Un vídeo que muestra cómo interrumpen al Primer Ministro etíope Meles Zenawi en el Simposio 2012 de Seguridad Alimentaria del G8 en Washington, D.C. ha encendido un debate sobre el papel de los periodistas en los regímenes autoritarios.
En el vídeo, se ve al periodista y activista etíope Abebe Gellaw gritando [en] «Libertad, libertad, Meles Zenawi es un dictador, está cometiendo crímenes contra la humanidad». El Primer Ministro Meles Zenawi, que en su país suele disfrutar de una prensa progubernamental aduladora, parece sorprendido e irritado.
Hablando del vídeo [en] en Facebook, Abiye Teklemariam compara al último dictador rumano Ceausescu con Meles Zenawi:
He visto muchos líderes interrumpidos por protestas. Normalmente ocultan su sorpresa y rabia sin esfuerzo. Algunos hasta consiguen caernos bien al reírse de sí mismos y al fingir que les preocupa la libertad de expresión de quien los ha interrumpido. Pero Meles Zenawi parecía realmente desconcertado y furioso. Su reacción tiene un extraordinario parecido con aquel famoso momento de Ceausescu, con la forma en que el dictador rumano reaccionó cuando, por primera vez desde su ascenso al poder, fue abucheado durante un discurso por la multitud que siempre se había mostrado impecablemente obediente. ¡Este vídeo dice mucho!
Mesfin Negash dice [en]:
¡Qué experiencia para MZ! Nunca habíamos visto a MZ tan escandalizado, avergonzado y furioso ante una audiencia. El periodista Abebe Gelaw dio su opinión a lo grande y EN PERSONA. ¡Hay que ver ese momento de MZ! ADVERTENCIA PÚBLICA: Les aconsejamos encarecidamente que no intenten ni improvisen algo así en casa, a menos que… [lol]
No obstante, Daniel Berahane no cree que el Primer Ministro Meles Zenawi se sorprendiera. Ha colgado otro vídeo que describe como «[Sin editar] La elegante reacción de Meles Zenawi mientras Abebe Gelaw ladra»:
En un intento por desautorizar los esfuerzos de Abebe Gellaw, Berahane también publica una entrevista imaginaria [en] entre el Presidente Barack Obama y el Primer Ministro Meles Zenawi:
Barack Obama: Ya que hablamos de Etiopía, siento cierta preocupación por los periodistas, si me permite el comentario. Sabe, yo recibo cartas de congresistas y grupos defensores de derechos que alegan que…
Meles Zenawi: (carraspea) Perdóneme, Obama. No le sigo. ¿De qué periodistas habla? ¿De los que se parecen al que ha visto ladrar hace un rato?
Barak Obama: (ríe) Bueno, ahí tiene razón. Está bien, hablemos de Sudán, qué aconseja en…
[Meles Zenawi habrá pensado: Gracias, Abebe Gelaw, Me has hecho la mejor defensa].
Al Mariam, académico y bloguero residente en EE.UU. argumenta [en] que Zenawi probó su propia medicina:
Zenawi estaba estupefacto, apabullado, atónito y completamente desorientado. Fue como si 90 millones de etíopes se hubieran puesto en fila señalándole con un dedo acusador y gritando al unísono «¡Meles Zenawi! ¡Eres un dictador!…» En ese momento Abebe descubrió el significado real del eslogan de su web, addisvoice.com – «Una voz para los que no tienen voz». Irónicamente, la voz de los que no tienen voz hizo enmudecer al hombre que ha privado a millones del derecho a hablar.
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Su expresión [de Zenawi] era de total incredulidad. «¿Es ese Abebe Gellaw? ¡No puede ser! Creí que lo tenía a buen recaudo en la prisión de Kality con Eskinder Nega, Reeyot Alemu y Woubshet Taye. ¿¡¿Qué demonios hace aquí?!?»
Hallelujah Lulie no cree [en] que los periodistas puedan hacer campaña sin que su integridad profesional se vea seriamente empañada:
La objetividad no es lo mismo que la neutralidad. Entiendo la crítica al periodismo objetivo que apoya al sistema. No obstante, el periodismo patriótico y reivindicativo también es una mala tendencia. La objetividad no pasa por ignorar la injusticia y pretender tratar al opresor y al oprimido de la misma forma. Creo que la frustración empujó a Abebe a hacer lo que hizo, pero cualquier esfuerzo para racionalizar el hecho desde una perspectiva periodística es ser un hipócrita y pretender manipular y torcer las reglas y principios que afirmamos defender para que se ajusten a nuestros propios objetivos políticos. Apoyar la bronca «periodística» de Abebe a Meles y justificarla en términos periodísticos para que parezca profesional me induce a preguntarme si está mal cuestionar y examinar la profesionalidad y la precisión de los periodistas en los regímenes autoritarios. ¿Cómo puede una audiencia supuestamente neutral o desinformada creer cualquier cosa que Abebe u otros periodistas de su estilo digan sobre Etiopía? Deberíamos ser capaces de ver más allá de los sucesos y de las reacciones sensacionalistas y preocuparnos por crear una cultura y una base de sensatez.
Abiye no está de acuerdo [en]:
Se supone que los periodistas son los que nos proporcionan información exacta, y la posibilidad de que la oposición abierta y vocal a un grupo pueda afectar a esta labor puede ser un tema razonable de debate. Pero este debate sobre los límites del buen periodismo –es decir, la investigación imparcial de la verdad– comienza con la presunción de que hay lugar para el buen periodismo. Es un debate de segundo orden. En las dictaduras, esta presunción no tiene validez. El periodismo en estos sistemas es un camelo que se utiliza para justificar un resultado amañado. Sin un nivel razonable de libertad de expresión e información, reglas y prácticas contra la censura y un entorno cómodo para los periodistas, es imposible la investigación imparcial de la verdad. Esto plantea una disyuntiva fundamental a los que quieren practicar un buen periodismo: ¿Deben seguir su labor como si existiera un espacio real para trabajar (lo que es falso) o deben luchar para que este espacio cambie (lo que exige un considerable grado de activismo político)? Para mí, la respuesta es evidente. El activismo político contra el régimen que ejercen los periodistas en una dictadura es lo que hacen para que sea posible un buen periodismo.
El gobierno etíope bajo el liderazgo del Primer Ministro Meles Zenawi recibe constantes condenas en su país y en el extranjero por su trato inaceptable a los periodistas. Endalk arroja luz [en] sobre la difícil situación de los periodistas etíopes.