Marruecos: Una gripe peligrosa

Parece que no sólo el virus de la gripe mantiene a las autoridades marroquíes temerosas. Otro virus les perturba: la libertad de expresión.

By Y on Flickr

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Al menos cinco periodistas marroquíes independientes comparecerán ante un juez a finales de este mes en Rabat, la capital marroquí, tras haber publicado artículos en sus periódicos, Al-Jarida al-Oula, Al-Ayam y Al-Mishaal, en los que cuestionan el anuncio oficial sobre la salud del rey Mohammed VI. Todo empezó cuando el 26 de agosto el Palacio Real, en una acción sin precedentes, reveló que el monarca había contraído «una enfermedad viral benigna» y necesitaba convalecer durante cinco días. Al día siguiente, la prensa marroquí empezó a comentar el anuncio, principalmente elogiando la transparencia del palacio, algunos (citando fuentes anónimas) asociando la enfermedad del rey con el hipotético «abuso de inmunodepresores para tratar el asma». Los bloggers se unieron al debate. Al poco tiempo, una oleada de rumores y cotilleos emergieron, dando lugar a especulaciones y todo tipo de interpretaciones. Entonces las autoridades empezaron a llamar y arrestar a periodistas y les sometieron a largas horas de interrogatorio sobre las fuentes de su información, con interrogatorios que duraron más de 40 horas.

La mayoría de bloggers denunciaron los ataques contra los periodistas que, según la agencia de noticias oficial [Fr], se basaban en el código de prensa usado por el fiscal para acusar a los periodistas de «publicación de ofensas», «libelo», «malas intenciones» y de divulgar «información errónea» y «hechos falsos».

Solidarité Maroc, una plataforma ciudadana online por los derechos humanos en Marruecos, publica una carta [Fr] de solidaridad con los periodistas firmada por el veterano activista Khalid Jamai [Fr], que escribe:

Ellos tienen armas, comisarías, castigos corporales, pero nosotros tenemos las palabras. Palabras que la historia incrustó en la memoria del futuro. Se debe decir que estamos de nuevo en la era de «Amoula nouba» («Quién es el siguiente»). Docenas de diarios y semanarios tienen que sufrir los horrores de la censura, las prohibiciones, los procesos, las multas, únicos en la historia de la prensa.
Mañana, ¿quién será el siguiente?
Más: al principio fue la palabra. La palabra que no puede quedarse tras los barrotes o ser asesinada.

El blog A Moroccan about the world around him («Un marroquí sobre el mundo que le rodea») culpa a los periodistas y pide más «madurez periodística». Escribe:

«No necesitamos auto-proclamados periódicos políticos serios que dedican sus portadas a especular sobre cada estornudo y tos del rey y desvían la atención pública de temas graves como los fracasos absolutos de los diplomáticos cobardes y políticamente ingenuos al afrontar el asunto del Sáhara Occidental. Necesitamos unos medios independientes que no ejerciten la auto-censura, sino el buen juicio y desinterés en el cumplimiento de sus deberes; que no se adhieran a las influencias délficas, sino a la conciencia personal y al carácter inquebrantable. La libertad es una gran responsabilidad; Al-Jarida Al-Oula, Al-Ayam y Al-Michaal demostraron en este caso particular que no pudieron soportarla y lo pagaron. Confiemos que esto no sea más que un obstáculo.

No es la primera vez este año que los periodistas se han encontrado en el banquillo de los acusados. A diferencia de las ocasiones anteriores, Bluesman observa [Ar], que esta vez quizás los acusados se encuentren abandonados:

Es diferente esta vez porque los periodistas procesados se encontraron solos en la batalla, abandonados por sus compañeros en un peligroso precedente que confirma que el gobierno ha tenido éxito en dos cosas: intimidar a la prensa y sembrar la disensión entre los periodistas.

El debate sobre el tema toma a veces giros inesperados. Besar la mano del monarca en Marruecos es una costumbre centenaria que, aunque no obligatoria, la mayoría de marroquíes se sienten obligados a cumplir para mostrar su lealtad al rey. Larbi, citando un editorial del periodista Rachid Nini que sugirió la prohibición de la práctica por razones profilácticas, lamenta [Fr] el hecho de que la costumbre no haya sido desaprobada por las razones correctas. Él escribe:

Así que debemos abolir el besa-manos, no porque representa una práctica de otro tiempo, no porque es humillante para la dignidad humana, no porque representa un sorprendente contraste con el moderno Marruecos. No, nos dicen que debería ser abolido para proteger al rey contra la suciedad y los gérmenes llevados, inevitablemente, por sus súbditos, sus manos y bocas.

Para un forastero, es difícil comprender la repetida actitud de las autoridades marroquíes respecto a los medios a menos que se presente en el contexto del sistema de gobierno marroquí que sitúa al rey sobre el resto de los mortales. Jillian York, blogger, activista y gran conocedora de Marruecos, escribiendo en KABOBfest, se pregunta sarcásticamente, pero casi incrédula, sobre qué asunto tan horrible podrían haber publicado los periodistas para provocar tal reacción de las autoridades. Ella escribe:

«Así ¿qué podría haber dicho la historia falsa […] ¿Que tenía cáncer? ¿Que se estaba muriendo de enfermedad pulmonar? Pues, no. Los periodistas informaron que el Rey afirmaba haber contraído… el virus de la gripe.»

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