En el mundo de la política de internet, ¿quién llega a ser la sociedad civil?

Global Voices members meet at IGF 2013 in Bali, Indonesia. Photo by Hisham Almiraat, used with permission.

Miembros de Global Voices reunidas en el IGF 2013 en Bali, Indonesia. Foto de Hisham Almiraat, utilizada con permiso.

Escrito por Ellery Roberts Biddle, con inspiración de Hisham Almiraat.

Hubo mucho aire caliente en el Foro de Gobernanza en Internet 2013 [IGF; en], tanto en la playa como en el Centro de Conferencias Nusa Dua. Realizado este año en Bali, Indonesia, el IGF patrocinado por la ONU [en] es casi completamente gratuito —salvo por algunos encuentros de «alto nivel”, cualquiera puede asistir y hacer preguntas en cualquier sesión que desee. Los expertos y activistas vienen a hablar acerca de todo, desde acceso e infraestructura, hasta regulaciones de la industria, protección infantil y ejercicio y protección de los derechos humanos en línea.

Durante este circo de cuatro días de talleres, paneles y charlas de pasillo cargadas de café, el director de Advox Hisham [en] y yo asistimos a muchas sesiones sobre los temas que más nos interesan en profundidad: libertad de expresión, privacidad y otros derechos fundamentales en el ambiente digital. Los panelistas hablaron de derechos humanos, pero típicamente a través de una lente de principios y doctrinas —las historias reales acerca de la experiencia del usuario parecían escasas y distantes entre sí. Hubo mucha conversación acerca de derechos humanos —pero no mucho acerca de seres humanos.

En la breve sesión de Global Voices explicamos nuestra misión: contar historias sobre las personas que usan internet con un propósito cívico. Cuando abrimos la ronda de preguntas, activistas de un diverso rango de países —Azerbaiyán, Sudán, México y Marruecos, por nombrar algunos— todos compartieron historias de colegas que habían sido acosados, arrestados o peor, debido a sus acciones en línea. Mientras la conversación proseguía, descubrimos que todos nos habíamos estado sintiendo un poco fuera de lugar en la conferencia. ¿Por qué no hubo más conversaciones como las que acabábamos de tener?

En una cumbre que se enorgullese de su apertura y el énfasis en la sociedad sivil (por ejemplo, el público), se podría pensar que este tipo de omisión no pasaría. Estos temas se supone sería como el pan y mantequilla de los grupos por los derechos en internet. Sin embargo, una y otra vez, observé a mis colegas señalar las violaciones a los derechos humanos en discusiones con representantes de la «sociedad civil» y la típica respuesta fue cortés y desapasionada. Queda la impresión de que fue visto como inmaduro u obvio hablar de verdaderas violaciones a los derechos humanos. Fue como si la mayoría de los asistentes, muchos de ellos «veteranos» del IGF, hubieran decidido que estab sobrentendido y por ende no valía la pena discutirlo.

Esto elevó algunas interrogantes.

Primero, ¿exactamente quién compone a la sociedad civil? Según los estándares del IGF, cualquiera que lo desee puede asistir a los encuentros como representante de la opinión pública. Por supuesto, con algunas excepciones, no hay procesos por los que el público pueda elegir a los representantes de la legislación en internet. Los miembros de la sociedad civil pueden comúnmente asistir como individuos o en nombre de una ONG o institución académica con una agenda legislativa que busque (o al menos afirme) servir al interés público.

¿Cómo podemos asegurarnos que hablan en serio? No hay una metodología oficial para determinar la legitimidad de esta afirmación. Y esto probablemente no es algo malo —si el acto de decidir quién representa a la opinión pública se burocratizara, la mayoría de la «sociedad civil» luciría con más inclinación gubernamental de lo que actualmente parece. A las pruebas nos remitimos —con el tiempo, las acciones de un grupo frecuentemente aclaran donde yacen sus prioridades. Y los grupos a menudo son disueltos o excluidos de las conversaciones si sus motivos lucen especialmente dudosos.

Al final, la sociedad civil en el IGF es un conglomerado confuso de gente, donde la mayoría sí se preocupa por el interés público, pero a menudo es dejada de lado por prioridades contrincantes como la financiación, la política personal y la atención de los medios. Dentro de este grupo, los principios y procedimientos son a menudo los lazos que unen. Las personas que conozco y respeto han pasado años trabajando en documentos como la carta de Derechos y Principios de Internet [en], un acta crítica de liderazgo dentro del mundo de la gobernanza en internet, pero a veces eso no llega exactamente al corazón de los retos en derechos humanos que enfrentan los usuarios de internet cada día en muchos países.

En una sesión que nuestro colega Reem Al Masri analizó hermosamente en un artículo anterior, una representante de la Liga Árabe explicó que no puede atender las violaciones alos derechos humanos hasta que hayamos determinado un proceso y abordaje que todas las entidades (gobiernos, industria y sociedad civil) acepten. Esta es una mala respuesta —en muchos contextos nacionales, esto no es posible. Las organizaciones que afirman representar a la sociedad civil podrían gastar infinidad de tiempo y dinero trabajando en el procedimiento perfecto. Y quienes aseguran representar a la sociedad civil, mientras trabajan casi enteramente a los interes del gobierno, pueden seguir presionando por las agendas gubernamentales. Mientras tanto, el detino de internet y los usuarios que estas organizaciones afirman representar estará sellado. Las legislaciones nacionales se moverán en la dirección que quieran las entidades gubernamentales y corporativas más poderosas —entienden cómo les afecta y tienen el tiempo, dinero y fuerza institucional para cambiar las cosas.

A mayor escala, me hace preguntarme qué significa esto para la legislación en internet en buena parte del mundo. Si quienes afirman representar al público eligen no atender las peores violaciones a los derechos humanos en sus respectivos países o regiones, ¿qué será de los voceros digitales más vulnerables en el mundo?

Reconozco que hay muchos temas apremiantes que atraen a la gente a este evento y no creo que sea práctico para todos nosotros enfocarnos sólo en esos voceros digitales cuyas circunstancias son más graves. Pero temo que el procedimiento y los principios pueden estar tomando más de su porción justa en la agenda, mientras los individuos más necesitados están recibiendo muy poca atención. No sé por qué sucede esto, pero sospecho que luego de años de intentar trabajar con la legislación relacionada a internet con burócratas y empresarios, la sociedad civil ha descubierto que trabajar en el proceso y los principios puede llevar a resultados reales, mientras que intentar cambiar las leyes blasfemas o las prácticas de vigilancia se siente como estar golpeando la cabeza contra el muro.

Aparte de algunas declaraciones de apoyo para la iniciativa de uno o la condena de otro, no se creó ninguna política o ley en el IGF —la conferencia es literalmente una conversación. Esto no es necesariamente algo malo, pero depende de lo que se hable.

Si su organización tiene suficiente dinero para enviarlo a Bali a hablar de legislación en internet durante cinco días, haga algo por que esa conversación sea más global. Si asistimos al IGF el próximo año [2014], creo que seremos un punto de escucha para las historias de seres humanos y trabajaremos en proteger los derechos que necesitan y merecen.

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