El 17 de agosto de 2012, Sam Klebanov anunció [ru] que el Ministerio de Cultura ruso había prohibido el estreno de una película serbia llamada «Clip», escrita y dirigida por Maja Miloš (tráiler disponible aquí).
Los derechos de distribución rusos de Clip pertenecen a la compañía de Klebanov, Cinema Without Borders [ru], que fue honrada con un premio Hivos Tiger [en] en la 41ª edición del Festival Internacional de Cine de Rotterdam, en los Países Bajos, a principios de año.
Klebanov publicó [ru] en su página de Facebook una fotografía de una carta oficial de Ivan Demidov [ru], un antiguo ideólogo del grupo juvenil creado por el Kremlin (ahora Viceministro de Cultura), en la que Demidov justifica dicha prohibición alegando que la película contiene un «lenguaje obsceno, escenas de consumo de alcohol y narcóticos y material de naturaleza pornográfica».
Dado que en la película aparecen actores de entre 14 y 16 años, Demidov también cita una ley federal del 2010 (número 436) que exige la protección de menores ante información que pueda perjudicar su salud y desarrollo.
En una entrevista [ru] con el periódico en línea Gazeta.ru, otro funcionario del Ministerio de Cultura, llamado Yuri Vasiuchkov, justifica la prohibición de forma diferente. Basa la decisión en una interpretación un tanto ambigua de una antigua ley federal de 1993 (número 396), que incluye una subcláusula que confiere al gobierno el poder de poseer la distribución legal de las películas «en ciertos casos».
La prohibición de Clip llega en un momento de la sociedad rusa en el que las tensiones respecto a la «fibra moral» del país se disparan. En el periodo que siguió al juicio del grupo Pussy Riot y a un asunto cultural más amplio, relativo a la relación entre religión y estado, la acción del Ministerio de Cultura alcanzó a muchos, como la última de esta serie de intentos de censura.
Un bloguero tras otro han ido ridiculizando o celebrando el hecho de que la decisión del gobierno solamente realza [ru] la publicidad [ru] de la película, que de otro modo habría pasado inadvertida como película de autor extranjera.
El usuario de Twitter M1D1EZ, por ejemplo, destaca la amplia disponibilidad de la película en Internet mediante el servicio de archivos compartidos o las redes sociales, con un comentario cargado de ironía:
Скандальный фильм сербской дебютантки Майи Милош «Клип» не выйдет на российские экраны! Особенно через «вконтакте» и торрент-трекеры.
El canal de televisión en línea WebTV, de inclinación oposicionista («TV Rain») emitió [ru] un breve segmento acerca de la prohibición de la película, declarando con cierto alarmismo: «parece que el celibato vuelve a Rusia, todo gracias a los burócratas rusos». El humorista Evgeny Shestakov, fingiendo ser Vladimir Medinsky [en], Ministro de Cultura, redactó una carta [ru] donde satirizaba las razones del gobierno para prohibir Clip.
Entre las diferentes protestas irónicas (incluyendo la supuesta desaprobación del ministro de la expresión de aburrimiento del protagonista masculino durante una escena de sexo oral), Shestakov también incluyó el enlace a una página de compartición de datos sueca, The Pirate Bay, donde se puede descargar ilegal y gratuitamente la película Clip.
No hace falta decir que Clip es una película bastante explícita. La directora insiste en que «no hubo menores implicados en las escenas explícitas de sexo y desnudos», pero esta advertencia aparece por alguna razón al final de la película, en lugar de al principio. Además, todos los actores principales son menores, y las «escenas de sexo explícito y desnudos» no representan demasiados momentos de alto contenido sexual en la película, todos ellos protagonizados por una niña de 14 años (algunos blogueros rusos han destacado este aspecto, y ciertamente comparten [ru] la decisión del Ministerio de Cultura de prohibir la película).
En un artículo [ru] del periódico en linea Svobodnaya Pressa, Konstantin Ananev plantea la interesante cuestión de que la actuación rusa en materia de películas polémicas ha sido más selectiva que exhaustiva. Nombra específicamente el próximo estreno de una película cargada de sexo y drogas, «Dukhless», de los aliados del Kremlin Sergei Minaev y Fyodor Bondarchuk, a la que no sólo se le aseguró una amplia distribución, sino que también estuvo parcialmente financiada por el Ministerio de Cultura. Asimismo, Nikita Mikhalkov, otro favorito del gobierno, hizo una «excepción» cuando se trataba de hacer cumplir los límites de edad en la venta de entradas de su fracaso de taquilla Burnt by the Sun 2 [en] (Quemados por el sol).
En otras palabras, las objeciones del Ministerio de Cultura hacia Clip y otros casos similares poseen una apariencia de indignación moral y un creciente puritanismo religioso, pero la realidad oculta más frecuente es que el gobierno tiene favoritismos. En el caso de Clip, la prohibición, ya sea iniciada por Demidov, Medinsky o algún otro cargo superior, es de un carácter populista innegable, no muy diferente al caso de Pussy Riot.
Es más, el opositor Vladimir Milov planteó recientemente este asunto en una página de opinión [ru] afirmando que el Kremlin ha usado el juicio a las Pussy Riot para distraer a la oposición y, según el público ruso, equiparar el liberalismo con pervertidos que profanan iglesias (Milov destaca como refutación de la teoría de la «toma de control del Estado por parte de la Iglesia» el caso actual contra Igor Artemov, un hombre acusado de «promover [ilegalmente] la exclusividad de la Iglesia Ortodoxa rusa»).
Aunque es poco probable que los internautas rusos y los manifestantes se alíen con Maja Miloš, ya que ya tienen a Nadezhda Tolokonnikova (del grupo Pussy Riot), aún existe una posibilidad, y los riesgos para la oposición son similares. ¿Representa la prohibición de «Clip» los primeros indicios de una nueva moralidad nacional más restrictiva? ¿O acaso la inconsistencia del gobierno en «políticas morales» indica nuevos retos que son más políticos que religiosos o culturales?