Publicado originalmente el 3 de octubre del 2008
Visita a Carandirú, foto del usuario de Flickr silmaraelis, publicada bajo licencia de Creative Commons. La leyenda dice “acá las almas han sido olvidadas hace mucho tiempo”.
La Masacre de Carandirú, considerada una seria violación a los derechos humanos en la historia de Brasil, ocurrió hace dieciséis años (2 de octubre de 1992) después del estallido de un motín en el Noveno Pabellón del Complejo de la Prisión de Carandirú en São Paulo. El motín se salió de control, lo que llevó a que se llamara a las fuerzas de élite de la Policía Militar para que intervinieran y a una confrontación que resultó en la muerte de 111 prisioneros. Ningún policía murió.
Los grupos de derechos humanos alegan que la mayoría de los prisioneros estaban desarmados y no ofrecieron resistencia, y que la policía disparó contra reos que ya se habían rendido o que trataban de esconderse. Independientemente de esto, nadie ha sido nunca sancionado, y la única persona en ser enjuciada fue el oficial al mando de la operación, coronel Ubiratan Guimarães (asesinado en setiembre del 2006 en un crimen pasional). Inicialmente fue sentenciado a 620 años en prisión, pero la condena fue revocada después tras reclamos de nulidad de juicio.
Muchos bloggers brasileños volvieron a publicar los mismos artículos de los medios, pero solamente unos cuantos le dedicaron al día un post original. Dinha [pt] fue uno de ellos, y lo recuerda como el “mayor acto de cobardía cometido por el estado brasileño en contra de la población carcelaria en la historia del país”:
Ayer, 02/10/2008, fueron 16 años del día en que el Estado anunció oficialmente que había masacrado a 111 ciudadanos brasileños. Todos los que fueron masacrados, asesinados, no estaban en una guerra abierta con el Estado, sino que al momento de la masacre eran prisioneros, estaban bajo la custodia del Estado. Debido a esto, estaban desarmados y lo que es más, muchos de ellos estaban encerrados en sus celdas.
En un post del blog llamado “Impunidad”, Tarso Araújo [pt] nos recuerda que no se ha responsabilizado a nadie por este crimen, y que no hay un estimado de cuándo se juzgará al acusado:
El hecho de que el proceso involucre a muchos procesados, además de las dificultades estructurales que el sistema judicial enfrenta como respuesta a la acumulación de demandas pendientes, hace que el procedimiento avance lento.
El proceso está en apelación en la Corte de of São Paulo (TJ-SP). Debido a las señales de un crimen intencionado en contra de la vida, el juez determinó que los procesados fueran ante un jurado, una situación con la que los acusados no están de acuerdo.
En respuesta a una pregunta publicada en Yahoo! Answers acerca de cómo empezó la rebelión, Pucca [pt] comparte una parte de la historia que ella escuchó a través de un conocido, uno de los pocos prisioneros del Noveno Pabellón que sobrevivió a la masacre:
Un conocido de mi familia vivió ese infierno. Nos dijo que nadie sabe exactamente cómo empezó todo. Dice que ayudó a tirar más de 200 cuerpos en el pozo del ascensor que supuestamente existía ahí en la prisión y que entonces fue sellado con concreto. A un compañero de celda (llamado Barraco) lo mató la policía, él sobrevivió solamente porque se escondió detrás de una puerta cuando los prisioneros desalojaron las celdas a pedido de la policía, y dijo que mientras corría bajando las escaleras con muchos otros, las escaleras de la prisión estaban inundadas con sangre y que perros pastores alemanes los perseguían. Uno de los perros mordió su mano derecha. Dijo que estuvo agachado en el patio con otros prisioneros por más de 12 horas. ¿Su crimen? Había participado en un asalto a una casa de loterías, era su primer crimen y cumplía su condena en el Noveno Pabellón, donde todo empezó.
The Hub trajo una entrevista con P.P., recluido al costado en el Octavo Pabellón y vio desarrollarse el horror desde su ventana. Dice que el número oficial de muertos, 111, solamente refleja los cuerpos reclamados – él cree que hubo más de 300 muerto. Junto a un grupo de otros 30 prisioneros, lo mandaron llamar para ayudar a cargar los cuerpos, 50 de los cuales cargó solo. P.P. se lamenta de que, 16 después, el caso está marcado por la impunidad y el perdón:
“Fue feo. Pero lo que más me duele – lo absurdo que es que ahora haya sido olvidado – en Brasil ya nadie habla más de la Masacre de Carandirú” (P.P. en entrevista con Raquel Quintino – activista de derechos humanos de la Universidad de Comunicación Libre).
El Complejo de la Prisión de Carandirú era la prisión más grande de Sudamérica y alguna vez albergó a cerca de 8,000 reos. La prisión fue demolida el 9 de diciembre del 2002 para dejar el camino libre a un parque público. El usuario de YouTube mtrombelli tiene un documental de video filmado por estudiantes de periodismo que muestra los últimos momentos, celdas vacías y la demolición. El usuario de Flickr ispic tiene una galería de fotos tomadas justo antes de la demolición.
Los que quieran profundizar en la historia de la prisión y la masacre deberían empezar por ver la película altamente recomendada Carandirú, dirigida por Hector Babenco, e inspirada por el libro que fue éxito de ventas Estação Carandiru (Estación Carandirú, como se ha no-traducido) del físico brasileño Drauzio Varella, que trabajó en Carandirú como voluntario enfrentando la epidemia de SIDA desde 1989 hasta 2001.
2 comentarios
recien e visto la pelicula en tnt yo soy de peru y m inpacto y dolio mucho ala ves todo lo q pasaron los presos eso nunca huviera echo los policias y militares fue algo tan cobarde y desgraciados d su parte d ellos x q a la finales tbn eran seres humanos como nosotros y x el echo d estar preso no significa tratarlos de cualquier manera d mi parte felicito a las personas q an echo la peliculay brasil no deberia d olvidar nunca este echo tan feo . gracias
son pura basura los brasileños ojala y existiera hitler para que acabara con too ciudadano de brasil.