Huyendo del matrimonio: Una historia desde Siria

Orientalista, norteamericana becaria Fulbright en Damasco, nos trae la historia de su amiga siria Manar, muchacha de 22 años de la minoría de los drusos en el país, que huyó de su casa para escapar de un matrimonio forzado.

En la serie de cuatro posts, Orientalista esboza la historia de su amiga y detalla su propia participación en el tema. En el post titulado “Manar Escapa”, escribe:

Una semana antes Manar había estado sentada conmigo en mi balcón, mirando la plaza. “Estoy pensando en escapar”, dijo después de quejarse de su familia. Me había estado contando de su encuentro con el último arees (novio). Me enseñó los textos de poemas de amor en su celular. Él tenía como 30 años, un buen trabajo y parecía agradable. Ella no quería casarse. Tiene 22 años. Había tenido reuniones previas con posibles novios. Pasamos un rato, le pregunté qué hacía al día siguiente. “Oh, conocer un novio”. Llegan a su casa, se sientan con ella y sus padres, y ella los rechaza. A ella no parecía preocuparle demasiado este último Romeo, aunque pensó que su poesía era dulce.

Una semana después, ella estaba en mi casa y yo metía sus bolsas plásticas en mi maleta para esconderlas. No es que no esperara que ella siguiera con su idea, es que no lo esperaba tan pronto.

Ella rechazó al tipo y sus padres se molestaron. Vas a casarte como sea, dijeron. ¿entonces, por qué no este? Tiene todas las credenciales, incluida la más importante, es druso. Fijaron el lunes para que sus padres fueran y formalizar el compromiso con los padres de ella. Ella se negó y le dijeron que no podía salir de la casa. Tendría que estar de acuerdo con alguno a la larga. Faltó a su trabajo el jueves. Su padre tomó su identificación y la escondió en alguna parte. El viernes, ellla esperó hasta que su padre se fuera y su madre bajara a comprar un paquete de cigarros. Agarró la identificación y huyó.

En mi casa, tratamos de pensar en las opciones. Tenía 6000 liras en efectivo (US$120) y había robado el elegante celular de su hermano, que podría vender por tal vez otros 5 a 6 mil. Foulan, que estaba en mi casa cuando ella llegó y que la ha amado por siempre a pesar de su insistencia de que nada podría pasar entre ellos, dijo que deberíamos empezar a buscar un lugar para vivir. Fuera de Jeramana.

Continúa en “La ley está con nosotros” :

El siguiente par de días Foulan y yo buscamos sin éxito un sitio fuera de Jeramana. La búsqueda se complicó por el Ramadán. Las oficinas inmobiliarias no abren hasta después de las 10am, cierran de nuevo mientras el dueño se va a la mezquita a rezar (durante el Ramadán, mucha gente reza fuera de ella, mientras que muchos otros que rezan regularmente hacen el viaje a una mezquita en vez de simplemente rezar en su oficinas). Antes de las 6, todas las oficinas cierran para Iftar, rompimiento del ayuno, y unos cuantos reabren después de las 9 durante un hora o algo así.

Así que tenía que encontrarle un sitio rápido. Encontré a una chica norteamericana que la alojó por la noche. Al día siguiente, domingo, pude contactarme con una mujer que trabaja en temas de género, incluida la violencia, que me dio el número de una línea directa de una casa segura para mujeres, administrada por monjas.

Esta mujer me dijo que le dijera a Manar que la ley está con ella. Tiene 22, no es una menor, y por la ley siria no necesita el permiso de su padre para nada. Es una adulta. Ninguno de nosotros está haciendo nada ilegal.

Después, en “De vuelta a Jeremana” escribe:

Al día siguiente dejé a Manar con estrictas instrucciones. Obviamente, que no saliera del departamento. El televisor y la música debían estar en silencio. Mantener las persianas abajo.

Esa noche veía una película con Manar, Foulan, mi compañero de cuarto, y mi novio, cuando llamó la madre de Foulan. Um Foulan estaba molesta. Foulan le dijo que estaba en mi casa. Ella le dijo que regresara ya, él dijo que no, que estaba en la mitad de una película. Cuando la llamada terminó, nos dijo que a veces ella se ponía así cuando se pelea con su hija. Mi novio estaba más preocupado, diciendo que probablemente tenia algo que ver con Manar.

Unos cuantos minutos después Um Foulan estaba en la puerta y Manar escondida en mi cuarto debajo de mi cama. Ella dijo que ocho hombres se aparecieron en su tienda y le exigieron saber si ella sabía dónde estaba Manar. Manar huyó, nos dijo ella. Actuamos adecuadamente sorprendidos y pedimos detalles. ¿Cuándo? ¿Por qué? Foulan le dijo que no había visto a Manar en meses. Dijo que la familia estaba amenzando con involucrar a la policía.

Mi novio dijo que la familia de Manar probablemente siguió a Um Foulan, y que probablemente estaban afuera. Ella no podía irse ahora. En un par de minutos su padre y tío estaban fuera de mi puerta. Caminé por el pasadizo con mi novio, dejando la puerta abierta detrás de mí. “¡Por qué está ÉL en tu casa a esta hora!” preguntaron (eran las 11). Veíamos una película, dije.

Se fueron, Manar lloró y pidió disculpas por meterme en esto. Pregunté si de verdad la matarían, con su madre gritando así. Ella contó la historia de una muchacha drusa de Sweida que huyó. Seis meses más tarde extrañaba a su familia y le escribió a su padre, rogando su perdón porque quería verlos de nuevo. Manar me dijo que el padre siempre había querido a su hija y que le había contestado, perdonándola. La recogieron y la llevaron a su aldea. Se detuvieron en lo que habían sido horcas hacía mucho tiempo. Su hermano la degolló y su madre hundió sus manos en la sangre, las elevó al cielo y trinó.

En “Sin solución“, termina la historia describiendo cómo la familia de Manar descubrió que ella estaba escondida en su departmento y fueron a tratar de obligar a su hija a regresar a casa con ellos, ¡y cómo ella se negó a salir a menos que su amiga norteamericana fuera con ella!

Finalmente el hermano de Manar la hizo salir. Ella colaspó en el piso (no había aire en la despensa y ella estaba toda sudada) en los brazos de Um Foulan, que limpió su cara con agua y le dio un poco para beber y todos chillamos. La madre de Manar vino, me dirigió una mirada horrible y se sintió claramente herida con que Um Foulan tomara su parte maternal. Jaló a Manar hacia ella, llorando.

Manar fue a echarse en mi cama y su tío le dio una pastilla para “calmarla.” Exigí saber qué era, Él trató de abrirle la boca y la puso adentro y yo grité “¡Ella no es un gato!” pero ella se sentó y la tomó. Manar no quería irse. Pedí perdón y le dije que no sadría de su lado. Le dije que no permitiría que nada le pasara.

Se negó a ir a casa. Se negó a ir al doctor. Estuvo de acuerdo en ir a la casa de su tío, pero solamente si yo iba con ella. Agarré mi cepillo de dientes y salimos juntas. Manar y yo tomadas de la mano y su madre molesta de que Manar no quiso agarrar su mano o sentarse a su lado en el auto.

1 comentario

  • amne

    bueno ….estas situaciones extremas son muy extrañas , …en libano no ocurren estas cosas …siria es un pais especial , tienen sus propias leyes, no es la religion es la mentalidad del país….siempre en cada institución o religion , ocurren excesos , por eso no debemos generalizar ….

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