Mientras las autoridades de Tayikistán continúan con su apuro de reemplazar estatuas de Lenin de la era soviética [1] con otras del ícono nacional Ismail Somoni [2], el bloguero Tomiris ofrece [3] [ru] un poderoso argumento contra la monocultura de los monumentos:
Es una pena que en vez de la ‘leninización’ del espacio de los monumentos ahora tengamos su ‘somonización’. Todas las ciudades erigen una estatua de Somoni. ¿Cúantas más podemos aceptar? ¿Para qué necesitamos tantos monumentos idénticos? Somoni puede haber sido una figura heroica (lo que es imposible de afirmar ahora debido a que la historia del país es excesivamente ideológica y politizada), pero no deberíamos convertirlo en un nuevo Lenin, un ‘padre’ o ‘abuelo’ de la nación.