De nuevo tiempos duros para la prensa rusa

El 12 de noviembre, uno de los mayores blogueros de la RuNet, Rustem Adagamov, publicó una carta [ru] de Yevgenia Albats, la editora principal de una de las revistas semanales más importantes de Rusia: The New Times. En su carta, Albats anunciaba una nueva iniciativa de suscripciones, cuyo destino determinará el futuro de la revista. Según Lenta.ru [ru], cada edición impresa de The New Times vende actualmente alrededor de 50.000 copias (justamente el número de suscripciones anuales que Albats calcula que necesita la revista, si se mantiene a flote). Las suscripciones anuales suman 3.600 rublos (aproximadamente 90 euros), de los cuales se destina la mitad solo en gastos de envío.

¿La libertad no es libre?

The New Times también ha desvelado un nuevo diseño y lema: «La libertad de expresión tiene un precio». A este tipo de novedades se dedica Filipp Dziadko, el exeditor de Bolshoi Gorod, otra revista con sede en Moscú. En junio de este año, el mayor de los tres hermanos Dziadko (que presentan juntos un programa de televisión) abandonó BG [ru] tras alegar la interferencia por parte del gobierno. Otros, como el servicio ruso de la BBC [ru], criticó a Dziadko por convertir BG en un «micrófono para la clase urbanita cabreada». De hecho, en la repercusión de las protestas del último invierno, Bolshoi Gorod se convirtió progresivamente en político, incluso publicó eslóganes de protesta en su portada [ru].

Yevgenia Albats, periodista rusa de investigación, política, escritora y presentadora de radio. Moscú, 12 de junio de 2012, foto de Evgeniy Isaev, CC 2.0.

Con la llegada del nuevo diseño de The New Times esta semana, Albats y Dziadko han lanzado una campaña de relaciones públicas para concienciar más a la gente sobre los problemas financieros de la revista. Echan la culpa a la falta de anunciantes e inversores en el Kremlin, e insisten en que no escasean los lectores interesados. «Todo el mundo lee nuestra revista [us]», explica Albats, «pero [la gente] teme comprar publicidad porque cree que el Kremlin lo interpretará como una declaración personal en contra de Putin».

En una entrevista [ru] con Coltra.ru (otro proyecto fracasado que dejó de funcionar [ru] el 19 de noviembre por falta de financiación), Dziadko repitió casi palabra por palabra lo que Albats dijo sobre publicidad: «Todo el mundo lee The New Times, pero tienen miedo de comprar publicidad. He oído personalmente a algunos empresarios decir que «sus jefes lo prohíben»».

No comprar la revista

The New Times está promocionando suscripciones proclamando que es «una de las tres o cuatro» únicas publicaciones impresas de Rusia que ofrece reportajes políticos sin censura. De hecho, la prensa de Albats está reconocida generalmente como la más atrevida del país, y la revista parece que ha sabido sacarle partido a una estrategia publicitaria sensata. Sin embargo, esto no ha sido suficiente para detener a muchos que critican y ridiculizan en RuNet la noción de que la libertad de expresión en Rusia depende de la solvencia financiera de The New Times.

La bloguera de Yekaterinburg, Viacheslav Bashkov, remarca [ru] la ironía de una campaña fundada en una libertad sin censura, que se debe a un escándalo [ru] que estalló entre Albats y Boris Stomakhin a principios de este año.

Como resultado, Albats prohibió a sus redactores hacer cualquier mención a Stomakhin, quien pasó cinco años encarcelado por incitar el extremismo contra los rusos étnicos. En agosto, ambos intercambiaron críticas en Facebook [ru], donde Albats confirmó que sí había censurado el nombre de Stomakhin en la columna de Valeriya Novodvorskaya. En un ejemplo clásico de absurdidad de RuNet, Stomakhin respondió a Albats con una amenaza antisemita, cuando Stomakhin en sí es un judio [ru].

Hay otras reacciones más suaves, pero no menos despectivas. El tuitero en contra de la oposición, Lev Sharansky, escribió [ru] con sarcasmo:

Если все свалят по совету Альбац из этой страны, кто же будет оформлять подписку на The New Times? Навальный?

Si todo el mundo abandona el país siguiendo los consejos de Albats, ¿quién habrá para suscribirse a The New Times? ¿[Alexey] Navalny?

Filipp Dziadko, 18 de febreo de 2011, autoretrato, CC 3.0.

Jokester Dmitri Olshansky se mofó [ru] de la idea de que los capitalistas rusos iban a abandonar, aparentemente, sus mejores animadores:

 

 

 

 

Вот интересно. Видные либеральные журналисты – в том числе авторы Нью Таймс – всегда оправдывали русский капитализм, приватизацию, экономическую политику 90-х. «Другого пути не было». «Создан класс рыночных собственников, эффективных и прозрачных». «Иначе вернется совок». «Денег нет». «Реформы». Ну и прочее. Неясно, почему бароны, которых так защищала либеральная пресса, не поддержат теперь своих верных вассалов.

Vaya, qué interesante. Los periodistas liberales importantes (incluyendo los autores de The New Times) siempre han justificado el capitalismo, la privatización y las políticas económicas rusas de los años 90. «No había otra alternativa. Se creó una clase con capital, eficiente y transparente. Cualquier otra opción llevaba de vuelta a la URSS. No había dinero. Reformas, y etc.» Lo que no está claro es porqué los magnates, a los que la prensa tanto había defendido, no vienen ahora a ayudar a sus leales vasallos.

Igor Karaulov, un traductor legal autónomo (según su perfil de Facebook), fue el primero en responder al post de Olshansky. En un comentario [ru] que atrajo 23 «me gustas», Karaulov intentó dar luz a la «incertidumbre», escribiendo: «Esto se debe a que los periodistas liberales siempre han enseñado a los magnates a no apoyar productores ineficientes».

La vida como periodista en Moscú

Con todo lo que se comenta sobre la supervivencia de las revistas, uno se pregunta cómo es el mercado laboral de periodistas en la capital rusa. Yandex destacó un amalgamador de Webs de empleo [ru], que estima que el salario mensual medio de los periodistas es de 39.000 rublos (unos 970€). Si comparamos, los agentes de policía de Moscú tienen un salario medio de 37.000 rublos al mes, los conserjes ganan 17.000 rublos y los «ingenieros» alcanzan casi los 49.000 rublos.

Según msk.job-mo.ru, un motor de búsqueda de empleos de Moscú, The New Times busca actualmente llenar seis vacantes diferentes [ru] con salarios que van desde 34.500 a 42.000 rublos al mes.

Leyendo entre las publicaciones, encontramos el anuncio de una nueva vacante como asistente personal de Albats [ru], que contiene requisitos de solicitud que podrían ser ilegal en países que prohíben la discriminación de los contratantes en relación a cuestiones de sexo o edad. Por ejemplo, el Título VII de la Ley de los Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Discriminación Laboral por Edad de 1967 no permitirían que The New Times pidiera que el asistente de Albats fuera «una mujer entre veinticinco y cuarenta y cinco años».

En estos momentos, la ciudad de Moscú ofrece puestos para otros 96 periodistas; y es así cómo Yandex ha publicado su lista de empleos. Al multiplicar este número por el salario promedio de la industria, se estima que más de 3,7 millones de rublos están a la espera de que los aspirantes a periodistas en Moscú lo reclamen cada mes. Si The New Times no consigue 50.000 suscriptores pronto, se espera que muchos de sus periodistas se planteen como objetivo los 3,7 millones.

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