[Este post fue originalmente publicado en Ushahidi's blog. Ushahidi es una herramienta open-source de mapeo desarrollada en Kenia durante la crisis de 2008, desde entonces ha sido mundialmente utilizada para hacer acciones de crowdsourcing.]
Los profesores cantaban los nombres de los candidatos a sus escolares. Hubo despidos de funcionarios públicos por no hacer campaña por sus jefes políticos. Los datos personales de la gente se vendieron al por mayor a los activistas de la campaña. Se produjeron amenazas de muerte a quienes denunciaron delitos electorales.
Bienvenido a la parte desagradable de la campaña electoral brasileña.
Hay algunos informes en Eleitor 2010, un proyecto «crowdsourcing» que se propone facilitar reportes ciudadanos sobre los abusos electorales en Brasil.
En la democracia más grande de América latina -con más de 120 millones de votantes- este año, los electores van a las urnas para elegir el sucesor de uno de los presidentes más populares de la historia del país (Luiz Inácio «Lula» da Silva), pero también votarán por sus gobernadores, una gran parte del Congreso.
Cada país tiene su propia cultura política y sus rarezas. Incluso la más mínima democracia tiene sus propias reglas alrededor de unas elecciones, los mecanismos de votación y la garantía de que el Estado regula el proceso.
Brasil fue una de las primeras democracias de su talla en emplear el voto electrónico. También tiene voto obligatorio. Pero hay otros aspectos de su proceso electoral que son únicos, incluidos los intentos de regular estrictamente la campaña online, la compra del voto y los llamados «showmícios» (mítines).
Brasil tiene leyes muy claras y exhaustivas para la regulación electoral pero el problema es la aplicación de las mismas.
Hay una cultura real de políticos que subvierten la ley, mantienen una posición privilegiada como patronos de los votantes en Brasil. Esto se debe a un lejano pasado colonial y a la desigualdad que todavía persiste, donde los intereses creados por la élite continúan.
La idea que está detrás de Eleitor 2010, un proyecto puramente voluntario y no partidista a cargo de un equipo virtual con financiación cero, es involucrar a los votantes para que vayan más allá de las elecciones. Según Paula Góes y Diego Casaes, sus creadores que se conocieron vía Twitter y ahora colaboran en Global Voices Online, con este proyecto tratan de promover una ciudadanía crítica y activa, que desafíe algunas de las prácticas poco democrácticas mencionadas.
Eleitor 2010 se ejecuta con el software de código abierto Ushahidi, una plataforma web que recibe mucha atención por su utilidad en el mapeo de los incidentes después del terremoto de Haití, impulsado por informes a través de sms desde el terreno.
Ushahidi aún no ha alcanzado todo su potencial como plataforma de supervisión electoral, dicen Góes y Casaes. Con un 25% de estimado del país en línea cada día y una de las tasas más altas de abonados móviles en América Latina, ellos esperaban que Brasil sea el lugar donde crezcan este año. A cuatro semanas de las elecciones, Eleitor 2010 tenía ya casi más de 230 informes, de cada uno de los estados y de las zonas más remotas.
Sin embargo, conseguir expandir el mensaje de la plataforma es una batalla cuesta arriba, en un país donde los medios de comunicación televisivos y escritos todavía son fuertes y se mantienen gracias a una élite privilegiada que defiende sus intereses.
A pesar de esto, los equipos de comunicación de Eleitor 2010 ha generado un poco de atención mediática y trabajar en las redes sociales con otras iniciativas de transparencia democrática ha sido crucial. Recientemente Google presentó a Eleitor 2010 en su página dedicada a las elecciones en Brasil.
Góes y Casaes esperaban que con su campaña de sensibilización -en redes sociales, incluyendo Orkut con 40 millones de usuarios, asociaciones con redes de cibercafés, ONGs y movimientos sociales- Eleitor 2010 se abriera paso y cambiara la forma en la que miles de votantes participan en el proceso electoral.
A través de la plataforma ya habían salido a la luz algunas anécdotas entretenidas mucho antes del 3 de octubre, día de las elecciones.
Los electores atraparon a un hombre en una pequeña población del interior vendiendo cuentas de Twitter con más de 40.000 seguidores por el insignificante precio de menos de 125 dólares americanos. Esto es ilegal según la ley electoral brasileña. Cuando nos enteramos, el hombre en cuestión dio evidencia más incriminatoria y luego amenazó con demandar a Eleitor 2010. Las pruebas, incluyendo imágenes y la transcripción de una charla con él, fueron entregadas al Tribunal Electoral.
Otra historia cómica vino de Sao Paulo, donde los profesores alentaban ilegalmente a los niños a cantar por dos de los candidatos, uno para alcalde y otro para presidente… pero el tiro les salió por la culata cuando los niños gritaron instintivamente «¡Lula, Lula!». El vídeo empezó a circular rápidamente y ya tiene más de 70.000 vistas.
Otro vídeo que causó sorpresa fue el del blogger Ricardo Gama acerca de un autobús VW propiedad del Ayuntamiento que estaba siendo usado por una campaña en Río de Janeiro. El blogger grita «¿Estás llevando propaganda electoral en el coche del Ayuntamiento? Esto es delito electora! Lo grabé, voy a denunciarte.»
Desde el norte de Brasil, en el estado de Maranhao, la noticia de que una red de inglesias evangélicas estaba ofreciendo «negociar» 3.000 votos por «apoyo» después de las elecciones llegó a Eleitor 2010. En el estado de Sao Paulo, un obispo imploró a los fieles no apoyar a la sucesora del presidente Lula, Dilma Roussef.
Estos ejemplos indican cómo esta plataforma y las herramientas participativas en línea seguirán siendo útiles en los años próximos. No importa si se hace viral y se convierten en un nombre familiar, Eleitor 2010 y otras iniciativas de transparencia democrática ya han cambiado algunas reglas del juego en las elecciones de este año.