Imaginen lo que es vivir en Pakistán, un lugar en el que un día sin ningún bombardero suicida o un ataque de un avión no tripulado puede ser noticia, donde las personas deben lidiar a diario con emociones como el sobresalto, la rabia, la incomodidad y una profunda sensación de impotencia.
Hace poco, una mañana, el primer tuiteo que captó mi ojo fue el de un columnista pakistaní, Fasi Zaka (@fasi_zaka):
@fasi_zaka: Los últimos momentos de un bombardero suicida que no murió inmediatamente después de la explosión https://www.facebook.com/video/video.php?v=201156813237903
Uno de los seguidores de Zaka en Twitter respondió a esto:
@Suprah_: ¡El muchacho todavía está vivo! Se está recuperando en un hospital local y después dio una entrevista a la BBC http://bbc.in/gFbx1r.
En un día promedio, muchos pakistaníes retuitean o distribuyen a través de Facebook noticias de bombarderos suicidas, ataques de la OTAN con aviones no tripulados y las represalias del Talibán.
Ali Chishti en Pakistanpal's blog escribe [ing]:
Ha habido un total de 234 ataques con aviones no tripulados en Pakistán desde 2004, según la Fundación New America, incluidos 22 en 2011. Se estima las víctimas mortales entre 1,439 y 2,290 – de las cuales de 1,149 a 1,819 fueron descritos como militantes en confiables relatos de prensa. [..]
La respuesta pakistaní ha estado llena de confusión y contradicciones. El ejército, luego de haber llegado a un entendimiento con Estados Unidos en 2006, ha permitido un limitado uso de la fuerza dentro de de Pakistán debido a las duras condiciones en las Áreas Tribales de Administración Federal (FATA, por sus siglas en inglés) exclusivamente por razones de costo-beneficio. Al mismo tiempo, ha usado constantemente a la opinión pública pakistaní en el tema de presionar a Estados Unidos.
La aceptación de estos ataques con aviones no tripulados en Pakistán ha convertido al pueblo un aliado poco dispuesto. Sin embargo, y sin importar las alianzas unilaterales que puedan crearse, la gente seguirá sufriendo, ya sea como resultado de los ataques de aviones no tripulados o como de los ataques del Tehrik-i-Talibán.
Kathy Gannon, antigua corresponsal estadounidense de asuntos afgano-pakistaníes en el periodo 1986-2005, afima algo similar [ing] en su artículo publicado en The Journal Gazette:
Pakistán está frustrado ante los crecientes ataques con aviones no tripulados y las acusaciones de debilidad en contra de militantes islámicos a pesar de sus casi 3,000 soldados muertos, cinco años de guerra en sus zonas tribales y docenas de arrestos de presuntos operativos o afiliados de al-Qaida.
En mi blog [ing] he compartido las opiniones de personas con las que me he encontrado, donde describen los cambios radicales que ha tenido la vida en las ciudades por el miedo y las frustraciones.
Fahd Dar, estudiante de Lahore, dice:
La vida sigue, pero definitivamente no es la misma. La gente ha restringido sus salidas. Aunque los lugares famosos para pasar el rato siguen llenos, el miedo a lo desconocido sigue allí. Con escáners instalados en casi cada esquina de la ciudad, incluso en institutos de educación, naturalmente te da una sensación de duda y vulnerabilidad. Lahore ya no se siente segura para comer lo que más te gusta tarde en la noche o ver una ingeniosa obra en Al-Hamra. Aun así, nuestras esperanzas están altas, las cosas tal vez mejoren.
Haris Hameed, gerente de una empresa de publicidad en Islamabad:
Un recorrido de un extremo de Islamabad al otro significaba que tenías dos opciones. Tomar la ruta escénica que va paralela a las majestuosas colinas Margalla o el que va por el corazón del distrito comercial, cariñosamente apodado Área Azul. Pero eso era antes. Ahora, cuando planeas tu salida, solamente se tiene en cuenta una cosa: ‘¿qué ruta es la que tiene menos cantidad de puestos de control de seguridad?’ […]
Entendiendo que estas medidas de seguridad que se parecen a una carrera de obstáculos para ratones en un experimento científico es una necesidad en los recientes tiempos turbulentos, las personas en Islamabad han tomado todo con calma. Siempre hay remordimiento y solidaridad por las víctimas cuando hay una explosión o un ataque terrorista en la ciudad, pero tras un día o dos de cuidado, los lugareños se aventuran a regresar a sus rutinas. Creo que el hilo común entre las personas de la capital (sin importar a qué sección de la sociedad pertenecen), es que siguen viviendo. Encogerse en casa con miedo y dejar de hacer una vida normal es exactamente lo que los terroristas quieren que hagamos. Si hiciéramos eso, significaría que los terroristas tuvieron éxito en sus objetivos y que ganaron. Ciertamente, no podemos permitir que eso pase. Así que vivimos, un día a la vez.
Solamente podemos esperar que las cosas se normalicen pronto en Pakistán, pero la esperanza parece estar lejana.