- Global Voices en Español - https://es.globalvoices.org -

Santo Tomé y Príncipe: La deforestación amenaza a la biodiversidad

Categorías: África Subsahariana, Santo Tomé y Príncipe, Ambiente, Desarrollo, Economía y negocios, Gobernabilidad, Medios ciudadanos

Santo Tomé y Príncipe [1], al igual que otras islas del Golfo de Guinea como Bioko y Pagalú, es uno de los países de la costa oeste africana que sobresale cuando el problema a tratar es la biodiversidad. Por este motivo, desde finales del siglo XIX, estas «preciosas islas ecuatoriales» han suscitado enormemente el interés de los investigadores internacionales [2] [pt].

Sus bosques han sido clasificados por la organización internacional WWF [3] [en] como una de las doscientas áreas más importantes del mundo desde el punto de vista de la biodiversidad. Albergan alrededor de 25 especies diferentes de aves endémicas, un número extraordinario y comparable [4] [pt] con el de las «Islas Galápagos (22 especies), que son ocho veces más grandes que Santo Tomé y Príncipe, y, además, supera el doble del número de las Seychelles (11 especies), que son ligeramente menores que Santo Tomé y Príncipe».

Beija-flor-oliváceo - Cyanomitra olivacea [5]

Nectarinia olivácea (Cyanomitra olivacea). Foto del blog Apenas a Minha História (usada con permiso).

En los años noventa, Birdlife International incluyó los bosques de Santo Tomé y Príncipe dentro de las «Áreas Importantes para la Conservación de las Aves» («Important Bird Areas (IBAs) [6]» [en]) de África y los situó en el puesto 25 de las 218 «Áreas de Aves Endémicas» (“Endemic Bird Area (EBAs)») del mundo.

Debido a que convierten al país en una referencia mundial para las aves [7] [pt], las cuales son, sin duda alguna, representantes obvias de la inmensa riqueza biológica, las islas han sido motivo constante de celebración y reconocimiento, como en el caso del periódico Jornal Quercus Ambiente [8] [pt], donde Martim Pinheiro de Melo afirmó en un artículo:

As ilhas de São Tomé e Príncipe no Golfo da Guiné teriam certamente fascinado Darwin se ele por lá tivesse passado.

Las islas de Santo Tomé y Príncipe del Golfo de Guinea habrían fascinado totalmente a Darwin si hubiera estado allí.

Fue precisamente la búsqueda del encanto, la magia y el esplendor que estas «preciosas islas ecuatoriales» ofrecen a sus visitantes lo que hizo que el biólogo portugués João Pedro Pio fuera al suroeste de Santo Tomé en julio de 2012 [9] [pt], exactamente a Ribeira Peixe. Su intención era encontrar aves (la Paloma de Malherbe, el Treron sanctithomae y la Paloma de Santo Tomé) y otras especies raras en peligro de extinción, como es el caso del Ibis [10] [en], que se encuentra en el primer puesto de la lista [11] [pt] al ser una de las aves endémicas gravemente en peligro de extinción.

El blog Apenas a minha história [12] [pt], en el que João Pedro cuenta su experiencia como extranjero e investigador durante un año en Santo Tomé, describe la escena de devastación que él mismo encontró en el área en la que aun debería ser posible ver aves:

Bem, quando o transecto começou, numa zona que anteriormente seria floresta cerrada, agora era um descampado enlameado. Já não haviam árvores nenhumas! Foram todas cortadas indiscriminadamente (…) com a excepção de um ou outro Viru-vermelho que permanecia comicamente sozinho no meio de toda aquela destruição, não havia uma única árvore de pé.

Pues bien, cuando el transecto comenzó, un área que antes era un bosque cerrado, ahora era un descampado embarrado. ¡Ya no había árboles! Se habían talado indistintamente […] a excepción de uno o dos Viru-vermelho que permanecían solos de manera cómica en medio de toda la destrucción. No quedaba ni un árbol en pie.

"Ao longe uma escavadora fazia o seu trabalho implacavelmente enquanto toda a paisagem parecia chorar a destruição causada." [13]

«A lo lejos, una excavadora trabaja sin piedad mientras todo el paisaje parece llorar ante la destrucción». (Imagen usada con permiso).

Ribeira Peixe, también denominada Emolve [14][pt] (por la compañía de aceite vegetal), era una gran plantación semiabandonada de palmas aceiteras, un monocultivo que siempre presentaba un peligro para la biodiversidad de la isla, el cual se agravó por la amenaza de seguir adelante con los planes de rehabilitar y expandir la plantación desde las 610 hectáreas actuales hasta 5.000 hectáreas aproximadamente, según se confirmó [15] [pt] en 2009, cuando el estado de Santo Tomé firmó un acuerdo con la compañía belga SOCFINCO para operar con el aceite de palma.

João Pedro creó el siguiente mapa del área:

"A linha verde assinala o limite com o Parque Natural Obô. Toda a área vermelha é antiga plantação de palmeira ou floresta que eu já vi que foi cortada. Como podem ver, há muita floresta que dantes estava de pé juntamente com as palmeiras da Emolve e agora perdeu-se..." [13]

«La línea verde señala la frontera con el Parque Nacional Obô. Todo el área en rojo muestra una plantación antigua de palmas aceiteras o un bosque que he visto que ha sido talado. Como pueden ver, hay muchos bosques que estaban junto a las palmas de Emolve que ahora se han perdido…».

El joven investigador escribió que «el Gobierno decidió que sería más rentable para el país cambiar toda su biodiversidad, que es única en el mundo, por unas cuantas toneladas de aceite»:

O governo de São Tomé e Príncipe assinou um contrato com a Agripalma, cedendo-lhes 5000 ha, ou seja, terra suficiente para que o negócio de venda de óleo de palma se torne rentável. (…) E como se o Ibis e as outras aves endémicas presentes na zona não fossem suficientes para parar o abate descontrolado de árvores, é aqui que se pode observar o fantástico Pico do Cão Grande que, só por si, poderia e devia ser explorado como um foco de atracção turística importantíssimo para São Tomé e Príncipe! Mas não (…)

El gobierno de Santo Tomé y Príncipe ha firmado un contrato con Agripalma en el que les ofrece 5.000 hectáreas, o en otras palabras, tierra suficiente para que su negocio de venta de aceite de palma sea rentable. […] Y como si el Ibis y las otras aves endémicas del área no fueran razón suficiente para detener la tala incontrolada de árboles, aquí se puede observar el fantástico Pico do Cão Grande (Pico Perro Grande), ¡que podría y debería ser considerado una atracción turística importante para Santo Tomé y Príncipe! ¡Pero no! […].

El anterior coordinador internacional del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales [16], Ricardo Carerre [17], en el informe titulado «Aceite de palma en África: panorama pasado, presente y futuro [18]» [en] explica los procesos que llevaron al acuerdo de 50 [19] – 75 [20] [pt – ambos enlaces] millones de dólares a cambio de riquezas que no tienen precio.

Santo Tomé y Príncipe es uno de los firmantes del Convenio sobre la Diversidad Biológica [21], y se ha comprometido a encontrar soluciones para la preservación de la biodiversidad. Sin embargo, tanto los ciudadanos como los usuarios de internet se preguntan si quizás alguna entidad capacitada ha realizado algún estudio o alguna evaluación sobre el impacto medioambiental que este sistema de monocultivo tendrá a corto y largo plazo.

El aceite de palma puede usarse para la producción de biofuel con propósitos comerciales, pero estas plantaciones de palmas degradan el medio ambiente de manera agresiva al absorber los nutrientes de la tierra y dejándola extremadamente pobre, hasta que se convierta en menos de dos décadas en tierra estéril que solo serviría para el crecimiento de matorrales, un perfecto combustible para los fuegos. Además, las fábricas que surjan para procesar este aceite producen una gran cantidad de residuos contaminantes como cáscaras, agua y residuos grasientos; y como se supone que se trata de un monocultivo, será necesaria una gran cantidad de herbicidas, fertilizantes y pesticidas.

Existe un dicho que dice «aprende de los errores de otros», y lo bueno de la historia es que podemos aprender a no cometer los mismos errores. En Indonesia [22] [en] y Malasia [23], por ejemplo, desaparecieron bosques enteros con las operaciones del aceite de palma. Es como si nunca hubieran existido. Cerca de dos millones de héctareas de bosque se destruyen cada año, y la explotación en cuestión parece beneficiar solo a las grandes operaciones de cultivo y a los gobiernos corruptos. El más débil solo puede mirar para otro lado, un hecho que se ha extendido en otras regiones en vías de desarrollo del mundo.