El 12 de mayo (12M), el movimiento indignado demostró que no solo no está agotado sino que sigue contando con un fuerte apoyo social. A poco menos de un año de su nacimiento, el 15M (nombre del movimiento) ha vuelto a reunir a decenas de miles de personas descontentas e indignadas por las actuaciones de los gobiernos y de la gestión de la crisis europea.
Aunque las manifestaciones han transcurrido a nivel global, Madrid y Barcelona han vuelto a protagonizar el movimiento indignado. Una multitudinaria protesta se concentró en la Puerta del Sol de Madrid, emblema de esta revolución social, hacia las 20h de la tarde del 12 de mayo. Las cuatro marchas procedentes de los cuatro puntos cardinales de la capital han culminado en la céntrica plaza en un ambiente pacífico y festivo. A las diez de la noche, hora que el gobierno había marcado para el fin de la legalidad de la manifestación, el Kilómetro Cero (Sol) seguía lleno de gente y la policía presente no intentó disolver la concentración. Tal y como estaba previsto, a medianoche, la multitud exclamó un grito de silencio tras el cual retomó los lemas reivindicativos, las batucadas y los aplausos. También cantaron la canción de cumpleaños feliz por celebrarse un año del movimiento indignado. Después, dirigiéndose a los agentes, los manifestantes gritaron repetidas veces: «¡Policía únete!»
Sin embargo, las autoridades intervinieron, a altas horas de la madrugada, para impedir que alrededor de 300 manifestantes restantes acamparan en el centro. Han actuado en varias ciudades españolas. El año anterior, el movimiento fue ininterrumpido y los indignados pudieron permanecer en la calle donde se organizaron las asambleas y distintas actividades. Esta vez, los presentes respondieron con gritos de “No violencia” pero todos fueron desalojados a la fuerza y hubo 18 detenidos. En los próximos días, los indignados volvieron a las plazas. Denuncian en la web la brutalidad policial, el intento de crear miedo y de acallar sus voces.
La bitácora #AcampadaSol por su parte ha publicado un comunicado de la Comisión Legal Sol en relación con los hechos. Concluye de esta forma:
Una vez más, los derechos se conquistan ejerciéndolos. Porque el espacio público es patrimonio de la ciudadanía, un ágora de intercambio de ideas sobre aquello que nos afecta para la contrucción colectiva de un futuro común. Esta es una de las premisas sobre las que ha de asentarse un estado que aspire a considerarse democrático.
En las redes sociales circulan las reflexiones que el bloguero Principia Marsupia ha querido compartir, tras vivir el desalojo, en su post El desalojo de Sol y la mayor humillación de mi vida:
En mi opinión, el gobierno debería sentirse muy satisfecho de que la desesperación generada por la crisis se canalice en un movimiento como el 15M, mayoritariamente pacífico. Basta recordar episodios pasados de sufrimiento social (cierre de astilleros en Galicia o de explotaciones mineras en Asturias) para comprender que cuando manda la desesperanza, la violencia estalla. En el pasado, los ingredientes habituales de una protesta eran las barricadas de neumáticos ardiendo y los cócteles molotov. El símbolo 15M son las tiendas de campaña.
3 comentarios