Mientras la población del mundo llega a 7 mil millones a finales de octubre, una señal de que Lilongüe, capital de Malawi, está creciendo rápidamente es el número de personas que se congregan en los mercados de la ciudad. Dos de esos mercados están el lados opuestos del río Lilongüe en esta ciudad de apenas un millón de habitantes. Uno de los mercados vende verduras y productos agrícolas y el otro vende ropa.
Hace cuatro años, ir de un mercado a otro significaba tomar extensos senderos a lo largo del río, cruzar el Puente Lilongüe y caminar de vuelta por el otro lado. Hoy en día, hay puentes que conectan a estos dos mercados, pero no son puentes convencionales. Han sido construidos a mano utilizando madera local.
El puente fotografiado a la derecha fue construido por un equipo de siete jóvenes y ahora les provee de un sustento. Ellos se turnan para atender el puente, desde las 6 am hasta las 7 pm cuando cae la noche y el mercado cierra.
La ganancias del día en el puente van al bolsillo de quien esté de guardia. Con sus ingresos, Samuel Mbewe me contó que había abierto una tienda de abarrotes.
Sus constructores actualmente cobran una tarifa de K10,00 [kwacha malauíes] (US$0,06) por persona para cruzar.
Una solución local al desempleo y la urbanización
El 2 de octubre de 2011, me encontré con Samuel Mbewe y Kayen Kayanka, haciendo guardia en su puente. En los tres años que han tenido el puente, nunca han contado cuántas personas pasan a diario por él. Pero Samuel me dijo que su rango de ganacias va de MK9.000 (US$54) en un día flojo, a MK25.000 (US$150) en un buen día.
A MK10 por persona, eso es entre 900 y 2.500 personas cruzando el puente cada día. Pero es sólo un estimado, ya que dice que algunos sólo pagan K5, mientras que otros no pagan, como los amigos y colegas.
Los puentes no son para los que se marean o sufren de vértigo. Los principiantes dan pasos lentos, mientras los experimentados caminan como si tuviesen puestos los zapatos deportivos de baloncesto Air Jordan.
La blogger suiza Janique Racine escribió en 2007 sobre tener miedo a la muerte al cruzar los puentes colgantes [en]. Dijo:
Por supuesto que no quiero mirar abajo, pero debe hacerse porque el pie podría atascarse en los espacios vacíos!
También hay otros peligros. El río Lilongüe crece durante la temporada de lluvia. Los puentes se dañan con las crecidas, pero son reconstruidos una vez que acaba la temporada. En enero de este año un hombre de ahogó [en] tratando de cruzar.
En julio de este año, los jóvenes (no hay mujeres hasta ahora) se organizaron en un «sindicato de puentes». Acordaron que cada puente debería contribuir con K200 (US$1,20) diarios para un fondo compartido. Eso se traduce en MK803.000 (US$4.808) anuales. El propósito del sindicato es apoyar a los miembros en caso de fallecimiento o pérdida de un familiar. Pregunté por los planes de inversión a futuro con los ahorros, pero no tenían ninguno, por el momento.