Amila Bosnae escribe [en] acerca de los años «robados» por la guerra en la antigua Yugoslavia:
Pierdes un par de años una vez, y veinte años más tarde, todavía no te recuperas de la pérdida. […] Entonces, el tiempo se detuvo para nosotros en cierta manera. Ni siquiera crecí en lo más mínimo durante la mayor parte de esos años, porque simplemente ¡no había ninguna base a partir de la cual crecer! Estuvimos alejados del mundo, pero éste siguió su curso sin nosotros. Quizás aún celebraba la reunificación de Alemania y una nueva Europa, mientras que nosotros corríamos en busca de refugio. En la nueva Europa. […]