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El Caso Chelsea Manning destapa cuestiones de transparencia, seguridad, periodismo y sexualidad

Categorías: Norteamérica, Estados Unidos, Activismo digital, Guerra y conflicto, LGBTQI+, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Mujer y género, Periodismo y medios

Chelsea Manning [1], anteriormente Bradley Manning*, es un soldado en el ejército de los Estados Unidos que filtró más de 700.000 documentos clasificados que revelaron violaciones de la Convención de Ginebra por parte del Gobierno estadounidense, así como matanzas indiscriminadas de civiles cometidas por las fuerzas militares estadounidenses en Irak y Afganistán, y cientos de cables diplomáticos clasificados.

Por ello, se la sentenció a 35 años de prisión, la pena más larga jamás impuesta a un filtrador de información clasificada, y mayor que la sentencia que se aplica a la mayoría de terroristas convictos. Cabe destacar que la acusación presionó para intentar obtener una condena a 60 años, aunque fue incapaz de probar que la información filtrada por Manning resultara en daño alguno. Ni una sola vida de personas relacionadas con el ejército o los servicios de inteligencia estadounidenses se perdió por causa de las filtraciones. Los cargos de «ayuda al enemigo», que la habrían expuesto a la pena de muerte, fueron finalmente desestimados por la juez que presidía el caso.

La propia Manning comprendió que sus acciones habían infringido la ley y se declaró culpable de todos los cargos, salvo el de ayuda al enemigo. En su carta [2][en] solicitando el indulto al presidente Obama, se expresó en estos términos:

Entiendo que mis acciones violaron la ley, y lo lamento si mis acciones dañaron a alguien o a los Estados Unidos. Nunca fue mi intención herir a nadie. Sólo quería ayudar a la gente. Cuando decidí divulgar información clasificada, lo hice por amor a mi país y sentido del deber hacia los demás.

Si usted rechaza mi petición de indulto, cumpliré mi sentencia sabiendo que, a veces, hay que pagar un alto precio por vivir en una sociedad libre. Yo lo pagaré de buen grado si ello quiere decir que podríamos lograr tener un país verdaderamente concebido en libertad y comprometido con la proposición de que todos los hombres y mujeres son creados iguales.

Lo que hace el caso de Chelsea Manning tan importante no sólo es la cantidad de información sin precedentes que filtró relacionada con errores del Gobierno, sino las implicaciones que su tratamiento por parte del sistema judicial tendrá para periodistas, bloggers, informantes, filtradores de datos y ciudadanos en general. El suyo es el caso más conocido dentro de la política de represión a los leakers (filtradores) de la administración Obama. De hecho, bajo el mandato de Obama se ha procesado a más [3]leakers [3] [en] por la divulgación de información clasificada al público que bajo ninguna otra administración.

Josh Stearns (@jcstearns [4]) [en], escribiendo para Boing Boing [5] [en], ve este caso tan sólo como el último dentro de una preocupante tendencia a poner coto a la libertad de información:

Deberíamos enmarcar el veredicto del caso Manning en el contexto de una creciente crisis de libertad de prensa que nos afecta a todos y cada uno de nosotros. Como señaló [6][en] Dan Gillmor en The Guardian, «el público necesita abrir los ojos frente a la amenaza a sus propias libertades que encarna la política de represión de Obama de las filtraciones, y, por extensión, del periodismo y la libertad de expresión mismos.»

En la época en que vivimos, cualquiera puede estar haciendo periodismo. Quien abre una página en Facebook [7] [en] para informar acerca del huracán que está golpeando su comunidad. Quien usa su smartphone [8] [en] para grabar a oficiales de policía matando a un adolescente desarmado en el andén de una estación de tren. Quien escribe un blog en directo informando acerca de un juicio [9] [en] desde que empieza hasta que acaba. Toda esta gente está tomando parte en el periodismo de un modo que deberíamos proteger y valorar.

[…]

Deberíamos alegrarnos de que este tribunal militar no equiparara las acciones de Manning con ayudar al enemigo, pero este caso es parte de un debate mucho más amplio, y uno del cual el público ha sido apartado en gran medida. Eso tiene que cambiar.

Trevor Timm (@trevortimm [10]) [en], en un post [11] [en] para la Fundación de Libertad de Prensa, también se muestra preocupado por el celo con el que la administración Obama está persiguiendo a los leakers. Afirma que una de las leyes empleadas para inculpar a Manning, la Ley de Espionaje, está siendo utilizada para hacer de ellos un sinónimo de traidores:

La Ley de Espionaje, una ley draconiana redactada en 1917 como forma de castigar a opositores no violentos de la Primera Guerra Mundial, ha sido, por desgracia, utilizada en los últimos años para equiparar a leakers e informantes con espías y traidores. Al allanar el terreno a esa visión retorcida en el juicio de Manning, la juez dejó claro desde un principio que la defensa no estaba autorizada a proporcionar pruebas ni de la intención originaria de Manning de informar al público norteamericano, ni de que ninguna de sus revelaciones perjudicó, de hecho, materialmente a la seguridad nacional.

A pesar de la narrativa oficial de la administración Obama que califica a Chelsea Manning de traidora, por todas partes gran número de gente le ha expresado su apoyo, como prueba el volumen de discusión generado últimamente en Internet. Los seguidores de Chelsea Manning se han agrupado para concienciar a la opinión pública de la importancia y necesidad de sus filtraciones de información. Además, una petición [12][en] conjunta de Amnistía Internacional [13] y de la Plataforma de Apoyo a Bradley Manning [14] [en] pidiendo al presidente Obama que otorgara el indulto a Manning circula por la Red. Finalmente, muchos han hecho llegar su apoyo desde Twitter:

El hecho de que Bradley Manning hiciera pública la verdad gratuitamente ya dice bastante por sí mismo que no es un traidor / oportunista / etc.

«Manning ayudó a hacer brotar la chispa de un nuevo movimiento por los derechos civiles. Se merece el Premio Nobel de la Paz de Obama de un modo en el que el presidente no lo hace.»

Esta semana he tenido grandes discusiones acerca de Bradley/Chelsea Manning. Héroe americano, como mínimo.

Por su parte, en este vídeo [21] [en], The Young Turks [22] [en] hablan de la carta [2][en] de Chelsea Manning pidiendo clemencia al presidente. Los cuatro expresan su respeto y alta estima en que le tienen:

De modo similar, el periodista Norman Solomon (@normansolomon [23]) [en] expresa una profunda admiración por las acciones y la integridad de Manning en una carta abierta al presidente Obama [24] [en] publicada en el medio independiente de noticias digital Nation of Change:

Imagínense. Después de más de tres años en prisión, sufriendo un abuso metódico y después la tortura de un largo juicio militar seguido de la lectura de una sentencia a 35 años de prisión, Bradley Manning ha emergido con su sólida voz humanista no sólo intacta, ¡si no de hecho más fuerte que nunca!

Identidad Transgénero

Imgage of Chelsea Manning with a wig shared extensively on the web. Taken from Wikipedia [25]

Imagen de Chelsea Manning con peluca, compartida ampliamente en la Red. Fuente: Wikipedia [25] [en].

El 21 de agosto, Manning anunció públicamente su verdadera identidad como mujer transgénero, afirmando que, en lo sucesivo, prefiere que se le llame Chelsea Manning, y expresando su deseo de comenzar una terapia hormonal lo más pronto posible. Los activistas transgénero han alabado la valentía de su declaración, que proporciona una visibilidad y legitimidad muy necesarias para el colectivo transgénero en la lucha actual por los derechos LGBTT. Asimismo, esta noticia hace aflorar nuevas cuestiones en el caso Manning, pues ésta cumplirá sentencia en una prisión para hombres y el Ejército estadounidense ya se ha negado a facilitarle el acceso a tratamiento, más allá del psiquiátrico. La Unión Americana de Libertades Civiles hizo una declaración [26][en] señalando que la negación de tratamiento hormonal a Manning hace saltar preocupantes alarmas de tipo constitucional:

Las declaraciones públicas de oficiales militares de que el Ejército no ofrece terapia hormonal para tratar la disforia de género hacen surgir serias preocupaciones de tipo constitucional. La disforia de género es una patología médica seria, en la cual la identidad de género de una persona no se corresponde con el sexo que le ha sido asignado de nacimiento; y la terapia hormonal es parte de los estándares aceptados dentro de su tratamiento. Sin el tratamiento necesario, la disforia de género puede causar un sufrimiento psicológico severo, incluyendo la ansiedad y el suicidio. Cuando el Gobierno pone a individuos bajo su custodia, ha de proporcionarles el cuidado médico necesario.

Los acontecimientos de los últimos días tendrán, sin duda, un efecto notable y duradero en los futuros informantes y periodistas en general, amén de la comunidad transgénero. Aún está por ver si todo ello se traducirá en una sociedad más abierta y con mayor transparencia y responsabilidad gubernamentales, o en una más represiva, en la que los derechos ciudadanos sean pasados por alto.

*En esta entrada hacemos uso de los pronombres femeninos para referirnos a Manning, quien pidió de modo público y explícito [27] [en] que se hiciera de esta manera.