A Throwing Down the Water le preocupa que «a las casas históricas de Haití las están dejando podrirse, deteriorarse o -peor- que estén ocupadas con felicidad, hasta que un propietario llega y decide que una caja de cemento quedaría mejor en su lugar y, sin que lo detengan leyes, organizaciones ni grupos de defensa, llega con combas y derriba en una mañana 120 años de historia que nunca podrá ser reemplazado».