acá uno de esos momentos. De GRITS heads to Burkina [11]:

Al llegar a Satiri es obvio que no es la “bulliciosa Metrópolis” que es Banzon. Nuestras opciones de comida se limitan a buñuelos, arroz REALMENTE salado y salsa de maní y attieke (¡MI FAVORITO!). Entonces, por supuesto que engullo un tazón de attieke (pronúnciese: uh-check-ay, hecho de mandioca fermentada) y algunas cabezas de pescado fritas. ¡QUÉ RICO! Las cosas iban bien… me sentía muy bien con la comida. Era un poco crujiente, y el aceite tenía un color más negro, a diferencia del marrón dorado al que estamos acostumbrados. Pero, oigan, es Burkina…los he visto peores. Comimos nuestra comida y regresamos a su casa para una pequeña siesta vespertina. Mientras caminábamos para terminar de pintar las cuadrículas en nuestro mapa del mundo me empecé a sentir un poco mareado. Ya que pocas veces vomito, casi nunca reconozco los síntomas cuando está a punto de ocurrir. Intenté pasarlo trabajando, pero finalmente me rendí y le encargamos a un niño pequeño que me enseñara la parte de atrás de la casa de Rose mientras ella sigue con el mapa. Empezamos a caminar y yo ya sabía que algo no estaba bien. Mi boca empieza a llenarse de agua como loca y sé lo que está a punto de pasar. Pasamos un grupo grande de hombres sentados tomando té y haciendo básicamente nada. Con entusiasmo me saludaron y empezaron a gritar “hey, toubabou, hey…¿cómo estás? ¿A dónde vas? ¿Qué haces?» Bueno…en t-menos 2 segundos me dirigía al piso… y para lo que estaba haciendo… bueno, sacando mis entrañas mientras ellos simplemente se pararon a mirar. Los escuché hablando en jula entre ellos, “hey…mira, la muchacha blanca está vomitando.” Todo el tiempo pensaba, “hey, dónde está esa hospitalidad de Burkina…¡vengan acá y ayúdenme!” A este momento, he creado una pintura de Jackson Pollock en el piso, pero retengo el aliento lo suficiente para pedirle a alguen que vaya a buscar a Rose.

La historia termina con una nota feliz:

De verdad, después de eso me sentí perfectamente bien, y el resto de la semana pasó maravillosamente. Solamente tuve que evitar una cosa que me gusta comer por el resto de la semana. Esa noche, cuando hablaba con Rose acerca del asunto, estuvimos de acuerdo en que mientras estás en África siempre puedes decir, “bueno, pudo haber sido peor.” Pudo haber estado saliendo por los dos lados delante de toda esa gente, podría haber seguido vomitando, podría tener un dolor desgarrador…pero no lo tuve. Eh, no es tan malo, y siempre podría ser peor. ¡SIGUIENTE!

Moco in Burkina Faso [12] intenta resolver el misterio de los misioneros canadienses.

Además de cada uno de los proyectos, doy mi tiempo diariamente en la Sociedad Canadiense de Ciencias Farmacéuticas (CSPS, por sus siglas en inglés) (clínica de salud), asisto con consultas prenatales, peso bebés y ayudo con las vacunas mensuales. El resto del tiempo en la aldea, me pueden encontrar leyendo, jugando con mi pandilla de niños pequeños, visitando a mis vecinos e intentando aprender siamou o montando mi bicicleta a varios lugares. Cory, el vountario de salud en la aldea de Serekeni, es mi vecino más cercano, y recientemente hemos tratado de conocer a los siempre esquivos misioneros canadienses que viven en mi aldea. La primera vez que localizamos su casa y merodeamos, tenían que regresar de un viaje de un año de vuelta a Canadá, así que tuvimos que contentarnos con una vista de la casa y el jardín. Sin embargo, nos maravillamos con el gigantesco pórtico que es el doble que toda mi casa, el enorme tanque de agua que provee de agua potable y los paneles solares para electricidad. Entonces fuimos culpablemente interrumpidos por el guardia y salimos. La segunda visita, aparentemente los perdimos por unas cuantas horas, se habían ido a Orodara por el día. Pero su presencia era evidente por el patio recién barrido, huellas de llantas de autos y varias señales de estar habitado. Después de admirar el ramo de flores en un jarrón de vidrio, con un mantel de lino en el pórtico, le dijimos al guardia que intentaríamos otra vez y nos escabullimos, con visiones de agua potable y buena comida pasando por nuestras mentes.

Charlie, de Blooming Rose [13], intenta enseñar a las lugareñas el misterio del bordado.

Tengo ahora a diez damas haciendo bordado conmigo. Nos sentamos en la veranda en las tardes y hay tantas risas, a pesar de que reúno a la mayor parte de ellas en mi Fulfulde. Si no soy yo diciendo las palabras que suenan descorteses, es mi anuncio normal a las 6 de que ‘he terminado’.

Su tenacidad para aprender ha sido impresionante hasta ahora, pero estamos lejos de producir un trabajo de real buena calidad. Hay justo una señora que ha estado bordando sarongs que estoy lista para vender… espero usar algo de los réditos para iniciar un puesto en el mercado para ayudar a las señoras a vender localmente su trabajo. Es una idea pequeña pero que espero sea trascendente para este particular grupo de estrellas.

Finalmente, más pruebas de que a Burkina le faltan acontecimientos que sacudan al mundo. Acá está el reporte del clima. La buena noticia: en algunas partes del país, las temporadas calurosas están dando lugar al comienzo de fuertes lluvias.

De Lara in Burkina [14]:

Esta época del año tiene mucho que ver con tratar de sentarse tan quieto como sea posible con una botella realmente grande de agua cerca de mí, debajo del árbol en mi patio durante mi hora de reposo cada día. Hasta mis estudiantes y colegas la pasan mal manejándolo. Mis alumnos usan uniformes con camisas que se abotonan y a eso de las 10:30 de la mañana cuando la habitación en verdad empieza a calentarse, empiezan a desabotonarse. Es así…¡hace tanto calor que mis alumnos literalmente se sacan la ropa! UmmmMoumouni, tienes que tener tu camisa PUESTA durante la clase de matemáticas.

Bueno, como fuera, esa era mi situación, hasta hace unos cuantos días cuando milagrosamente, una nube gigante de polvo sopló en el cielo del norte y le siguió la lluvia, gloriosa lluvia, baldes y baldes de lluvia que duró horas. ¡Who hooo! Los franceses describen a alguien que tiene suerte como que tiene muchas oportunidades, y en este caso en particular case, nous avons eu la vraie chance (tuvimos la verdadera oportunidad). Mis burkinabés me dicen que es ultra raro que llueva tan temprano, sobre todo tan lejos al norte de Burkina. Ahora pueden ir a los campos y empezar a cultivar (virtualmente la única cosa que el 90% de la población hará los próximos cuatro meses).