La presidente de Brasil, Dilma Rousseff pronunció recientemente un discurso [en] ante la Asamblea General de las Naciones Unidas que fue muy bien recibido por los defensores de la libertad en Internet. En su discurso, la presidente Rousseff criticó a los Estados Unidos de América por espionaje y mencionó además, que Brasil “presentará propuestas para la creación de una infraestructura multilateral civil para la gestión y el uso de Internet y para asegurarse de la protección efectiva de la información que viaja a través de la red». Sus palabras son, sin duda, un buen punto de partida si Brasil desea volverse el nuevo líder internacional que garantiza la libertad en Internet. Sin embargo, es necesario que Brasil actúe de manera concreta, en apoyo a las palabras de Rousseff.
Por ejemplo, si Brasil se juntara a la Freedom Online Coalition [en] (Coalición por la Libertad en Internet), un grupo de gobiernos comprometidos con la libertad en Internet, enviaría un mensaje positivo a la comunidad internacional. Los países que se juntan a la coalición respaldan una declaración de apoyo al principio de que todos gozan de los mismos derechos en red y fuera de la red. Desde América Latina solo Costa Rica y México son parte de la coalición. Por otro lado, otros países que no son miembros de la coalición, como Rusia, China e India, dieron pasos en la dirección equivocada. Por ejemplo, en el pasado, presentaron borradores de resoluciones a la asamblea general de la ONU, que ponían en riesgo la gestión en Internet. Para Brasil, juntarse a la Coalición por la Libertad en Internet sería un punto de inflexión y un paso en la dirección opuesta, demostrando que se distancia de sus aliados en grupos como el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y IBSA (India, Brasil y Sudáfrica).
Otra acción que Brasil podría tomar en apoyo al discurso de la presidenta es implementar normas publicas internas y promover leyes que garanticen la libertad en Internet, en especial la libertad de expresión. La situación en Brasil hasta el momento no es alentadora. Informes de ONG internacionales- como el reciente informe de «Freedom on the Net» (Libertad en la Red) publicado por «Freedom House» que indica que Brasil es un país con libertad parcial – o informes de empresas privadas como el de «Google Transparency» que muestra que Brasil es uno de los países con más exigencias para bajar contenidos de Internet – muestra que hay mucho que hacer a nivel interno para mejorar la libertad en Internet. La ley conocida como “marco civil” o » infraestructura civil» para la Internet, que podría mejorar la situación de la libertad en la red, está todavía pendiente ante el congreso brasileño, aunque la presidenta declaró en su discurso que ella apoya y seguirá apoyando la iniciativa.
Finalmente, Brasil debería asegurarse que la ley sería efectiva para un abordaje de la gestión de Internet que no haga daño a la infraestructura de Internet, y lo más importante, que no imponga riesgos a los derechos humanos básicos. La declaración [en] hecha la semana pasada, que Brasil será el anfitrión de una cumbre de gestión de Internet el próximo año puede ser positiva, pero no está todavía claro cuál será la posición de Brasil sobre el tema: A inicios de este año, Brasil firmó el Tratado ITU en Dubái que fue criticado por defensores y expertos como un documento que podría debilitar la libertad en Internet. Brasil debería alejarse de estas iniciativas.
Los discursos promulgados dentro del marco de las organizaciones intergubernamentales, como la ONU, deberían ser tomados en serio. Pero aunque sean muy importantes, son apenas palabras, si no son acompañados por acciones concretas en la dirección correcta y adoptadas por todos los órganos del gobierno. Un verdadero defensor no se queda apenas en el plan de las palabras.
Este artículo fue escrito por Eduardo Bertoni, Director del CELE, en el Centro de Estudios sobre la Libertad de Expresión de la Universidad de Derecho de Palermo, Argentina.
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