“Lo mismo que hicieron con Mendes en Acre (líder medioambientalista asesinado en 1988) quieren hacer conmigo, lo mismo que hicieron con la Hermana Dorothy Stang (misionera estadounidense asesinada en Pará en 2005) quieren hacer conmigo. Puedo estar hablando contigo hoy y en un mes puedes estar leyendo en las noticias que yo ya he muerto.»
(José Cláudio Ribeiro da Silva)
Esta profecía se hizo realidad seis meses después de la predicción, hecha ante una audiencia internacional en TEDx Amazônia [pt].
Los recientes asesinatos de los ambientalistas José Cláudio Ribeiro da Silva y María do Espirito Santo, una pareja conocida como los «defensores de la selva» debido a su lucha que comenzó en 2008 en contra de la deforestación y la tala ilegal de árboles en Brasil, ha horrorizado al país.
Emboscada
A la pareja la mataron a tiros cerca de la casa en donde vivían en Nova Ipixuna en el estado de Pará, el martes 24 de mayo de 2011. Se sospecha que los asesinos estaban sirviendo a los madereros de la región [pt], molestos por la vigilancia que la pareja ejercía para la preservación de selvas alrededor del asentamiento agroextractivista de Praia Alta Pirandeira, un área de 22 mil hectáreas, donde la subsistencia de 500 familias depende de la recolección de castañas y la extracción de esencias de la selva.
Los bloggers no esconden su pesar. Guilherme Nascimento Valadares [pt], quien conoció a Silva en TEDx Amazônia en noviembre del año pasado, narra con emotividad:
Zé Claudio [pt] creía que matar árboles era asesinato. Persona simple, con más coraje del que jamás soñé tener. Habló poco menos de 10 minutos. Él y su mujer lideraban una asociación de campesinos en el Proyecto del Asentamiento Agroextractivista Praialtapiranheira en Nova Ipixuna, al sureste de Pará. La pareja se asomó a un avispero peligroso. Denunciaron a las madereras ilegales y los habían amenazado de muerte. Pidieron protección policial, nunca la recibieron.
Hoy yo sé que, como él mismo predijo, fue asesinado junto a su mujer [pt]. No conseguí ver su discurso hasta el final, estoy seguro de que lloraré como un idiota.
Karina Miotto [pt], quien también lo conoció en TEDxAmazônia, explica por qué Zé era conocido como un símbolo de lucha por los [árboles] castaños:
Gracias a las denuncias de José Cláudio Ribeiro da Silva, por lo menos diez aserraderos de castaños en Brasil fueron cerrados el año pasado en la región, cinco de ellos en Nova Ipixuna. Los árboles, protegidos por ley, han sido reiteradamente derribados por madereras o mineras para la producción de madera y carbón vegetal. Los aserraderos fueron multados por IBAMA [Instituto Brasileño del Medio Ambiente y los Recursos Naturales Renovables] por sacar provecho de madera extraída en forma ilegal del asentamiento de Playa Alta Piranheira, en donde vivía. No es difícil concluir qué tipo de personas desde hace tiempo lo amenazaban con la intención de callar sus denuncias. Después de los tiros, disparados desde una moto, cortaron un pedazo de su oreja, en una demostración de crueldad, «prueba» del pistolero ante un comandante de que el «servicio fue cumplido», algo común en el violento Pará.
Rodrigo Ferraz [pt] dice que el país cuenta con «dos guerreros menos»:
Mientras nuestro congreso sigue en un debate que nadie entiende sobre el nuevo código forestal, las personas que viven de la selva en una manera digna y con una preocupación por mantenerla de pie son asesinadas -por los madereros que, no es raro, tengan relaciones con políticos – simplemente por su defensa de la selva. […]
Todo lo que nos resta ahora es intentar asimilar un poco el mensaje que ellos pasaban en vida en favor de la selva que no durará mucho tiempo, del modo que la vienen tratando.
«No basta con matar, debes abuchear»
El crimen ocurrió en la víspera de la aprobación del Nuevo Código Forestal [es] en el Congreso Nacional brasileño, que brinda amnistía para los deforestadores y reduce el área protegida. Muchos estaban viendo la votación en la televisión cuando se leyó las noticias sobre el asesinato de la pareja ambientalista. En vez de un silencio reverente, el anuncio fue recibido en la Cámara de Diputados con abucheos [pt]. Wilmar Ferraz [pt] reacciona en Twitter:
Los abucheos venían de los pasillos y también desde la Cámara Plenaria de los integrantes de la banca ruralista. ¡Es una trivialización grotesta de la muerte!
También en Twitter, João Paulo Izoton [pt] comenta:
La bancada ruralista aprueba el código de la motosierra y abuchea a los ambientalistas muertos en Pará. De la serie «para desgracia, ya tenemos bastante».
En el blog Conexão Brasília Maranhão se lee la oración «Não basta matar, tem que vaiar» (No basta con matar, tienen que abuchear). Según Rogério Tomaz Jr.[pt], el abucheo se debe a que los ruralistas están muy «acostumbrados a la impunidad y al bajo impacto de sus actos criminales»:
El abucheo no era sólo para el diputado y para el anuncio que hacía. Era, sobre todo, para la lucha de los movimientos sociales y entidades de la sociedad civil que trabajan día a día contra la razón de las armas y el dinero (que compran incluso a comunistas).
Este caso me hace pensar en una pregunta para la cual es difícil encontrar una respuesta racional: ¿qué tipo de persona es capaz de complacerse con el cobarde asesinato de alguien?
Héroes de la selva
En el blog Amigos do Parque Central [pt], el titular de un post dice que el asesinato de la pareja ambientalista trae «Una vergüenza más para Brasil»:
En la tierra sin ley de Brasil, donde reina la impunidad, el que defiende nuestro patrimonio ambiental y contradice los intereses económicos cae junto con la selva.
Muchos bloggers aprovecharon la oportunidad para recordar las muertes de los recolectores de caucho Chico Mendes [es] en 1988, y de la misionera Dorothy Stang [es] en 2005. Para ellos, José Cláudio entra a la historia del Amazonas como otro magnífico ejemplo de coraje por la vida de la selva. Adilson comenta [pt]:
Por lo recurrente de la situación, ¿no se han dado cuenta ya que la muerte no silencia? ¿No han notado que las ideas continúan latiendo por los caminos antes abiertos por los idealistas? ¿Que lo mejor para todos es que los idealistas vivan?
No obstante, Mendes y Stang son los únicos dos casos en la historia reciente que tuvieron el impacto adecuado y la atención de los medios de comunicación. Contando los héroes anónimos de esta lista, el número es grande: 1.614 personas, según un informe de la Comisión Pastoral de la Tierra [pt], fueron asesinadas en los últimos 25 años debido a conflictos en el campo. Solamente 91 casos fueron juzgados en la corte, con el resulta de la condena de 21 [implicados] principales y 72 asesinos. En un comentario en Combate ao Racismo Ambiental (Combate del Racismo Ambiental), el blogger cuenta con indignación el número de víctimas que recuerda:
Sólo en los últimos meses puedo recordar, en mi cabeza, dos líderes del movimiento de administración tradicional de la tierra en Bahía; cuatro ambientalistas de Paraná; Ze María, de Chapada de Apodi, en Ceará; y los números que hicieron de Mato Grosso do Sul el record absoluto de muertes de indígenas en el país (más del 50%).
Juliana Gatti Pereira [pt] pide a todos no dejar que tantas muertes sean en vano, mediante la firma de la petición en línea de Avaaz [pt] para presionar al Senado e instar a la presidente Dilma a vetar las enmiendas más peligrosas del nuevo Código Forestal [es]:
¡Fuertes y valientes, vamos a inspirarnos en ellos para no dejar que hoy hagan lo que quieran con nuestra selva, que es garantía de nuestra propia vida!
¡La selva es tu vida! ¡¡¡¡¡La selva es tu madre, los árboles son tus hermanos!!!!!