Tamara Atanasoska publica un recuento personal [en] del comienzo de las protestas contra la brutalidad policial en Skopje, Macedonia: «Caminamos, un puñado de personas, […] sin conocernos unos a otros, ocupando las calles para llamar la atención. Sólo queríamos una respuesta, alguien que nos dijera qué pasó. Estábamos seguros de que mataron a alguien. Sabíamos que intentaban esconderlo. Sabíamos que no podíamos permitirlo. […] Fui al monumento a la Madre Teresa al día siguiente y, ¿pueden imaginar lo que sentí al ver a 2000 personas? No pueden… emoción y miedo y alegría y tristeza. Fue un día es grandioso, ese día. Y muy duro».
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