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Brasil: La escalofriante belleza del desierto verde

Categorías: Latinoamérica, Brasil, Ambiente, Economía y negocios

Este post y otras historias de la selva [1] son parte de nuestra cobertura especial Enfoque de la Selva: Amazonía [1].

El término “desierto verde [2]” fue acuñado en Brasil a finales de los 60, y se refiere al amplio monocultivo de plantaciones de árboles señalados para producir celulosa. Ya en ese tiempo, el término aludía a las futuras consecuencias que esas plantaciones tendrían en el ambiente, incluidas desertificación, erosión, eliminación de la biodiversidad y desplazamiento de personas.

En los años 60, surgieron las primeras plantaciones de eucaliptos en el norte del estado de Minas Gerais y en el sur del estado de Bahía. Según estimados de la Asociación Brasileña de Productores Agrícolas (Associação Brasileira de Produtores de Florestas Plantadas [3]) actualmente en Brasil cada día aparecen 720 nuevas hectáreas de plantaciones de monocultivo de eucaliptos [4], lo que equivale a 960 canchas de fútbol. Las áreas con mayor cantidad de áreas cultivadas son las regiones de Minas, São Paulo y Bahía, pero el desierto verde también se está esparciendo a otros estados en el noreste y sur de Brasil.

Todos los enlaces de este post llevan a páginas en portugués, salvo que se indique otra cosa.

Fazenda de eucalipto em agudos [5]

Un campo de eucaliptos densamente plantados. Foto: Cássio Abreu (CC BY 2.0)

Mientras viajaba por el estado de Minas Gerais el pasado abril, el blogger conocido como Viajante Sustentável (Viajero sostenible) habló con los habitantes del valle de Jequitinhonha [6] [en], y descubrió cómo cambió el entorno visual y social de la región [7] en los últimos veinte años:

El catastrófico monocultivo de eucalipto por parte de las empresas privadas en los lechos de los ríos y riachuelos, además de envenenar el suelo, expulsó la fauna y flora del lugar, secó los arroyos y el agua a nivel freático. El desierto verde de eucalipto se convirtió en una calamidad medioambiental. La región ya producía alimentos esenciales, cultivos de agricultura familiar, integrados con la naturaleza. La situación cambió radicalmente, los ríos se secaron completamente, sin fuentes de agua, ríos y depósitos cada vez más bajos, prácticamente toda la alimentación provenía de distribuidores en Belo Horizonte, los pastos abandonados. Mientras tanto, las transnacionales de eucalipto y celulose aumentaban sus ganacias.

En Montes Claros [8], la situación no es diferente [7]:

Nada plantado, con la excepción lamentable de cerca de treinta kilómetros de triste desierto verde. Las plagas de eucalipto y pinos se alternaban, envenenando, secando los lechos y el nivel freático. Utilizando poquísima mano de obra, el monocultivo de exportación no contribuía en nada a la diminución de la pobreza local, al contrario, concentraba los beneficios en manos de una o otra gran empresa transnacional.

La poeta Anna Paim tuvo un terrible impacto [9] cuando visitó el hogar de su familia, en el estado de Espírito Santo, por primera vez en 19 años:

Triste porque encontré los más bellos lugares de paisajes nativos totalmente destruidos y ocupados por los eucaliptos. Dejo constancia aquí de mi protesta, mi rabia, mi pena, ahí están…

Beco da Velha [10] (Callejón de vieja) recuerda que los eucaliptos naturales han estado muy presentes en el sur de Brasil. Dice que el daño empezó y empeoró cuando se cultivaron las plantas transgénicas porque consumen mucha más agua [11], lo que provoca que crezcan a un ritmo acelerado:

Lo que hoy tiene de diferente la plantación de eucalipto, además del factor de los transgénicos, es la intensidad con la que se hace, la falta de cualquier criterio o sentido común en la plantación cultivos de eucalipto en cualquier lugar, en extensiones asombrosas y, principalmente, las intenciones estratégicas que están detrás de esa súbita pasión por la “reforestación” – término muy inapropiado para lo que se hace ahora, porque la reforestación sugiere que se va a reponer el bosque que existía en el lugar, y se va a reconstituir el ecosistema devastado. Y lo que pasa es justamente lo contrario.

Cuesta arriba y hacia adelante

Source: Centro de Estudos Ambientais [12]

Fuente de la imagen: Centro de Estudios Ambientales

Luego de esparcirse por toda la selva atlántica en el sudeste, el desierto verde llegó a las zonas áridas a las regiones del norte y noreste del país. En Piauí, la construcción de una fábrica de papel y celulosa llega con promesa de desarrollo para el estado. Esto es refutado por el blogger Leo Maia, que sostiene que según información del IBGE (el Instituto Brasieño de Geografía y Estadística), 41% de la población del estado está desnutrida, en tanto que los agricultores locales no tienen incentivos para cultivar comida.

A pesar de esto, 160 mil hectáreas de tierras de Piauí (equivalentes a 1 600 km² o 1.57% del territorio de Piauí) fueron transformadas en «bosques» de eucaliptos con la finalidad de producir papel y celulosa para exportación. En su blog, Leo vuelve a publicar un artículo [13] que apareció en un periódico local y denuncia el contraste entre el interés comercial y las necesidades de la población:

(…) árboles de crecimiento acelerado, como el eucalipto, dependen de grandes cantidad de agua para desarrollarse y por eso provocan que el suelo se seque, y disminuyen los manantiales y aumentan la posibilidad de desertificación de esas regiones. Así, la instalación de la fábrica Suzano contradice una vez más las reales necesidades de la población de Piauí, pues el estado sufre, prácticamente todos los años, por los efectos de la sequía. Solamente a comienzos de este año, más de 155 municipios se declararon en estado de emergencia a causa de la sequía, pues en algunos casos, sus cosechas se vieron comprometidas en un 90% por falta de agua.

Los ambientalistas y los que hacen campañas sociales siguen denunciando el riesgo que tiene la peligrosa combinación de eucaliptos, monocultivo y pesticidas en la salud de las personas. Además de ocupar tierras que podrían usarse con fines agrícolas, cultivar eucalipto incluso es una dificultad para los agricultores de regiones cercanas, porque sus tierras terminan invadidas por animales salvajes que buscan comida. Mariana Brizotto destaca el hecho de las plantaciones no son bosques y pregunta [14]:

¿Qué haremos cuando no haya más agua? ¿Vamos a comer papel?

A pesar de que los agricultores pierden tierras por el monocultivo de eucalipto, la poesía de Bahian Sumário Santana [15] sirve de inspiración por la tristeza y la belleza del desierto verde:

Donde existía una comunidad tradicional, llamada Marília, hoy es una fábrica de celulosa. Ahí en el Nuevo Mundo, donde trabajaban contentas las familias con sus pequeñas ladrilleras, hoy existe apenas un gran ladrillera. Las familias se fueron, el río se secó, desapareció la arcilla y ahora, la fábrica amenaza con cerrar. Ahí donde antes había una colonia agrícola, con cientos de pequeños proprietarios, hoy son latifundios cercados, cuidados por motocicletas.
Ahí donde había una inmensa, diversificada y húmeda floresta, hoy hay un desierto verde.
Lo supuestamente feo, caótico y emarañado de las plantas, lianas, fuentes, animales, bichos, cienpiés, lodo, barro, fango y fotosínteses, dio paso a lo supuestamente bello, un mosaico único, bien diseñado, trazado, registrado, una única especie, repetida en serie, en la soledad del desierto..

Good bye, my pampa [bioma]. In the background, an eucalipto plantation. [16]

Carga de Santiago, publicada con autorización.

Este post y otras historias de la selva [1] son parte de nuestra cobertura especial Enfoque de la Selva: Amazonía [1].