Hace unas semanas me encontraba en Medellín, Colombia, cuando caí en la cuenta que hasta la fecha no existía una entrevista en Global Voices a Cati Restrepo. Decidido a subsanar dicha omisión me comuniqué de inmediato con ella y nos encontramos en el sitio conocido como Pueblito Paisa, donde grabé los videos que se incluyen en este post, el texto restante lo trabajamos en los días siguientes. Obviamente estoy dando por sentado que todos conocen a @Catirestrepo, quien fue la líder natural y rostro más conocido del proyecto financiado por Rising Voices: Hiperbarrio, proyecto al cual dejó de pertenecer hace ya un año; mientras fue miembro de dicho proyecto, Cati se hizo acreedora al premio Mujer Talento de la ciudad de Medellín, lo que la llevó a organizar y liderar su propio proyecto llamado Mujeres e inclusión Digital. Además de ser una activa colaboradora de Global Voices ella se encuentra involucrada actualmente en muchas otras cosas. Les invito pues a conocerla un poco más.
Hola Cati, cuéntanos de tu vida antes de los blogs y las redes sociales…
Se trata de una vida bastante normal y tranquila, en realidad. Estaba en el colegio (Conocer los blogs y las redes sociales coincidió con mi ingreso a la Universidad) y básicamente me dedicaba a las tareas inherentes a estar en etapa escolar, o a cantar en eventos, tocar mi violín, y leer cuanta novela se cruzara por ahí.
Como ves ha sido un estilo de vida bastante sencillo que ha girado alrededor de mi familia, y proyectos académicos, y tanto ambiente de biblioteca me enseñó responsabilidad y disciplina y en parte son culpables de que parezca ir en “contra” de mis genes caribeños maternos, amantes del vallenato y la comida de mar, que son cosas que me cuestan mucho ahora. Aunque lo de la comida pues es cuestión de aprenderlo, mi gusto por el vallenato murió hace mucho tiempo víctima de no poder dormir en diciembre con los sonidos de la rumba de los vecinos.
Y bueno, si de hablar de un “antes de los blogs” se trata, era una buena caminante y madrugadora, así que me encantaba salir a caminar aprovechando todo el verde que tengo cerca y recibir los primeros rayos de sol. De esas caminatas, ya no hay.
¿Puedes describir tu barrio para los que no conocen ni Medellín ni Colombia?
Vivo en San Javier – La Loma que es un barrio ubicado entre el área urbana y el área rural de la ciudad de Medellín. Es un punto de paso entre una dinámica y la otra, lo que hace que puedas disfrutar de un aire mucho más limpio que en la ciudad como tal (siendo Medellín una ciudad bastante verde), pero igual tengas la presión de una vía regional que da paso no solo a la zona céntrica de la ciudad sino también a otros municipios cercanos.
No es un barrio con mucho equipamiento urbano -parques, bibliotecas y esas cosas- (en parte por las condiciones geográficas bastante montañosas, en parte por pugna de recursos) pero es habitado más o menos por 12000 habitantes distribuidos en 8 sectores bien diversos entre sí.
Encuentras desde la zona netamente residencial, hasta lugares donde hay personas de edad que cultivan la tierra; lo que como imaginarás le da un aire bastante interesante a vivir acá o en Medellín en general donde también se vive lo mismo: Un centro con vocación de servicios (y antes textil), pero una periferia no tan urbana y con aire de nostalgia de la vocación campesina. Así, si quieres un ambiente campestre, pues sales unos cuantos minutos de la ciudad y ya está.
Mencionabas tu afición por la lectura. ¿Algunos libros que nos puedas recomendar?
Voy a nombrar varios pero más que recomendarlos, como libros cuyas historias me han tocado bastante, y sin que signifique que sea el único tipo de lecturas por las que me voy. Primero, creo que reelerse El Principito siempre será algo interesante. Es un libro con el que en cada lectura tienen que pasar cosas.
De autores colombianos: Cien años de soledad es realmente un buen generador de emociones; y también uno con el que me he encontrado recientemente: “Fragmentos de amor furtivo” de Héctor Abad Faciolince, que es la historia de una mujer que ha tenido muchos amantes en su vida, y al último de ellos, luego de cada vez que hacen el amor, le cuenta la historia de alguno de sus amantes anteriores.
Nombraría además algunas historias de mujeres en países árabes: Mil soles espléndidos de Khaled Hosseini es realmente bello y 300 días en Afganistán, de la médica Natalia Aguirre, (fue llevado a un libro luego de publicarse en una revista) es un acercamiento bastante humano a la vida de una cultura de la que más bien conocemos poco en Occidente.
Aparte de tus experiencias con Hiperbarrio y Global Voices, ¿rescatas algo más del uso de internet en tu vida?
Como dije antes, mi acercamiento a internet coincidió con ingresar a la Universidad. Cursando el primer semestre me invitaron a hacer parte de HiperBarrio (proyecto de Rising Voices) y ahí empezó la historia con los blogs. Las redes sociales llegaron un poco después de la mano por ejemplo de Juliana Rincón que fue la que me enseñó a usar Twitter y por exploración propia también.
Lo que más rescato del uso del internet en mi vida es que me brindó una herramienta de expresión bastante importante. Me ha permitido conocer mucha gente, y al mismo tiempo darme a conocer. Eventos a los que me he inscrito, o a los que me han invitado, son gracias a los contactos que he podido hacer a través de internet y al hecho de que me permitió hacerme visible. Además, podría decir que parte de las personas que hoy son importantes en mi vida, las he conocido gracias a que alguna vez me hablaran de los blogs y empezara a involucrarme a proyectos relacionados con los medios ciudadanos.
Cuéntanos sobre tu vida académica.
Soy estudiante de Trabajo Social en último año de la carrera y digamos que Trabajo Social me encontró un poco. Cuando salí del colegio opté por presentarme a la Universidad en un área de Ciencias Exactas y en una Social, y fue así como por un lado me presenté a Ingeniería Química (me encantaba en el colegio) y por otro a Psicología o Trabajo Social que finalmente también respondían a otras de las inclinaciones de mi vida que ha sido el trabajo con la gente y ser líder de X o Y cosa.
Para Ingeniería Química no alcancé cupo pese a tener el puntaje, así que en cuanto supe que podía matricularme a Trabajo Social, lo hice aunque una semana después me estaban diciendo: “Mira, hay un cupo para Ingeniería Química”. Ahí ya fue la decisión definitiva de quedarme en una área social, un poco por haber estado en grupos de investigación relacionados con lo social en el colegio, y por el hecho de que las ofertas de cursos cortos a las que empecé a acceder tenían mucho que ver con trabajo con comunidades y sencillamente me lo disfrutaba.
¿Cómo pretendes conciliar tu profesión con la afición por los medios ciudadanos?
Buena pregunta. Conciliar Trabajo Social con mi afición por los medios ciudadanos es algo a lo que ya me he tenido que “enfrentar”. Muchas de mis profesoras no ven en Internet algo importante, mientras para mí merece toda la atención y más si estás queriendo intervenir en la sociedad.
Se supone que debes reconocer que la sociedad cambia, no? Y pues buena parte de la dinámica de la sociedad hoy se está moviendo a través de la conexión a internet. Desconocerlo sería un error garrafal, así que me tienes a mí en clase debatiendo a la profesora cada que en un texto el autor nombra la globalización (Profe, ¿Internet no hace parte de la globalización?) o disfrutándome cuando hablamos de derecho y obligatoriamente sale la información como uno de ellos. Sin nombrar cuando hablamos de intervención con adolescentes o jovenes y puedo decir: “Ahh, ¿ves que ellos pueden vivir en Internet todo el día y no separan una realidad de la otra? ¡Crecieron con eso!”
Sin embargo, tengo claro que la academia es una etapa, un ciclo que espero cumplir satisfactoriamente, y que finalmente combinar Trabajo Social y la comunicación no será decisión de quienes me dan clase sino mía como profesional. De hecho cuando he tenido que dar talleres relacionados con el periodismo ciudadano, es muy difícil que dentro de la metodología no incluya técnicas que he aprendido como estudiante de Trabajo Social y que no invite a la reflexión en torno a “Debe ser posible trabajar desde la diferencia” y “No puedes desconocer que el otro antes que médico, psicólogo y etcétera, es un ser humano”. En conclusión, me encanta que los medios ciudadanos hayan llegado a oxigenar mi formación como profesional.
Se habla mucho del poder de las redes sociales en nuestros países latinoamericanos, pero vemos cosas como lo de Mockus y nos permitimos dudar de ese poder. ¿Qué opinas?
Ahí me permito recurrir al término “ciudadanías virtuales”. Lo que opino es que un porcentaje de quienes acceden a las redes sociales terminan por asumir una actitud ombliguista de héroes de la patria salvando el mundo a través de Internet, pero olvidando que el verdadero trabajo es afuera y que antes de que tuviéramos computadores existíamos y las cosas se hacían a otro ritmo, funcionaran o no.
Si bien internet ha cambiado las dinámicas sociales y facilitado la expresión, no se puede olvidar que en nuestros contextos todavía el número de personas que acceden a herramientas tecnológicas es poco comparado con el número total de ciudadanos. Osea, puedes ver que a un colegio llegan 50 computadores, pero… qué uso se les da y cuáles son las herramientas que se enseñan? Pasa incluso por la necesidad de alfabetizar a los educadores (mucho pelean porque se les obligue a usar computadores) para trascender los computadores más allá de la herramienta misma y traducirlos efectivamente con su uso.
Y bueno, lo que pasó con Mockus es que si bien representó todo un fenómeno en Twitter y Facebook (La gran mayoría de cibernautas promocionaban su candidatura), en la “vida real” su mayor contrincante y actual presidente estaba haciendo trabajo de base. Muchos se confiaron porque veían a Mockus figurar en Internet, pero olvidaron que los índices de acceso a internet en Colombia no son altos. Las comunidades campesinas o índigenas por ejemplo, dificilmente acceden siquiera a un correo electrónico y era a ellas a las que el actual presidente estaba lllegando más (sucia o limpiamente, pero llegando) y eso hizo la diferencia.
Sin embargo, mal haría en negar que hoy hay muchas agrupaciones de base usando internet para darse a conocer y buscar recursos y que son muchas las personas para las que internet se convierte en una herramienta de expresión y de agenciamiento de sus capacidades.
De acuerdo a eso, ¿cómo ves el panorama de las diversas iniciativas en internet en Colombia?
Ese panorama tiene dos caras: Una rescatable que tiene que ver con el hecho que internet esté llegando a más comunidades y su uso se esté “cualificando” de alguna manera, pero otra a veces se asemeja mucho a la expresión “Mucho geek y nada tangible” y paso a explicar:
Proyectos hay muchos, pero no veo una integración entre ellos. Puede decirse que son proyectos buenos, interesantes, pero tienen un impulso de un rato y llegan a un punto en el que se quedan en la actitud ególatra y ombliguista de figurar y como lo mencioné en otra pregunta, creo que la vida afuera se mueve a otro ritmo y el hecho de que nos sintamos importantes por lo que hacemos acá, no significa que seamos “la última botella de agua del desierto”.
Creo que eso es lo que pasa al interior de algunas iniciativas en internet en Colombia: Sobrevaloran los logros que obtienen y eso les lleva a no integrarse entre ellas e incluso a convertir su iniciativa en un círculo de comunicación entre sus integrantes y ya. Historias por contar hay muchísimas, pero creo que a veces no salen por estar atentos a ese culto del yo que a veces envuelve internet. Finalmente, eso se traduce a que en eventos relacionados con internet siempre veamos al mismo círculo de personas y peor aún, en comunicación más que con las otras personas, con las pantallas de sus computadores.
El interés de todos, creo yo, debe ser propender una verdadera integración acá aprovechando el mayor nivel de horizontalidad que nos brinda el internet. Si se nos está diciendo: “Mira, acá hay herramientas de comunicación que nos permiten empoderar comunidades”. Por qué no usarlas efectivamente para eso y convertir todo lo que pase acá en un ejercicio activo y real de ciudadanía?
¿Algo más que te gustaría agregar?
Que sea la oportunidad para agradecer la forma en la que la comunidad de Global Voices me ha acogido tanto como participante de Rising Voices y luego como autora. Es muy grato poder encontrarme con todos, y con sus historias, y aprender a cantidades de lo que escriben y publican respecto a sus países. Además, ha sido maravilloso poder darme a la tarea de leer más a mi país, y el mundo en general, a través de lo que encuentro en internet (que es parte del reto de cada día desde que me invitaron a ser parte de la comunidad como autora). Cada persona de Global Voices, y cada historia que he conocido, me han permitido corroborar que aprender y soñar son caminos inacabables, que siempre hay algo más por hacer y que definitivamente hay muchas voces que necesitan y merecen ser escuchadas. Siempre será importante comunicar porque la palabra tiene un poder infinito.
Gracias a ti Cati por tu tiempo. A los lectores curiosos les dejo los enlaces al grupo de uno de los proyectos en los que Cati se encuentra laborando actualmente: Jóvenes en línea por la paz – Castilla de la Fundación Mi Sangre del popular cantante Juanes; a la página de la Fundación Síndrome de Turner Colombia, proyecto con el cual Cati colabora; a tres videos de Medellín tal como se ve desde el cerro Nutibara (1, 2 y 3) con Cati describiendo las diversas zonas de la ciudad, y este video con Cati explicándonos de que se trata la Arepa. (No viene al caso, pero no me gusta la arepa, a David Sasaki tampoco).
La foto que ilustra este post ha sido obtenida de la cuenta Flickr de Cati y se reproduce con su permiso.
4 comentarios
Felicidades Catalina, buenísimo leer de tí.
¡Cati, que buena entrevista!
¡Juan, David ¿¿¿cómo es que no les gusta la arepa???! ¡Blasfemos! :D
– Gracias Jules por el comentario :)
– Kira: Gracias!!! Mmm. Sí. Creo que deberíamos llamarlos blasfemos y dejarlos de seguir en todas las partes del mundo virtual. Jajajá :D (En honor a la verdad, creo que los entiendo un poco. Una arepa mal preparada o mal acompañada nunca sabrá bien. No?)