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Brasil: Humillación de joven en TV abre debate sobre regulación de los medios

Categorías: Latinoamérica, Brasil, Derechos humanos, Etnicidad y raza, Medios ciudadanos, Periodismo y medios

A comienzos de mayo salió al aire una nota televisiva del programa Brasil Urgente, en la que un joven, pobre y negro, con muestras de haber sido víctima de violencia en el rostro, era «entrevistado» por la reportera Mirella Cunha [1] [pt], quien lo acusaba de haber intentadio violar a una mujer. En el video, la periodista de la Rede Bandeirantes en Bahía se burla de la falta de formación escolar del muchacho quien, llorando, demuestra desesperación al admitir que intentó robar a la mujer, pero que nunca intentó violarla, a ella o a cualquier otra.

El periodista Renato Rovai entrega los detalles [2] [pt]:

Uma repórter loirinha, com rabinho de cavalo à la Feiticeria, coloca um jovem negro, com hematoma aparente de uma agressão recente, numa situação absolutamente constrangedora. Julga-o antes da Justiça, humilha-o por conta de sua ignorância em relação aos seus direitos e ao procedimento a se realizar num exame de corpo delito e acha isso tudo muito engraçado.

Una reportera rubia, con cola de caballo estilo Feiticeira [3] [pt], pone a un joven negro, con un hematoma aparentemente de una agresión reciente, en una situación absolutamente incómoda. Juzgarlo antes que la Justicia, humillarlo por cuenta de su ignorancia respecto de sus derechos y al procedimiento que se realizará en un examen del cuerpo del delito, y a ella le parece todo muy divertido.

«Espectacularización de la noticia» versus presunción de inocencia

En Brasil, incluso alguien capturado por robo flagrante o cualquier otro delito tiene derecho por ley a defenderse antes de ser acusado. Paulo Sérgio, acusado públicamente en TV de un crimen que afirma no haber cometido, es un muchacho pobre, que vive en la periferia, negro y víctima preferencial en un país marcado por el racismo y por los prejuicios.

Casos como este encienden o vuelven a encender el debate sobre la necesidad de regular los grandes medios brasileños y de imponer límites a la costumbre de estereotipar minorías y personas en situación vulnerable.

El periodista Marco Antônio Araújo observa [4] [pt]:

Antes de mais nada: não estamos aqui para defender bandido. O desgraçado da «reportagem» assume seus crimes e nem protesta quando, de passagem, narra ter sofrido prováveis agressões físicas. Só insiste com veemência que umas das acusações não procede, a de estupro. Tudo isso, a veracidade ou não do discurso do marginal, é irrelevante diante da postura da pretensa entrevistadora.

Antes de cualquier cosa: no estamos aquí para defender al bandido. El desgraciado que sale en el «reportaje» asume sus crímenes y no protesta cuando, de pasada, narra haber sufrido probables agresiones físicas. Solo insiste con vehemencia en que una de las acusaciones no es cierta, la de violación. Todo eso, la veracidad o no del discurso del marginal, es irrelevante ante la posición de la supuesta entrevistadora.

Evandro Cruz, editor de Café e Analgésicos, repudia [5] [pt] el periodismo practicado por el programa:

Captura del video de Youtube del programa Brasil Urgente en que Paulo Sérgio aparece con el rostro herido [6]

Captura del video de Youtube del programa Brasil Urgente en que Paulo Sérgio aparece con el rostro herido

A imprensa é um dos órgãos mais poderosos que uma sociedade dispõe, um programa de televisão de grande audiência – como o Brasil Urgente o é – consegue formar a opinião sobre um caso em poucos minutos de uma matéria e é por isso que não se pode praticar jornalismo dessa forma: ao expôr ao ridiculo uma pessoa em rede televisiva, a imagem que fica é essa: «O garoto é ridiculo, um ladrão e provavelmente um estuprador» pronto, o garoto passa de ladrão reincidente para criatura hedionda, tem sua imagem destruída e a sua resposta não será ouvida por quase ninguém.

La prensa es uno de los órganos más poderosos de los que dispone una sociedad, un programa de televisión de gran audiencia —como lo es Brasil Urgente— consigue formar una opinión sobre un caso en pocos minutos del asunto y es por eso que no se puede practicar el periodismo de esa manera: al exponer al ridículo a una persona en una cadena de televisión, la imagen que queda es esa: «El muchacho es ridículo, un ladrón y probablemente un violador». Entonces el muchacho pasa de ser ladrón reincidente a convertirse en una criatura asquerosa, con su imagen destruida y cuya respuesta no será escuchada por casi nadie.

El periodista y profesor Laurindo Lalo Leal Filho, especialista en regulación de los medios, mostró [7] [pt] su sorpresa:

“neste tipo de programa policialesco violações aos direitos humanos são comuns”.  […] “mas eu nunca vi o comportamento de uma repórter que chegasse a este nível de humilhação. Ela extrapolou todos os limites éticos da profissão. Inclusive, acredito, infringido normas legais ao colocar em situação vexatória uma pessoa em situação de fragilidade. Foi além de todas as barbaridades já cometidas por esse tipo de programa”.

“en este tipo de programas policiales las violaciones a los derechos humanos son comunes […] pero nunca había visto el comportamiento de una reportera que llegase a este nivel de humillación. Ella extrapoló todos los límites éticos de la profesión. Creo, incluso, que infringiendo normas legales al poner en situación vejatoria a una persona en situación de fragilidad. Llegó más allá de todas las barbaridades ya cometidas por ese tipo de programa”.

El periodista Cristóvão Feil defiende [8] [pt] la idea de que «hace falta un marco regulatorio en la prensa brasileña, para que basura como esta no sea exhibida como programa de entretenimento y formación». Incluso se pregunta si «¿la periodista actuaría así, se sentiría tan a gusto, cómoda, si el chico fuera blanco e hijo de papi de la clase media o alta?».

El bloguero Alexandre Haubrich argumenta [9] [pt] que «el análisis de la coyuntura general de los medios de comunicación brasileños, sumada a los preceptos constitucionales y a los derechos universales de la humanidad, es la forma más completa y compleja de demostrar la necesidad absoluta de regulación de los medios brasileños, partiéndose de un nuevo marco para la comunicación del país» y añade:

O que temos ali, além de preconceito, covardia e desumanidade, é tortura. Mirella tortura o acusado durante três minutos. Tortura verbal, não física, mas não menos humilhante. É a espetacularização da notícia, o circo dos horrores em rede nacional. Nada de notícia, nada de informação, nada de prestação de serviços, nada de interesse público.

Lo que tenemos allí, además de prejuicio, cobardía y falta de humanidad, es tortura. Mirella tortura al acusado durante tres minutos. Tortura verbal, no física, pero no menos humillante. Es la espectacularización de la noticia, el circo de los horrores en cadena nacional. Nada de noticia, nada de información, nada de vocación de servicio, nada de interés público.
Tuiterazo #SensacionalismoForaDoAr (#sensacionalismofueradelaire). Imagen de uso libre [10]

Tuiterazo #SensacionalismoForaDoAr (#sensacionalismofueradelaire). Imagen de uso libre

Thales Barreto, del blog Simulações, piensa parecido, pero también agrega [11] [pt] que quien ve tales programas también es responsable:

Em nome da liberdade de expressão se permite coisas absurdas como essa. Que penalidade terá a jovem Mirella? E a rede Bandeirantes, ficará de impune nessa história? Já a audiência também tem sua participação nesse show de horrores. Não podemos esquecer se esse tipo de programa sensacionalista tem público vasto, que aprova esse tipo nojento de jornalismo.

En nombre de la libertad de expresión se permiten cosas absurdas como esa. ¿Qué castigo tendrá la joven Mirella? Y la Rede Bandeirantes, ¿quedará impune en esa historia? Incluso la audiencia también tiene su participación en ese show de los horrores. No podemos olvidar que ese tipo de programa sensacionalista tiene un público amplio, que aprueba esta clase repugnante de periodismo.

El periodista Altino Machado publicó una carta abierta [12] [pt] de rechazo firmada por más de 50 periodistas de Bahía contra Bandeirantes, la periodista Mirella Cunha y el programa Brasil Urgente, en la que pide al gobierno del estado de Bahía y a la Fiscalía (Ministério Público) que intervengan en este y en otros programas que promueven la violación a los derechos humanos:

Pedimos ainda uma ação do Ministério Público da Bahia, que fez diversos Termos de Ajustamento de Conduta para diminuir as arbitrariedades dos programas popularescos, mas, hoje, silencia sobre os constantes abusos cometidos contra presos e moradores das periferias da capital baiana.

También pedimos una acción de la Fiscalía de Bahía, que hizo diversos compromisos de ajuste de conducta [13] [pt] para disminuir las arbitrariedades de los programas populacheros pero que hoy guarda silencio sobre los constantes abusos cometidos contra presos y residentes de las periferias de la capital bahiana.

El día 22 de mayo ocurrió un ‘tuiterazo’ #SensacionalismoForaDoAr [14] (#sensacionalismofueradelaire) para protestar contra las violaciones de los derechos humanos promovidas por programas televisivos sensacionalistas.

La Fiscalía Federal de Bahía abrió [15] [pt] una investigación el día 23 de mayo contra la periodista por indicios de violación de los derechos constitucionales de Paulo Sérgio. Y el mismo día la Rede Bandeirantes informó [16] [pt] que despedirá a la periodista Mirella Cunha sin, no obstante, asumir cualquier tipo de responsabilidad por el estilo editorial del programa.