En 1945, Eduardo Reyes, de 16 años de edad en aquel entonces, abordó el elevador-funicular «Artillería», sobrepasando la costa rocosa de Valparaíso, Chile. Siendo un novato recluta de la marina, era el primer día de una vida llena de ruidosos traslados sobre los rieles que pertenecen a una exclusiva comunidad de sitios Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
«Nunca consideré a los elevadores como una atracción turística. Entonces, sólo me preocupaba no llegar tarde a las barracas», dijo Reyes.
Para Reyes y sus vecinos, los elevadores proporcionan un servicio esencial, ascendiendo y descendiendo a los residentes en sus traslados matutinos y vespertinos, pero ahora los elevadores de Valparaíso se tambalean al borde de la extinción. El Fondo Mundial de Monumentos [en] los nombró uno de los 100 tesoros históricos en peligro de extinción.
Aproximadamente hace 130 años, había 30 elevadores. Hoy en día, sólo quedan 5 funcionando, razón por la que los residentes luchan por lograr que el gobierno local cumpla su promesa de comprar y reparar los elevadores.
Las cabinas de madera, pasando una junto a la otra sobre rieles paralelos, tienen multiples usos. Hasta una docena de pasajeros observa a través de los ventanales de cada cabina. Los turistas capturan imágenes de las colinas de Valparaíso, aparentemente perpendiculares y cubiertas por capas de casas multicolores.
A través de los años, los elevadores han permitido que los trabajadores se desplacen hacia arriba y a las afueras y que crezca la ciudad, más allá de la playa.
Reyes, ahora con 82 años, permaneció en la ciudad después de terminar su servicio en la marina, trabajando como profesor en la Universidad de Chile en Valparaíso y realizando periodismo científico. Colecciona artículos de periódico relativos a planes de reparación y reconocimientos que los elevadores han ganado a lo largo de los años.
Ha dicho, «Están -los elevadores- en nuestros corazones y en nuestros espíritus. Es necesario contar con ellos. Han contribuido a la historia y desarrollo de nuestra ciudad.»
Muchos porteños, o residentes de Valparaíso, viven en las cimas de las colinas -zona más barata- y trabajan en la playa. Un traslado en elevador cuesta entre 100 y 300 pesos chilenos (25 a 50 centavos de dolar americano). Pero una tarifa tan baja no alcanza para cubrir los costos de manutención.
En consecuencia, 10 permanecen fuera de servicio dejando a los porteños buscando alternativas de transporte. Reyes explica que muchos no tienen los recursos para tomar un taxi. Los caminos terminan de modo abrupto, lo que significa escalar un pesado camino para poder conmutar entre rutas de autobús. Esto alarga los tiempos de traslado y se convierte en un obstáculo para la gente mayor.
«Valparaíso es pobre. No es como los pueblos dedicados al turismo que tenemos por vecinos. Y no es sólo por el lado práctico, los elevadores son motivo de orgullo para nuestra comunidad.» Dijo Reyes.
La UNESCO [en] cita a los elevadores en su primer párrafo de exposición de motivos para la inclusión de Valparaíso como Ciudad Patrimonio Mundial. Dice:
La ciudad colonial de Valparaíso es un excelente ejemplo del desarrollo urbano y arquitectónico latinoamericano de finales del siglo XIX… La ciudad ha preservado en buenas condiciones su infraestructura industrial temprana, tal como los numerosos ‘elevadores’ que se encuentran en sus colinas empinadas.
El grupo «Los usuarios de los ascensores» no coincide con la opinión de la UNESCO -que los ascensores estén «bien preservados»-. Hermann Cabezón, de 41, preside el grupo porque aún en su deteriorado estado, cargan con los residentes y porque falsamente promueve una de las principales atracciones de la ciudad, dice.
Según Cabezón, «Son un emblema importante de lo que significa ser de Valparaíso. Merecemos los elevadores y ellos merecen mantenimiento».
El grupo asegura que su activismo y su campaña de presión impulsó la orden de la Suprema Corte para que el gobierno adquiera el resto de los elevadores, actualmente propiedad de particulares. En enero de este año, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, anunció oficialmente la compra, recuperación y restauración por parte del gobierno, de 10 elevadores: Florida, Cordillera, Larrain, Mariposa, Monja, Villaseca, Santo Domingo, Artillería, Concepción y Espíritu Santo. De acuerdo con el Intendente de la región de Valparaíso, Raúl Celis, se destinaron 2.4 billones de pesos chilenos, o U.S. $4.8 millones para la compra. Este mes es la fecha límite para efectuar la compra.
«Esperamos que en el menor tiempo posible -creemos que para finales de este mes o principios de diciembre- podamos realizar la transferencia legal de la propiedad de los elevadores y firmemos el trato.» Dijo Celis.
Reyes dice no estar convencido del avance del trato, considerando el tiempo que ha transcurrido desde la decisión de la corte. Como justificación de sus dudas al respecto, muestra un periódico local de 2006 que menciona la propuesta de compra de los elevadores cuatro años atrás.
Actualmente Reyes escribe para un sitio de noticias ciudadanas, El Martutino, para presionar a la municipalidad a mantener su promesa. Acusa a las autoridades por la demora, más allá de la fecha límite, en la reparación del elevador Barron. Escribe en su columna,
¿Dónde y cómo se fija un valor patrimonial?
Reyes y otros periodistas ciudadanos en el El Martutino atraen la atención hacia la lucha por salvar los elevadores de Valparaíso.
El grupo «Los usuarios de los ascensores», bajo la cuenta @AscensoresValpo, publicó una foto a sus casi 500 seguidores mostrando evidencia del incumplimiento por parte de la municipalidad respecto a la reparación del Barron.
REALIDAD DE ASCENSOR BARON,VALPARAISO,CHILE pic.twitter.com/onDKI3KW
Mientras el grupo «Los usuarios de los ascensores» se enfoca en el uso práctico para los residentes, Reyes ha mencionado, también, que los elevadores atraen dólares cruciales derivados del turismo.
Un pasajero de Toulouse, Francia, Michel Aymeric de 69 años, se aventuró a descender en el elevador Concepción en el día quince de un viaje 20% de negocios vinícolas, 80% de placer. Escapó de la capital para beber a la vista de la costa de Valparaíso y «encontrar una linda chica». Mencionó, «En Valparaíso encuentras tanto espíritu como alegría.»
Su deseo de encontrar un modo conveniente de llegar a un café «turístico» lo convenció de abordar uno de los elevadores más viejos. Imita el sonido del elevador con sonidos ásperos desde lo profundo de su garganta. «Fue fantástico y original. A nosotros los franceses nos gustan las cosas viejas. Es una pena que no hayan restaurado el resto.»
Los turistas admiran la vista y los ciudadanos (residentes) se preocupan por llegar a tiempo, pero la historia de 130 años de los elevadores parece encantar a todos. El grupo «Los usuarios de los ascensores» debate sobre si el sustituir o restaurar las viejas cabinas afectará su estatus de monumento. Reyes fue más colorido al desempolvar y exaltar los hechos de más de un siglo en la historia del puerto, que, según él, los hace únicos y demandan su restauración.
Cabezón dijo,
Por el momento, esta imagen histórica de nuestra ciudad es una mentira. Será un falso emblema hasta que el gobierno restaure nuestro principal medio de transporte, al que todo mundo viene a ver pero pocos pueden usar.
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