Sudáfrica: La mujer que pasó 7 meses en una prisión de hombres

Antes de ser absuelta de intento de robo y secuestro en Sudáfrica, a Denise Abbah la encarcelaron en una celda para hombres durante siete meses mientras esperaba su juicio. Los oficiales de la prisión la tomaron por un travesti. Ahora, la señora Abbah está buscando justicia pues está demandando al Departamento de Servicios Correccionales por daños hasta un monto de 100 000 rands.

Según IOL, a seis años de su liberación, Denise Abbah está lista para luchar con el departamento por la pesadilla que vivió. Denise tiene cinco hijos:

No hay nada masculino en Denise Abbah, madre de 36 años de Durban. Es bastante agradable y nadie en su sano juicio sugeriría que parece un hombre.
Aun así, la arrojaron a una celda de hombres durante siete meses, lo que resultó en que la violaron y la sodomizaron, según alega.

Ahora, a seis años de su liberación, Abbah quiere venganza:

“He estado escondida. Han puesto mi vida de cabeza. No puedo ir a ninguna parte sin que la gente me moleste, y me digan hombre”, dice esta mujer de Durban, madre de cinco hijos. […]

En documentos registrados en la Corte de Magistrados de Durban, está demandando por R100 000 por daños, aunque está buscando asesoría adicional para aumentar su reclamo.
La presunta tortura de Abbah empezó en setiembre de 2002, cuando la mandaron a la cárcel a esperar juicio por asalto, intento de homicidio y secuestro -después fue absuelta de esos cargos.

El nombre de Denise fue mal escrito, como “Denis” en lugar de Denise y la arrojaron a un celda con hombres, donde la violaron repetidas veces.

Christina Engela escribe en su blog Sour grapes- The Fruits of Ignorance (Uvas ácidas – Las frutas de la ignorancia):

Creo que se debería señalar que no es muy bonito que nos traten así , ¿no es cierto? Y por lo tanto no es bonita la manera en que NOS han tratado – A PESAR de las previsiones en leyes existentes que supuestamente protegen a las personas de esta clase de trato.

Aparentemente, un típicamente sobrecalificado genio al empleo del Estado escribió mal su nombre como “Denis” -cuando en realidad es Denise (Si, correcto, con una “e» -como en “educación»). Ese desliz de una tecla fácilmente pudo haberle costado la vida a esta mujer. En realidad, diría que su vida ha sido arruinada efectivamente. Si, fue detenida como sospechosa de haber cometido un delito -pero ahora, a pesar que la corte la ha limpiado de todos los cargos- es una víctima de múltiples violaciones, ha sufrido diversas formas de abuso y trauma, es suicida, puede haber contraído VIH y otras numerosas enfermedades. Un simple “M***a, lo sentimos mucho” de la corte y del Servicio de Prisiones -o el Estado- no va a ser suficiente.

En el blog Queerlife, el blogger pregunta si el oficial de la prisión se negó a creer que Abbah estaba menstruando, ¿por qué no le prestaron cuidado médico? ¿Y es correcto que Denise Abbah pase por otro examen médico por parte del gobierno como una completa verificación de que es una mujer?:

Cuando Abbah empezó a menstruar, los guardias de la prisión le dijeron que eso era “a causa de la operación”. Porque, ya sabes, la gente sangra todo el maldito tiempo después de operaciones milagrosamente curadas que no dejan cicatrices.
4a) Cuando creyeron que Abbah estaba sangrando, no intentaron darle cuidados médicos, que presumiblemente hubieran revelado que a Abbah la habían tomado por hombre.
5) Ahora el gobierno quiere someter a Abbah a humillaciones adicionales y hacerla pasar por exámenes de género para verificar sus alegaciones, como si la narración anterior (y el hecho que ha dado a luz a cinco hijos, que debería ser fácilmente verificado legalmente) no fuera suficiente.

¿En qué universo cualquiera de las cosas mencionadas estaría bien?

En “Judging a book by its cover” (Juzgando un libro por su cubierta), Helen G describe el caso de Abbah como una barbaridad y una violación de los derechos humanos y da un contraste de Nastaran Kolestani, una mujer trans encarcelada durante once años en una celda de hombres:

Por ejemplo, hace poco escribí acerca de una prisionera, mujer trans, referida solamente como ‘B’, presa en una prisión para hombres del CIS (Comunidad de Estados Independientes, de las ex repúblicas de la Unión Soviética. Por sus siglas en inglés) durante cinco años; Nastaran Kolestani en EEUU -recluida 18 meses antes que su caso llegara a la corte– y una mujer trans española recluida durante once años en una prisión para hombres del CIS –si, once años– antes que le concedieran los derechos humanos básicos que muchos de nosotros damos por descontados.

Pero esto no se trata de crear jerarquías de opresión –el trato a la señora Abbah ha sido tremendamente bárbaro: siete minutos hubieran sido demasiados, ni hablar de siete meses– sino de señalar las extensas brechas en derechos humanos que se aplican contra mujeres trans que están presas con crueldad casi sádica durante años, no meses.

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