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Conversaciones: Un viaje por carretera a Idlib

Categorías: Medio Oriente y Norte de África, Siria, Derechos humanos, Gobernabilidad, Medios ciudadanos, Política

Como parte de nuestra colaboración con Syria Deeply [1] [en] estamos publicando una serie de artículos que recogen las voces de los civiles atrapados en el fuego cruzado, junto con las perspectivas de escritores de todo el mundo sobre el conflicto. 

A continuación hay una conversación entre Syria Deeply y una estudiante universitaria siria. Es de una familia suní conservadora en Aleppo. Espera dejar el país, pero primero tuvo que conseguir un pasaporte del domicilio registrado de su familia en Idlib. Nos contó sus observaciones sobre la carretera entre Aleppo y Idlib:

El conductor nos llevó a Idlib por todos los pueblos «liberados». Pasamos por un pueblo llamado Kafar Halab, que tiene una colina grande cerca. Los paisajes eran de una belleza increíble. Después de la revolución, quiero comprar una casa allí…

Había grafiti por todos los sitios que pasamos. Algunas de las escrituras eran de apoyo al régimen y otras de apoyo a la oposición. Cada uno de ellos intenta borrar al otro y escribir en su lugar. Es muy infantil. No puedes fiarte de ninguno de ellos.

Vi la fábrica de pan de shamsin cuando iba de camino y había una muchedumbre increíble delante de ella. Había miles de personas peleándose y empujándose los unos a otros por el pan. Entonces vi el complejo de restaurantes Magic Land. Había una valla publicitaria en la que ahora se puede leer «Somos una nación a la que Alá le ha dado el orgullo del islam».

Pasamos por el control del Ejército de Liberación Siria y luego llegamos a la intersección de Icarda, donde estaba localizado el control del grupo yihadista islámico al-Nusra. Sorprendentemente, fueron amables con nosotros. Quizás vieron mi hiyab (velo islámico) y mi ropa modesta y lo respetaron. Pasamos por Binnish y Taftanaz, ambos son objeto de fuertes bombardeos aéreos, sin embargo, la vida allí todavía es normal y la gente no parece inmutarse por vivir bajo bombardeos. Insisten en no dejar sus hogares. Algunas estudiantes universitarias de Binnish se unieron a nuestro vehículo y nos contaron sus historias de cómo van a Idlib todos los días para asistir a sus clases, temiendo durante todo el camino que un proyectil, un cañón o un coche bomba acabe con sus vidas…

Finalmente llegamos a Idlib, pero mi pasaporte no estaba listo todavía. Deambulé por los alrededores y tomé un té en un bonito zoco (mercado cubierto), que es una copia exacta de nuestro antiguo zoco en Aleppo. Había mucha gente y la vida era bulliciosa, igual que solía ser en Aleppo antes del gran incendio de hace dos meses en la ciudad antigua y el histórico zoco. Compré unas patatas Derby (unas patatas fritas producidas en Siria muy famosas) y el vendedor empezó a charlar conmigo cuando oyó mi acento de Aleppo.

Me pregunto por la situación en Aleppo y le contesté que todavía seguía mal. ¡Me contestó diciendo que cuando ellos estaban siendo bombardeados en Idlib nosotros estábamos haciendo barbacoas y comiendo kebab en Aleppo! Me enfadé muchísimo y me marché.

Aleppo, Syria. 28 de diciembre del 2012 — Gente reunida alrededor de una panadería en la calle. — Luego de los cortes de agua, combustible y electricidad en las áreas controladas por el Ejército Libre Sirio, los sirios intentan reasumir su vida normal en Aleppo durante la Guerra Civil Siria. (Fuente: Mike Blacktoviche [2])

Compré algo de pan allí para traerlo conmigo a casa, porque no hay pan en Aleppo. Antes, solíamos traer a casa dulces y otros lujos de nuestros viajes, pero ahora, un cacho de pan vale más que cualquier otra cosa… Sujeté el pan con ambas manos todo el camino como si fuera un tesoro. En el camino de vuelta a Aleppo, en el asiento delantero del autobús había un hombre muy servil, que solía saludar todos los controles que nos paraban. Les adulaba tanto si los controles eran del ejército como si eran rebeldes.

No hay palabras para expresar cómo se estaba desgarrando mi corazón por la carretera cada vez que veía a esa gente y nuestro precioso país ardiendo por todas partes. Lo que vi por el camino fue suficiente para mí.

¡Esta gente quiere vivir!