Siria: ¿Cuántos más deben morir?

Como parte de nuestra colaboración con Syria Deeply [en] estamos publicando una serie de artículos que recogen las voces de los civiles atrapados en el fuego cruzado, junto con las perspectivas de escritores de todo el mundo sobre el conflicto.

Bessma Momani es catedrática en CIGI y la Institución Brookings y profesora adjunta de la Universidad de Waterloo. La puedes encontrar en Twitter como @b_momani [en]. Momani comparte aquí su opinión sobre la actual crisis en Siria:

Como una analista política, puedo entender la geoestratégica plausible y las razones políticas que explican por qué, a pesar del reconocimiento internacional de la Coalición Nacional Siria, en la práctica, la realidad sobre el terreno cambiará muy poco. Y por qué, a pesar de que han muerto más de 60.000 sirios, el punto de inflexión para la comunidad internacional sigue siendo el uso de armas químicas.

El uso de armas químicas fija un precedente peligroso en una región con unos arsenales considerables y bastantes conflictos. Al etiquetar esto como el punto de inflexión, los gobiernos internacionales están intentando enviar una señal de aviso a todos los participantes de la región de los límites de aceptabilidad.

También puedo entender la rapidez con que la administración de Obama identificó al grupo extremista, Jabhat al-Nusra, una organización terrorista. Por un lado, esta acción puede ser vista como una estrategia para calmar a un congreso irascible que se había obsesionado con el fracaso del gobierno de predecir un retorno de los radicales en Libia que acabaron con la vida de empleados del departamento de estado. Con el reconocimiento de Frente al-Nusra como una organización terrorista, antes de que el gobierno estadounidense reconociera a la Coalición Nacional Siria como el representante reconocido del pueblo sirio, el congreso—y el mundo—recibieron la confirmación de que la administración de Obama no ignoraría las fuerzas extremistas.

Al mismo tiempo, los Estados Unidos se han abstenido de etiquetar al ejército de Assad como una organización terrorista, una actitud que tiene unas implicaciones enormes si hay una solución negociada al final de la crisis. El gobierno estadounidense sabe perfectamente que fracasó en Irak con el fomento de la desbaathificación después de la retirada del presidente iraquí Saddam Hussein. Mantener al ejército sirio fuera de una lista de organizaciones terroristas permitirá a algunos elementos de la cúpula desempeñar un papel «legítimo» en una nueva Siria y, en los próximos meses, fomentar más deserciones dentro de las fuerzas armadas y del régimen de Assad.

Pero, estas así llamadas explicaciones geopolíticas son también excusas para la inacción.

Imagen cortesía de Shaam News Network

La triste verdad es que muchos más sirios morirán y la comunidad internacional, incluidos nosotros los analistas, encontraremos muchas razones para justificar la inacción. Ninguna de estas razones consolará a los sirios que permanecen perplejos ante el por qué el mundo ignora su penosa situación, día tras día. Más de medio millón de personas han huido del país, una media de más de 800 al día, con millones de ciudadanos atrapados y desplazados internamente. Hay un número desconocido de prisioneros políticos, pero se estima que unos 25.000 [en] están retenidos en los campamentos militares de Assad. Muchos sirios que he entrevistado estiman que alrededor de 20 niños has sido asesinados cada día en Siria durante los dos últimos años.

Pero, mientras que las consideraciones geopolíticas para la inacción son muchas, las razones para actuar también son bastantes. La inacción puede generar consecuencias a largo plazo. Según el Banco Mundial, el treinta y seis por ciento de la población siria son niños menores de 14 años, y el 24% de la población está entre las edades de 14 y 24 años. No sólo se ha interrumpido su educación, sino que no tienen un hogar donde vivir y sienten una creciente desesperanza. El daño psicológico a largo plazo de toda una generación de sirios está todavía por verse.

Siria está siendo destruida, una bonita ciudad tras otra, delante de nuestros ojos. Escuelas, hospitales, parques, negocios privados y toda la infraestructura pública han desaparecido completamente. Con cada día que pasa, los refugiados sirios tienen menos casas y lugares de trabajo a los que regresar.

Esta inestabilidad ya se está extendiendo a Líbano. Esta desesperanza ya ha echado raíces en el extremismo. Ha pasado demasiado tiempo desde que hemos intentado justificar nuestra «estrategia en Siria».

¿Cuántos sirios deberán morir para que el mundo actúe?

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