Una escritora bangladesí trabaja en un banco para ganarse la vida y también escribe en la plataforma bengalí de blogueo Bandh Bhanger Awaaj [1] bajo el seudónimo de Megh (nube). Después de una inútil reunión mensual en su banco, ventila su rabia en un reciente post de su blog [2] [bn].
Sus palabras arrojarán una luz a la siempre exigente cultura corporativa en Bangladesh que cobra un precio a la vida privada de los trabajadores. Acá una traducción de algunos extractos de su post:
“Las reuniones mensuales por lo general empiezan después de 9 ó 10 horas de trabajo de oficina y es como el periodo menstrual de una mujer. Algunos meses sangra un poquito más y algunos meses menos, la duración de las reuniones varía así…..
He estado escuchando esto los últimos cinco años: debemos aumentar nuestros clientes, debemos aumentar los depósitos, aumentar la calidad del servicio. ¿Cuánta gente hay en Daca? ¿Cuántos de ellos pueden ser conducidos bajo el paraguas del Banco? Me molesta.
Un estúpido sugiere que debemos organizar un rally para presentar nuestro Banco en las comunidades más nuevas. Deberíamos caminar por la calle una o dos horas después del horario de oficina para desarrollar relaciones públicas y aumentar los clientes. Por lo general, llego a casa después de las seis pm. ¡Por qué no duermo con los clientes o mis colegas ya que son mi familia ahora! (Dicen) que no debo olvidar que soy bancaria hasta cuando compro cosas chicas como medias. Tengo que hacerme amiga del vendedor. El trabajo es la vida, el trabajo es la muerte.
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En un área del banco, dos trabajadoras del mismo departamento quedaron embarazadas casi al mismo tiempo. El jefe de área las resondró y las acusó de haberlo hecho intencionalmente para que él no fuera capaz de manejar esta área tranquilamente. Creo que podrían implantar una regla al comienzo del año para programar cuándo las empleadas tendrán relaciones y quedarán embarazadas. Me dan ganas de vomitar cuando escucho acerca de los objetivos de vez en cuando.
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Mi mente está distraída hoy. Este trabajo se ha llevado todo de mi vida, tiempo de sueño, tiempo de amar, tiempo de pensar, todo. No soy capaz de encontrar ninguna alternativa. No he podido escribir ningún relato corto estos dos últimos años. Muchos argumentos vienen a mi mente pero como llego a casa muy cansada no puedo ponerlos en papel. Me estoy olvidando de cantar. Siento que nunca seré una cantante. Algún día también me olvidaré de cómo escribir.
Me estoy volviendo normal entonces… ja ja ja. Iré a la oficina tods los días, vendré a casa, tendré relaciones sexuales, tendré bebés, estaré ocupada con el colegio del niño, estaré siempre a disposición del esposo.
Me revienta todo.”