Un cineasta iraní de renombre internacional, Mohsen Makhmalbaf, ha indignado a muchos de sus compatriotas por aceptar la invitación al Festival de Cine de Jerusalén [he] que se ha celebrado este mes en Israel.
Makhmalbaf, que también es activista del Movimiento Verde y antiguo revolucionario, ha hecho que la opinión pública iraní se divida entre los que creen que su asistencia al festival es un paso a favor de reducir el distanciamiento entre los dos países, como él declaró [fa], o los que dicen que es un desprecio absoluto a los derechos humanos de los palestinos, como afirman sus críticos [fa].
Makhmalbaf participó en el Festival de Cine de Jerusalén con su nueva película, «El jardinero»:
El acalorado debate aún está fresco entre los iraníes en los medios sociales, y ha suscitado peticiones firmadas por activistas, académicos y periodistas de la diáspora. El mundo virtual se ha convertido en un campo de batalla de discusiones sobre el viaje de Makhmalbaf.
Primero, se publicó [fa] una carta abierta firmada por un grupo de «eruditos, artistas, periodistas y activistas iraníes», en la que se lamentaban del desaire del director al movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS [en]) contra Israel:
En conciencia, no podemos estar de acuerdo con el Sr. Makhmalbaf y su decisión, que inevitablemente legitmará la ocupación israelí, el apartheid y la limpieza étnica. Pedimos no solo que el Sr. Makhmalbaf apoye el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones, sino que sea un mensajero de la liberación de todos, incluyendo tanto a palestinos como a iraníes.
Después, otro grupo de activistas e intelectuales escribieron una carta [fa] en apoyo de la visita del director a Israel, alabando su «valiente acción» como un gesto pacífico que «transmite un mensaje de amistad»:
Condenamos las políticas de guerra, ya las impulsen oficiales del Régimen Islámico o de Israel. En su lugar, respaldamos, apoyamos y aprobamos la posición de Mohsen Makhmalbaf, que también deberían apoyar las «fuerzas democráticas» de Irán en vez de abogar por un ataque militar. Igual que Mohsen Makhmalbaf, no tememos estrecharnos las manos en señal de amistad con los ciudadanos de Israel y creemos que el arte puede ser una herramienta que una a la gente sin que importen sus diferencias raciales, lingüísticas y políticas.
La polarización no se limita a los académicos. En los medios sociales, la visita del director a Israel también era un tema candente entre los internautas.
Samareh comenta [fa] las críticas con una pizca de sal y un poquito de cinismo en Balatarin, una web iraní de enlaces compartidos:
Makhmalbaf ha dado un gran paso yendo a Israel y hablando de paz. Ha mostrado que la nación iraní es distinta al régimen iraní, lo que resulta un gran golpe al gobierno de los clérigos. Una de las razones [de las fuertes críticas] es la orden del ministerio de inteligencia a todos sus lacayos: «Ensucien el nombre de Makhmalbaf inmediatamente, limítense a asegurarse de que se hace desde la posición de los enemigos de la República Islámica para dividir a la oposición. Si a la vez tienen que maldecir la República Islámica, no hay ningún problema con que lo hagan».
Adel, un bloguero iraní, expresa [fa] su desprecio, señalando la gran diferencia entre lo que hacen los artistas y el ámbito de la política, y por tanto, desestimando lo que hizo Mohsen Makhmalbaf por considerarlo fútil desde el principio:
Si somos un poco realistas, veremos que el discurso político de los artistas a menudo no tiene efecto sobre los políticos; ¡especialmente en los políticos israelíes que ni siquiera escuchan a sus socios norteamericanos! ¿Qué causa intenta ahora servir el Sr. Makhmalbaf? Quizá lo que quiere es acercar las dos naciones a la paz, pero su resultado real no será otro que sacar a un gobierno racista del aislamiento.
Tras este viaje, el subsecretario de cultura y guía islámica de la República Islámica, Javad Shamaghdari, ordenó que todos los objetos de Makhmalbaf fueran «depurados» del museo nacional iraní de cine, y un clérigo renegó de él [fa] considerándolo un apóstata.
Una cosa es segura en este acalorado debate: que igual que cualquier otro debate en el contexto iraní, el de Mohsen Makhmalbaf ha puesto de relieve la colorida esfera de la sociedad iraní, que es muy distinta a lo que muchos desearían creer.
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