Timor Oriental: El pasado está presente

Regina Magalhaes con su hijo Fidelis, funcionario de derechos humanos del Servicio de los Jesuitas para Refugiados en Timor Oriental. A su esposo Manuel lo mataron en la violencia que siguió por la lucha de la independencia de Timor Oriental. Foto de Stephen Steele

Peinamos todo el distrito de Bobonaro e hicimos repetidas visitas a Batugade y Palaka, donde según los rumores habían descargado los cuerpos. Solamente encontramos algunas partes de cuerpos esparcidas en diferentes lugares. Hubo un caso en que encontramos un cráneo a kilómetros de un cuerpo decapitado, que asumimos que habían pertenecido a la misma persona. A pesar de lo que se recuperó, muchos, incluido mi padre, no han sido encontrados. Peor, han pasado once años y hasta ahora no sabemos qué pasó en realidad.

Fidelis Magalhães escribió esas dolorosas palabras [ver nota al pie] en el undécimo aniversario de la Consulta Popular realizada por las Naciones Unidas en la que resultó que el 78% de la población votó por la independencia de Indonesia. Esto terminó con una ocupación que duró 24 años, que tuvo como resultado la muerte de más de 150,000 personas. Sin embargo, en el paroxismo de la violencia organizada e implementada por los militares indonesios y sus apoderados timorenses, más de 1,500 personas murieron antes, durante y después de la consulta. Las víctimas y sus familias no han logrado mucho en su camino hacia el cierre.

La historia de Fidelis generó un considerable interés en Timor, llevado a cabo por el sitio web Red de Acción de Timor Oriental (ETAN, por sus siglas en inglés). Él habla del asesinato de su padre, Manuel Magalhães, que fue uno de los principales líderes del movimiento proindependencia en el distrito de Bobonaro (en la frontera con Indonesia). Magalhães fue asesinado con otros partidarios de la independencia el 9 de setiembre de 1999, tal como consta en Chega [Suficiente, pt], el informe final de la Comisión de la Recepción, la Verdad y la Reconciliación:

según el Sub Fiscal General para Delitos Graves, el 9 de setiembre, el sargento timorense M147 (…) (Maliana, Bobonaro) recibió información de un aldeano según la cual un grupo de personas que habían escapado del complejo de la policía habían sido descubiertas en la orilla del río (…). Entonces, el sargento M147 ordenó a un grupo de la milicia Dadurus Merah Putih que lo acompañaran a Mulau. En este operativo, murieron 13 partidarios de la independencia. Las víctimas fueron: Lamberto de Sá Benevides, Abilio Marques Vicente, Augusto dos Santos Marques, José Barreto, Pedro Luis, Lucas dos Santos, Luis Soares (Luis dos Santos), Jeroni Lopes, Domingos Titi Mau, Manuel Magalhães, Carlos Maia, Ernesto da Coli y Paul da Silva. A los primeros nueve, desde Lamberto de Sa Benevides hasta Domingos Titi Mau, el sargento M147 les ordenó que se arrodillaran y levantaran las manos. El sargento M147 les disparó uno por uno con un rifle automático. Los otros cuatro fueron capturados por separado y los mataron. A Manuel Magalhães y Ernesto da Coli les dispararon y después los apuñalaron. A Carlos Maia lo apuñalaron hasta morir y a Paulo da Silva le dispararon varias veces mientras trataba de rendirse. Manuel Magalhães era líder del Consejo Nacional de Reconstrucción de Timor (CNRT, por sus siglas en inglés) y Carlos Maia era un destacado activista a favor de la independencia. Todos los cuerpos, menos el de Paul da Silva, fueron llevados a la playa en Batugade. Bajo las órdenes de dos comandantes de Saka Loromonu, los cuerpos también fueron arrojados al mar.

El mismo informe dice que el solamente se encontraron y se enterraron el cuerpo y los restos de tres de las vícitmas, aunque este no fue el caso de Manuel Magalhães.

Según un informe de los medios, Magalhães sabía que sus actividades a favor de la independencia eran potencialmente fatales: «En su última conversación con, Nivio, su hijo mayor de 19 años, el 26 de agosto de 1999, le dijo al muchacho «si muero, no quiero que busques venganza. Quiero que construyas un país de paz». El año pasado, pocos días después del décimo aniversario de la muerte de Magalhaes, su hija Ivete Liete Oliveira se preguntó:

¿Es demasiado pedir justicia? (…) No debemos simplemente olvidar el pasado porque el pasado es lo que nos trajo a donde estamos ahora.

Ahora es turno del hijo menor, Fidelis, ex asesor del ganador del Premio Nobel, el Presidente José Ramos-Horta, hoy estudiante en Londres. Fue uno de los primeros en defender la reconciliación nacional en 1999, “en diversas partes del país en diferentes comunidades exhortando a las personas a reconciliarse, a vivir sin odio y respetando los derechos de los otros”. En su nota, afirma que el otro lado de la reconciliación es “aprender algún día lo que realmente pasó y recuperar los restos de nuestros seres queridos”, como lo explica:

Para mí, el tema no es acerca de venganza, ni siquiera me interesa arrestar a los generales indonesios. Lo que quiero es que el gobierno timorense presione a Indonesia para que nos diga qué pasó y posiblemente no ayudar a recuperar los restos. En este momento, para muchas familias de las víctimas todavía no hay un cierre apropiado. Les han dicho que se reconcilien con las milicias y que perdonen a los indonesios, pero hasta ahora su propio estado parece absolutamente incompetente hasta para preguntar por algo tan pequeño como la verdad y la identificación de los lugares de sepultura. Todo parece estar eclipsado por el pragmatismo.

Photo from the memorial to Manuel Magalhães and those killed in the police station at the beach of Batugade, by Flickr user Rusty Stewart shared under a CC Attribution - Non-Comercial - Share Alike license

Foto del homenaje a Manuel Magalhães y a los que murieron en la estación de policía en la playa de Batugade, del usuario de Flickr Rusty Stewart, compartido con licencia CC Attribution – Non-Comercial – Share Alike

Mientras que Fidelis con la ayuda de algunos amigos “condujeron a las familias de las víctimas por todos los lugares que sospechaban podían tener algún significado, (…) reunieron información de las comunidades locales referente a posibles sitios de ejecución o de entierro [y] buscaron en muchos lugares durante casi dos años”, ahora presiona al estado timorense a que tome acción:

El estado timorense parecía incapaz de conseguir cualquier información del gobierno indonesio referente a lo que pasó y al paradero de los restos. Las únicas cosas que encontré que pertenecían a mi padre fueron sus pantalones y una tarjeta de registro de una bicicleta medio quemada (según algunas fuentes, a él y a los otros 12 o 13 los desvistieron, los cortaron en pedazos y los echaron al océano). Pero hasta los pantalones, después los entregué a la Unidad de Crímenes Graves de las Naciones Unidas y no he logrado recuperarlos tras todos estos años. El año pasado me citó el Equipo de Investigación de Crímenes Graves, en donde me entregaron unas cuantas fotos de los pantalones y la tarjeta acompañados de palabras de consuelo que decían que los verdaderos pantalones y la tarjeta no podían ser devueltos todavía porque la investigación seguía “en marcha”.
Antes de terminar, un líder juvenil amenazó con pegarme por organizar la celebración del Día Internacional de los Derechos Humanos en 2000. Vale la pena recordar lo que me dijo: “eres un traidor, traicionas a tus amigos y a tu padre. Los llamados derechos humanos son simplemente una manera para que perdonemos y no dañemos a los que nos dañaron. Las muertes serán olvidadas. Las Naciones Unidas y el gobierno se olvidarán”. Todavía tengo la esperanza que no tenga razón… Pero tal vez solamente sea yo, un optimista crónico.

“Algunos pensamiento del pasado…” de Fidelis Magalhaes publicado en Facebook (domingo 12 de setiembre de 2010 a las 18:56), citado a lo largo de este artículo con autorización.

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