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Feliz Año Nuevo del «Desfile de payasos racistas borrachos» de Filadelfia

Categorías: Norteamérica, Estados Unidos, Arte y cultura, Etnicidad y raza, Historia, Medios ciudadanos, Música, The Bridge
2014 Mummers Parade. Photo by Brian Lin via Flickr (CC BY-NC-SA 2.0)

Una brigada cómica en el desfile de mimos de 2014. Foto de Brian Lin via Flickr (CC BY-NC-SA 2.0)

Imaginen montones de personas engalanadas en un vertiginoso despliegue de brillantes colores, lentejuelas, plumas y pintura facial, bailando al unísono a lo largo del bulevar de la ciudad. Tocan instrumentos y realizan números propios de payasos que buscan la gracia a cualquier cosa, desde escándalos políticos hasta animales del zoológico, pasando por hechos históricos. Y si, con todo, aún les queda una mano libre, normalmente sostienen con ella una cerveza. Son decenas de miles los que se reúnen para ver este festival y disfrutar del espectáculo.

Esto no es el Mardi Gras, típico de Nueva Orleans, Luisiana y Alabama. Es más, esto no es carnaval. Es el Desfile de bufones [1] [en], una tradición de Año Nuevo que tiene lugar en Filadelfia y que, según muchos historiadores, es la festividad que más tiempo lleva celebrándose en Estados Unidos.

Los participantes se cuentan por miles y dedican meses a preparar y ensayar sus actuaciones, a confeccionar sus trajes y el decorado, y a perfeccionar su pavoneo, el movimiento de baile oficial que casi todos los habitantes de Filadelfia podrían al menos imitar si se les pidiera. Amanecen a las 6 de la mañana, normalmente con temperaturas extremadamente bajas, y se preparan para un día entero de bailes y payasadas mientras recorren Broad Street, el paseo principal de la ciudad.

2010 Mummers Parade. Photo by Brian Lin via Flickr (CC BY-SA 2.0)

Disfraces de fantasía y uno de pingüino en el desfile de los bufones de 2009. Foto de Brian Lin vía Flickr (CC BY-SA 2.0)

«Beber durante el día» es un hito del festival, está en en todas las calles y es fácil de reconocer en Twitter:

¡Estoy tan mareada por beber en el día y lamer los dientes de algunos extraños (y amigos)! ¡Yuju!  

Mientras que algunos de los que acuden al desfile se toman un buen descanso en Nochevieja, otros prefieren ir haciendo camino y pasarse toda esa noche hasta el día siguiente volviendo a llenar sus vasos una y otra vez:

Me siento como si me hubiera atropellado un camión, se hubiera dado la vuelta y hubiera pasado por encima de mí una y otra vez, pero todo va bien.

Debido al bloqueo de tráfico a lo largo de varios kilómetros, la gente llega al desfile en tren, bicicleta o a pie, con alocados sombreros y gafas adornando su ropa de abrigo, y llevan termos de ponche caliente y cajas de cerveza. Desde lejos se ve como un tonto, poco pretencioso buen momento.

Cuando era pequeña me atraían, y mucho, los bufones, y quería verlos de cerca. Sin embargo, mi padre decretó discretamente que no iríamos al desfile por ser una tradición racista. Tenía razón.

Al igual que otros rituales carnavalescos del continente americano, los bufones a veces encarnan personas y cosas que no son, o al menos se visten como tales. Pero entre las criaturas mágicas y los coloridos animales, cada año algunos de los participantes, hombre blancos en su mayoria, ofrecen una representación simplista y caricaturizada de culturas extranjeras, las llamadas criadas (ver foto más abajo, y espectáculos de la época de la Guerra Civil estadounidense. Esta es la parte del desfile que, como la mayoría de nativos/ habitantes de Filadelfia, no puedo soportar.

A fancy brigade depicting Native American indians at the 2007 Mummers Parade. Photo by Valkrye131 via Flickr (CC BY-SA 2.0) [6]

Un grupo disfrazado representando a los nativos americanos en el desfile de los bufones de 2007. Foto de Valkrye131 vía Flickr (CC BY-SA 2.0)

El himno [7] [en] del desfile proviene de una tradición del siglo XIX, los juglares, donde actores blancos representaban el origen de los esclavos de África haciendo payasadas y tocando sus instrumentos en ambientes como de las plantaciones. Para la mayoría de los estadounidenses (me gusta pensar que a la mayoría, pero no puedo estar segura), la juglaría es un símbolo de vergüenza de la época.

Este aspecto de la tradición tiene unas raíces muy profundas [8] [en]. Dirigido por organizaciones irlandesas, suecas y alemanas (tanto antes como ahora), el desfile empezó como una celebración de los inmigrantes de la clase obrera y un rechazo al clasismo y la discriminación racial que había llevado a estos grupos a la marginación económica y social en la ciudad durante el siglo XIX. 

No sorprende, pues, que el desfile de juglares sea una de las partes originales de esta tradición. Después de la Guerra Civil, los negros libres llegaron a la ciudad buscando empleo y, por tanto, competían por los puestos de trabajo con minorías étnicas pobres como los irlandeses. Nos podemos imaginar la razón de idealizar la etapa anterior a la guerra en la época del cambio de siglo.

A wench brigade at the 2010 Mummer Parade. Photo by Kevin Burkett via Flickr (CC BY-SA 2.0)

Una comparsa en el Desfile de Mimos del 2010. Foto de Kevin Burkett via Flickr (CC BY-SA 2.0)

A medida que evolucionó la tradición del desfile, algunas cosas cambiaron, pero no sin luchar. En la década de 1960, las caras pintadas de negro fueron oficialmente prohibidas debido a las protestas de las personas de color de Filadelfia, quienes estaban en contra de que la ciudad apoyara un festival que denigrara a sus propios contribuyentes. Pero los viejos hábitos nunca mueren -he asistido a los últimos tres desfiles y he visto participantes con la cara pintada de negro o algo parecido en cada una de las ediciones, tal y como el hombre de la fotografía de la derecha. En una ciudad con casi la mitad de sus habitantes afroamericanos y donde los inmigrantes provinientes de China, Vietnam, el Caribe y de varios países del Este de África constituyen gran parte de la población, este comportamiento no se siente correcto.

Las redes sociales han facilitado la difusión de cómo se sienten exactamente los habitantes de esta ciudad con esta extraña celebración. Ha surgido una tradición paralela en la que fogosos debates en línea sobre las representaciones de asuntos relacionados con la raza, el género o la clase social que tienen lugar en el desfile llenan los blogs y cuentas de Twitter locales.   

Este año, un tuitero llampo al defile un «despliegue ignorante, vergonzoso de estereotipos de personas de color». Otro tuiteó:

¡El desfile de los payasos bailarines racistas! ¿Quién irá a ver a los bufones? Yo no. 

Los bufones normalmente justifican su continua relación con estos rituales mediante la típica frase «sólo es una broma». Pero para muchos de los habitantes de Filadelfia, no es para nada gracioso. En un virulento artículo [11] [en] del desfile del año pasado, que presentó dos de las actuaciones más ofensivas que se recuerdan, el bloguero local Joey Sweeney describió el desfile como «una estupidez retrógrada al 100%, una celebración anual de los hombres blancos y su carga para la que ya no hay lugar en la actual, mejor versión de esta ciudad». Lectores como Milagros López no se tomaron a bien la diatriba de Sweeney.

«Soy una mujer negra e hispana y no creo que nada de esto sea ofensivo», respondió López. «Si alguna cosa es tonta, inapropiada o una poco extraña… déjales que parezcan estúpidos. Lo único que dañan es su imagen, no la nuestra».

Sin embargo, otros opinan muy diferente. «¿Sabes lo enfadado que te sientes por este artículo?» escribió Erica Matos. «¿Cuán identificado y mal te sientes? ¿Cuán incomprendido? Ahora, imagina a cientos de personas desfilando con estas opiniones por las calles y restregándotelas por la cara. Así es como se siente la gente como yo, que pertenecemos a una minoría étnica, cuando vemos este tipo de payasadas en el desfile de los bufones».

Wench brigade at the 2009 Mummers Parade. Photo by Melody Kramer via Flickr (CC BY-NC-ND 2.0) [12]

Brigada de criadss en el desfile de bufones de 2009. Foto de Melody Kramer vía Flickr (CC BY-NC-ND 2.0)

Estoy de acuerdo con Matos y con los usuarios de Twitter que criticaron al gobierno local por apoyar la organización del desfile, la patrulla de tráfico y la limpieza. En una ciudad muy quebrada [13] [en] como para mantener colegios públicos y tránsito, y donde cerca de un cuarto de la población vive por debajo de la línea nacional de pobreza, se pensaría que no habría financiamiento para esta clase de cosas. Pero eso es un error.

Fallen clown at 2014 Mummers Parade. Photo by Carlykbad via Instagram. [14]

Payaso en el suelo durante el desfile de los bufones de 2014. Foto de Carlykbad vía Instagram.

Al final, luego de algunos años de presenciar la parranda y el exceso, pienso igual que mi papá. ¿Debo rechazar totalmente la tradición? ¿Detestarla, como me enseñaron? Tal vez.

Estoy dividida. La verdad es que me encanta la esencia del festival — despertarme en Año Nuevo en una ciudad transformada en un extraño mundo de colores salvajes y disfraces es algo mágico. Poder tomar una identidad imaginaria por un día y empezar el año con un fantástico escape de la realidad en lugar de un aspecto de resaca, se siente como un regalo. En verdad no me gusta como lo hacen los bufones. Para 2015, creo que la solución será empezar mi propia tradición. Una pequeña fiesta de disfraces en mi departamento, con mucha música y baile. Y muchas fotos mías para mis amigos de GV en todo el mundo.

Gabriela García Calderón [15] colaboró con la traducción de este artículo.