El consentimiento de los conectados en la red – Nuevo libro sobre la lucha global por la libertad en Internet

¿Cómo nos aseguramos que Internet evolucione de una forma que sea compatible con la democracia? Dado el fuerte empuje de los medios sociales a los recientes alzamientos en las regiones de Oriente Medio, además de en otros lugares, ¿Cómo se cerciora la sociedad que las mismas herramientas no son empleadas para la censura  y la vigilancia gubernamental (que a menudo reciben más que una modesta ayuda de las compañías de tecnología occidentales)? Y, por último, ¿Cómo podemos dejar de pensar en nosotros mismos como “usuarios” pasivos de la tecnología, en vez de como “ciberciudadanos” que toman posesión y responsabilidad sobre nuestro futuro digital?

Consent of the Networked Estas preguntas establecen el marco general del debate en Consent of the Networked: The Worldwide Struggle For Internet Freedom [en], un nuevo libro escrito por Rebecca McKinnon, co-fundadora de Global Voices [en] (y co-autora del bimensual Netizen Report [en] en GV Advocacy).

Un esfuerzo exhaustivo y oportuno, es también una llamada a la acción para que cada bloguero o usuario de Twitter o Facebook y, especialmente, los ciberactivistas en general, encaren de forma colectiva la acuciante cuestión sobre cómo la tecnología debería ser gobernada para apoyar los derechos y las libertades de los ciudadanos de todo el mundo. Mediante un análisis riguroso y un tono positivo, el mensaje final es implicarnos en una contienda en la que todos tenemos el poder y la capacidad para influir (aún de forma pequeña), tan solo si intentamos entender las complejas fuerzas en funcionamiento, y cómo podemos contribuir a moldearlas.

El libro, que se divide en cinco secciones principales (Trastornos; Control 2.0; Los desafíos de la Democracia; Soberanos del Ciberespacio; ¿Qué debemos hacer?, abarca una serie de eventos acaecidos en la década precedente y está bien actualizado, con partes dedicadas a la Primavera Árabe y a la capacidad de control del Gobierno Egipcio, la privacidad y el control en las democracias occidentales, y la irrupción del “Facebookistan” y del “Googledom”. El correspondiente sitio web del libro ofrece actualizaciones recientes, así como más recursos [en].

La red de Global Voices se menciona aquí y allá, con citas y referencias directas. Por ejemplo, el prefacio del libro trata sucintamente sobre la incepción, el crecimiento y el papel crucial en sucesos recientes:

Cuando las protestas entraron en erupción en Túnez a finales del 2010 y las manifestaciones se extendieron por Oriente Medio y África del Norte a inicios del 2011, los colaboradores de Global Voices trabajaron a contra reloj para difundir información sobre qué estaba pasando, en múltiples idiomas, en nuestro mismo sitio web, además de en Twitter, Facebook y otras plataformas de medios de comunicación social.

La primera parte del libro se centra en las interconexiones entre la tecnología, la sociedad y los negocios que han alentado el desarrollo de Internet hasta hoy y, a su vez, dado lugar a los “fondos digitales” que incluyen prácticas innovadoras, activismo digital, y la capacitación social. Este es un entorno apasionante que, no obstante, encuentra oposición, definida como “Control 2.0”: cuan opacas e irresponsables relaciones con compañias de Internet y telecomunicaciones permiten a los gobiernos autoritarios controlar y manipular a los ciudadanos.”

China representa aquí un caso de estudio primario, sobre la que se describe al detalle su refinado sistema de represión y los desarrollos recientes para sostener el control autoritario, en el que, sin embargo, se permiten, “…niveles elevados de debates enérgicos e incluso polémicos y deliberaciones en línea, dentro de ciertos límites.”

Tras describir situaciones similares (o peores) en países como Irán, Pakistán y Siria, el foco de atención vira a las democracias de Occidente — que, por desgracia, se muestran favorables a imitar regímenes autoritarios, aunque sea de forma sutil e insidiosa. Es decir, las compañías de tecnología están asentando relaciones igualmente opacas e irresponsables con agencias gubernamentales, y no cumplen con “tomar responsabilidad respecto a su poder sobre las vidas políticas de los ciudadanos, ni con ser diligentes en el ejercicio de dicho poder.”

Worldwide censorship

Imagen © Shutterstock.com

Los diferentes casos aquí debatidos incluyen WikiLeaks, reclamaciones a la privacidad de Facebook, la “Gran Manzana” de Apple, y Net Neutrality, junto a la contínua batalla entre la propiedad intelectual vs. la libertad de expresión e intercambio (véase la iniciativa global contra SOPA-PIPA, y la reciente’ censura selectiva‘ anunciada por Twitter). Además, se afrontan asuntos menos conocidos, como una propuesta surgida en 2011 de crear un “único ciberespacio europeo” que bloquearía “contenidos ílicitos” ante las fronteras europeas.

Finalmente, la última sección del libro trata de responder a la pregunta “¿Qué debemos hacer?”, y sugiere provomer un Internet centrado en los ciberciudadanos. En esta parte se exploran los esfuerzos de algunos gobiernos, unas pocas compañías, y un número creciente de ciudadanos concienciados en confrontar las amenazas a la libertad en el ciberespacio mediante iniciativas y movimientos novedosos. Entre las propuestas, se incluyen: potenciar la transparencia corporativa; desarrollar procedimientos para el compromiso corporativo con los usuarios, clientes y demás partes interesadas; y construir un entorno informativo más guiado por los ciudadanos.

En última instancia, esta lucha por la libertad de Internet [en] está librándose aquí y ahora — en los países Árabes, en Ásia Oriental e incluso en las naciones occidentales. Es una lucha común, y depende de cada uno de nosotros, como ciberciudadanos y ciudadanos del mundo, controlar el estado de la problemática y asegurarnos que Internet continúe siendo un motor de libertad de expresión y liberación política — y no una herramienta para la alienación, la censura y la represión.

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