Mario Vargas Llosa y su relación con el Perú

Imagen del usuario Luis Carlos Díaz en Flickr con licencia Reconocimiento-NoComercial 2.0 Genérica CC.

Vine a Firenze para olvidarme por un tiempo del Perú y de los peruanos y he aquí que el malhadado país me salió al encuentro esta mañana de la manera más inesperada.

De esta forma se inicia El Hablador, una novela no tan reconocida pero si crucial en la obra literaria de Mario Vargas Llosa. En ella un narrador que es muy similar al escritor (Vargas Llosa es aficionado a lo que se conoce como metaficción) describe sus andanzas por Florencia tratando de apartarse del Perú, sólo para venir a encontrar unas fotos que hacen renacer su interés por lo peruano. Algo que ilustra muy bien la a veces conflictiva relación entre Vargas Llosa y el Perú, y que es una de las claves para entender su corpus literario.

Como ya fue reportado en Global Voices, Mario Vargas Llosa se ha hecho acreedor al Premio Nobel de literatura de este año. Sin embargo, mas allá de las casi unánimes felicitaciones que muchos han expresado en los medios y redes sociales, son pocos aún los análisis post nobel a la obra del escritor. Pero algunos escritores peruanos y amantes de la literatura han esbozado ya algunas líneas que intentan mostrar lo que significa Vargas Llosa para ellos y para el país. Uno de ellos es el escritor Gustavo Faverón, quien desde Puente Aéreo dice:

…es el autor de las primeras siete novelas adultas que leí en mi vida. … Aprendí muchas cosas sobre el mundo y sobre mi país leyendo a Vargas Llosa, … En los años de mi adolescencia, tuve tres ídolos semejantes. Vargas Llosa fue el primero, el siguiente fue Paul McCartney y el último Stanley Kubrick. … En mi vida, en esos años, y en los años siguientes, pocas personas de carne y hueso fueron tan reales para mí como […] el Poeta, el Jaguar, Lituma, la Pies Dorados, el Periodista Miope, Jum, Galileo Gall, Fushía, Teresita, Santiaguito Zavala, el León de Natuba, Jurema o la Brasileña.

Pero no son sólo los personajes lo que se recuerda de los libros de Vargas Llosa, también hay frases memorables sobre el Perú como la que trae a colación el escritor Richar Primo del blog Zona del escribidor en su post de homenaje al autor:

La primera novela que leí de Vargas Llosa fue «Conversación en la Catedral» y – mis amigos más cercanos lo saben – fue la lectura que alteró el curso de mi vida. Aun esta misma mañana, en que que he tenido que pasar por la avenida Tacna, y después de tantos años transcurridos, las primeras frases del libro me parece que reverberaran todavía nítidamente entre sus grises edificios … «automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina. ¿En qué momento se había jodido el Perú?»

Imagen de la biblioteca particular del autor de este post.

Aparte de su quehacer literario, Vargas Llosa ha mantenido un activismo político que le ha ganado recalcitrantes opositores, sobre todo por su migración de las canteras del izquierdismo a las del liberalismo. Y mas aún cuando candidateó a la presidencia a principios de los noventa, experiencia de la que salió desilusionado de la política partidaria así como también del Perú y que transformó en uno de sus libros más interesantes, la autobiografía El pez en el agua.

Pero Mario Vargas Llosa es un pensador incansable y su anunciado abandono de la política fue sólo a nivel de su involucramiento personal como actor principal en ella y no de su ejercicio de opinar. A propósito de esto, el académico Camilo Fernández escribe en su blog La soledad de la página en blanco, los que a su parecer son los méritos por los que Vargas Llosa merece el premio Nobel, y uno de ellos es que:

maneja el ensayo con invalorable destreza. Polemista a contracorriente, incendiario en el más ilustre sentido de la palabra, Vargas Llosa es un demócrata que defendió la cultura de la libertad sacrificando, incluso, intereses personales y asumiendo, si fuera necesario, el costo político de hacer una apología de la tolerancia y de la búsqueda de consenso en una sociedad como la peruana, donde es moneda común la corrupción y el arribismo como prácticas consuetudinarias.

En kausa justa, el blog del Equipo de Incidencia en Derechos, postean «siete textos fundamentales de nuestro escritor en defensa de los derechos humanos en el Perú.» Por que aún cuando Vargas Llosa esté fuera del país la mayor parte del tiempo, como su narrador en la ficción citada al principio de este post, siempre está pendiente de qué sucede en el Perú. Un ejemplo reciente de esta participación y la consecuencia con su propio pensamiento es el que recuerda la escritora Sonia Luz Carrillo:

Hace algunas semanas apenas, nos dio muestras de cuán estrecho es el vínculo con las circunstancias nacionales al renunciar a la presidencia de la comisión encargada del Museo de la Memoria al encontrar incoherencia entre su presencia y un decreto legislativo diseñado para favorecer a los violadores de derechos humanos durante el régimen dictatorial de Fujimori y Montesinos y que el autor de La fiesta del chivo calificó acertadamente de amnistía encubierta.

Algo que Vargas Llosa recuerda con orgullo es su paso por la Universidad de San Marcos. Sandro Medina, periodista que bloguea en Letra Suelta, tuvo el encargo, hace 3 años, de entrevistar a al autor precisamente para la revista de la universidad y publicó algunas partes de dicha entrevista en su blog. Entre otras cosas importantes se encuentra este párrafo dedicado a la política y la vida universitaria:

Tu vida universitaria no solo estaba ceñida a la lectura y las clases. Siempre tuviste la certeza de que en la universidad no solo se debe dar un entrenamiento profesional. «Yo creo que al mismo tiempo de formarlos profesionalmente, a los alumnos deben motivarlos para que desarrollen inquietudes, curiosidades. Para que tengan una actitud crítica frente al mundo en que vive, y esto se vivía en San Marcos en mi época estudiantil.»

Alzas la voz y criticas con fundamento a todos aquellos que están inmersos en la “política mal llevada”, que tanto daño le hizo a la Decana de América. Que tanto daño le hace al país. «Insisto, la política no puede estar ausente en una universidad, pero en el sentido más creativo de la palabra: debates, cotejos intelectuales, discusión de proyectos, de modelos.»

Finalmente, a pesar que se quedan en el tintero muchas aristas de la relación de Mario Vargas Llosa con el Perú, regresemos a lo (casi) estrictamente literario mediante lo que reflexiona el también escritor Juan Manuel Robles en su blog Manhattan Mental. Él se encuentra en Nueva York y asistió a la conferencia de prensa dada por Vargas Llosa después de conocerse que había ganado el premio Nobel. Aunque refiere que al principio vio con cierto escepticismo el asunto, después cuenta:

Entonces empecé a entender por qué este día era también importante para mí, para todos los que tratamos de encontrar en la escritura una forma de resistencia. Porque ver a Vargas Llosa ahí sentado es entender también que la única lucha que importa es la que empieza con la primera página en blanco y termina con miles de tachaduras. Me vi adolescente sintiendo piedad por el periodista miope, fascinación por la Barbuda, terror por el perro que mochó a Pichulita Cuéllar, compasión por Varguitas, respeto por el Jaguar. Vi una cabina de radio y un chiquillo que embellecía noticias. Vi a la brasileña. Vi todo eso y recordé un viejo chiste: el del escritor latinoamericano que se despierta a las once de la mañana y se hace una pregunta culposa: ”Qué tarde. ¿Cuántas páginas habrá escrito ya Mario Vargas Llosa?”

La conferencia siguió con su inevitable dosis de política, pero en un punto llegamos al Perú. Porque siempre hay que hablar sobre el Perú, porque ya pasaron esas feas épocas en que el escritor no contestaba a ningún periodista peruano. “¿Qué tiene que decir sobre el Perú?”. Vargas Llosa, sonriente, se sacó la capucha que mejor le queda, la de Flaubert. —El Perú soy yo.

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Este post es una versión para Global Voices del post Mario Vargas Llosa y el Perú publicado en el blog Globalizado.

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