Arabia Saudita: el experimento «Sin rostro»

Rana Jarbou (@rjarbou) es una bloguera [ar, en] saudita quién decidió llevar a cabo un experimento. Usar por una semana el niqab o velo facial, para ver cómo se siente y observar si es tratada de forma diferente.

Rana, quién actualmente se encuentra trabajando en un libro que documenta el grafiti en doce países árabes, vivió en Arabia Saudita hasta la adolescencia, luego residió en Estados Unidos, Bahréin y Líbano. Estos días divide su tiempo entre Riad y Beirut.

El 20 de julio Rana dio a conocer su experimento [en]:

A partir de hoy y durante una semana, estaré conduciendo un pequeño experimento. […] Voy a usar un niqab cada vez que salga en la ciudad de Riad.

Rana usando niqab. Foto utilizada con su permiso.

El primer paso fue comprar un niqab [en]:

Cuando fui a comprar la nueva abaya [en], pañuelo y niqab, tuve que decirle al vendedor una mentira piadosa. Le dije que era para mi hermana porque hubiese sido extraño que yo entrara con mi look normal y saliera con un look completamente distinto (ya sea puesto o en una bolsa). […] Fui al baño de mujeres más cercano dentro del centro comercial para cambiarme. Salí y comencé a dirigirme hacia la salida donde me recogería mi chofer, Eric. Hasta ahora, podía ver perfectamente. Este niqab no afecta mi visibilidad. Pero noté algo inmediatamente. Nadie me mira, ni siquiera me notan. Me sentí muy liberada. Caminé hacia una escalera hacia la cual se estaba acercando un hombre. El paró y me cedió el paso, e incluso espero un momento para darme mi ‘espacio’. Hasta que salí, de verdad, ¡nadie me miró! Sí, estoy acostumbrada a que los ojos se posen en mí cuando no uso mi niqab. […] Olvidé mencionar que a mi salida, pasé por varias tiendas para comenzar a probar la interacción con los vendedores. Casi ni me miraban a los ojos. Eso no fue tan bueno.

Rana tuiteó:

@rjarbou: Usar un niqab en Riad es como usar una ombliguera y minifalda en Nueva York. NADIE mira. #faceless

Ella lo comparó a su experiencia en Líbano:

@rjarbou: Me cansé de que los libaneses pretendan que son de mente abierta. #Fail… Sigo siendo un objeto sexual caminante en cualquier parte de Líbano. En todos lados.

El tercer día de su experimento escribió [en]:

Este ‘experimento’ se torna confuso a ratos. Porque aunque el propósito de usar un niqab es hacerlo en presencia de hombres, he notado mujeres que lo usan en muchas secciones de espacios públicos sólo para mujeres, incluso en edificios sólo para mujeres. Sólo hace falta un minuto para ponérselo, así que no puedo imaginar que dejárselo puesto sea para evitar la molestia de volvérselo a poner. Esto me ha asombrado, pero lo que más me confunde ahora es saber qué debo hacer durante el experimento. ¿Debo ser Rana, quién no encuentra la lógica de usar el niqab en las habitaciones y edificios sólo para mujeres, o debo seguir la ‘norma’ del niqab? ¿Cuál es la norma?

Para el quinto día, sin embargo, Rana descubrió [en] que usar un niqab no hace a las mujeres inmunes a las miradas y cuchicheos de los hombres.

Global Voices le preguntó a Rana más sobre su experimento «Sin rostro».

Global Voices (GV): ¿Qué es lo que usualmente traes puesto cuando estás en Riad?

Rana Jarbou (RJ): Normalmente uso abaya y un pañuelo suelto o sin pañuelo… depende a dónde vaya. Uso bufanda principalmente (no por motivos religiosos) debido a la cultura, tradición o miedo – todo lo cual soy capaz de desafiar. Pero noto que hay una diferencia incluso entre traer un pañuelo suelto o no traerlo del todo.

GV: ¿Qué te motivó a hacer este experimento? Haz mencionado [en] «incidentes en lugares públicos con tus camaradas usuarias de niqab» – nos puedes contar más?

RJ: He estado reflexionando sobre cómo y dónde el pañuelo y velo son usados ya desde hace tiempo. Pero decidí realizar este experimento para comprender plenamente, vivir y sentir la vida detrás de un niqab. He estado en muchas situaciones donde una mujer que usa niqab se salta la fila enfrente de mí o interrumpe mientras converso con un vendedor, cajero o quien sea. También he observado cómo algunas mujeres que usan niqab tratan a sus empleados domésticos en público. Pareciera que el niqab les da licencia a comportarse como quieran.

Y después tuve un incidente la semana pasada. Un hombre estacionó su auto dejando tres llantas sobre la acera en una entrada donde los autos dejan y recogen compradores. Le dije algo y me respondió: ‘esto no es asunto tuyo así que por qué ¡NO TE CALLAS!!’ El guardia de seguridad no hizo nada. Entré al centro comercial y cuando salí poco tiempo después, el auto seguí ahí. Había una mujer – usando niqab – en el asiento de pasajero con sus niños en la parte trasera. Decidí que tal vez, sólo tal vez, por ser mujer podría intentar comunicarle lo que no pude tiempo atrás (porque su marido se negó a escuchar).

Le dije, ‘Si todos hiciéramos lo mismo, el lugar sería tan caótico y todos estarían enojados, y… ‘antes de que pudiera terminar mi comentario, ella me interrumpió y me dijo, ‘No es asunto tuyo!’ en inglés. Le respondí ‘hablo árabe, y ciertamente es asunto mío – este es mi país y me gustaría que nos respetáramos entre nosotros y a los espacios públicos.’ Ella respondió, ‘¿Llamas a éste tu país y luces así? No, este no es tu país…’ y siguió atacándome. Nuestra conversación ya no se trataba del auto estacionado en donde los peatones entran y salen del centro comercial; se desvió a sus insultos hacia mí por no usar un niqab.

Por lo general me entristece este hecho, que algo como un pedazo de tela – y cómo lo usas – pueda quitarme mi humanidad o derechos como ciudadana.

GV: Algunos argumentan que el verdadero problema es la obsesión en todas las sociedades por cómo se visten las mujeres (ya sea equiparando el cubrirse con «decencia» o mostrar la piel con «liberalidad») – el uso de los cuerpos femeninos y su apariencia como campo de batalla ideológico. Al llevar a cabo este experimento ¿no estás jugando el juego de esta obsesión?

RJ: Tenemos que enfrentarlo. Esto no se trata de políticas de derecha francesas. No se trata de ideología ni religión. Se trata de una cultura con una creciente y profunda frustración sexual. Mi cara y cabello se convierten en víctimas de esa frustración.

Además, la obsesión parece ser contagiosa, haciendo que mis colegas ciudadanas usuarias de niqab hagan juicios superficiales de lo que es o no ‘suficientemente saudita’.

Estuve aquí en los ochentas y me han contado de los setentas. Y a través de los años, mientras más centros comerciales se construyen y más avances tecnológicos tenemos, pareciera que hemos llegado a un punto de estancamiento en este debate.

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