Ucrania: Reducción de daño y aplicación de la ley, parte 2

En octubre, el blogger ucraniano mazay, que escribe para un blog colectivo de LiveJournal de reciente lanzamiento: depo3p, escribió sobre su intento de educar a un grupo de oficiales de policía de Kiev en programas de reducción de daño. Una traducción de la historia de mazay fue presentada en Global Voices y en Rising Voices a comienzos de este mes.

Aunque los oficiales de policía que escucharon la conferencia de reducción de daño no parecían tan interesados en este enfoque aún no tan popular de lidiar con la adicción a las drogas como lo estaban en obtener condones gratis de los activistas, a juzgar por este post de seguimiento (rus) de mazay, la charla sí trajo algunos frutos positivos después de todo.

En los primeros párrafos, mazay describe una reciente visita al departamento de sus amigos drogadictos, que le contaron de un encuentro con la policía que tuvieron apenas un mes después de la charla de mazay‘ sobre reducción de daño:

[…] “¡Esténse quietos!” Como sea, empezaron a buscarme a mí. Primero, a través de los bolsillos, como, okay, vamos, sáque usted mismo todo… Después abrieron mi billetera, y hay casi mil hryvnias [cerca de $200] – dinero mío y el dinero que mi tía me pidió que le diera a mi madre. Bueno, en el momento en que los policías vieron el dinero, dijeron, “¡Wow! ¿De dónde salió?” y yo dije, algo como, eso no es mío, comandante, le juro, […] y de inmediato empezó la cantaleta: “¿Un drogadicto? ¡Vamos, muéstrame! ¡Muéstrame tus brazos!” Hice como que era un tonto, di vuelta a mis palmas, y él [me golpeó en el estómago]. Como, deja de engañar, lo veo en tu cara que te inyectas. Eso es, pensé, […] ahora nos llevarán a la estación de policía, nos rebuscarán, encontrarán lo que necesiten encontrar, y se llevarán todo el dinero… […] Y entonces abre mi billetera y abre un pequeño bolsillo donde están las tarjetas, notas, tickets y otras cosas. Y saca esto…

En ese momento, el narrador saca una tarjeta de plástico de su bolsillo – la tarjeta de un participante en el programa de Reducción de Daño. “Programa municipal de prevención de VIH/SIDA.”

¡El policía prácticamente saltó hacia atrás!

- ¡Qué, tienes SIDA? dijo.

- No, comandante, – dije, – hay este programa, ahí le pueden dar condones gratis, y varias vitaminas.

Otro oficial llegó. Tomó la tarjeta y dijo a los otros policías: «¿Recuerdan, el otro día había un tipo canoso haciéndonos una presentación? Sobre servicios sociales que trabajan con drogadictos, que les dan jeringas limpias, otras cosas, para evitar que esparzan muchas infecciones”. Los policías asiintieron, y él me preguntó: ¿Entonces? ¿Eres uno de esos, como lo llaman?…” Asentí con la cabeza, si, soy voluntario, visito drogadictos de por acá, reúno jeringas usadas, las intercambio por nuevas. Los primeros meses, vas de visita con un trabajador social, aprendes cómo funciona todo, y después empiezas a visitar a tus clientes tú solo… intercambias jeringas, distribuyes información – volantes, varios periódicos, los invitas a todo tipo de charlas. “Lo sé, lo sé,” dijo el policía. Y entonces no pude creer lo que escuché que les decía a sus muchachos: “Okay, chicos, devuélvanle el dinero y déjenlo que se vaya.” Y a mí- ¿no lo creerías! – dijo, cuenta el dinero, ve si todo está ahí. […] Le dije, Vamos, comandante, está bien, no hay necesidad de contar. Como, se supone que uno debe confiar en la gente… […]

Estaba sentado ahí, sonriendo en silencio. No importa qué digas, en algún profundo lugar de mi alma, como dicen, era inexplicablemente agradable darse cuenta que “el tipo canoso que hacía una presentación” era el autor de estas líneas, que resultaba haber pasado por este departamento hace ahora un minuto. […]

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