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La perspectiva de los franceses expatriados sobre el discurso anti-inmigración

Categorías: Europa Occidental, Estados Unidos, Francia, Arte y cultura, Educación, Lenguaje, Medios ciudadanos, Relaciones internacionales, Viajes
Número total de ciudadanos franceses en el extranjero por continente. Cifras del Ministerio de Asuntos Exteriores. Imagen de dominio público [1]

Número total de ciudadanos franceses en el extranjero por continente. Cifras del Ministerio de Asuntos Exteriores. Imagen de dominio público.

Desde hace unos años, el debate sobre la inmigración [2] [fr] polariza cada vez más la opinión pública en Francia. El ascenso en las últimas elecciones de los partidos de extrema derecha, como el Frente Nacional [3], ha catalizado una retórica contra la inmigración que parece haber calado en los partidos conservadores más moderados. Una de las historias más notables es la del «pain au chocolat [4]» [fr] (medialuna o croissants de chocolate), en la que el líder de la oposición JF Copé afirmó que le disgustaba saber que en algunos distritos, grupos de jóvenes musulmanes acosan a los niños [5] [fr] por comer medialunas de chocolate durante el Ramadán.

Las presiones para promover políticas de inmigración más restrictivas que limitarían la emigración a Francia de candidatos poco calificados (sin diploma de estudios secundarios) ha tenido eco [6] [fr] en el actual gobierno progresista. Ciertamente, el libro del filósofo Alain Finkelkraut, titulado «La identidad desgraciada» intenta justificar la imposición de reglas más estrictas a la inmigración con el fin de proteger la identidad francesa [7] [fr]:

Les autochtones ont perdu le statut de référent culturel qui était le leur dans les périodes précédentes de l’immigration. Ils ne sont plus prescripteurs. Quand ils voient se multiplier les conversions à l’islam, ils se demandent où ils habitent. Ils n’ont pas bougé, mais tout a changé autour d’eux. […] Plus l’immigration augmente et plus le territoire se fragmente.

Los franceses originales han perdido la condición de referente cultural, condición que les pertenecía en los primeros periodos de la inmigración. Ya no son ellos los que hacen las reglas. Ya no son la referencia normativa. Cuando ven el incremento de las conversiones al Islam, se preguntan dónde viven. No se han trasladado, pero todo ha cambiado a su alrededor. (…) Cuanto más aumenta la inmigración, más se fragmenta un país.

Frederic Martel, director del instituto IRIS de relaciones internacionales, explica por qué el discurso de Finkelkraut es equívoco [7] [fr]: 

 Il y a, c’est certain, une forte anxiété dans la France d’aujourd’hui. Mais pourquoi caricaturer tous les «étrangers» comme s’ils ne voulaient ni s’intégrer ni accepter le passé de la France? Que sait-il des Français de deuxième et troisième génération? De leur langue, de leur culture? De l’énergie créatrice des quartiers? […] L’identité française, pourtant, n’est pas malheureuse. Elle bouge, elle change, elle se cherche, elle fait des allers-retours avec son passé. Et tous ceux qui pensent qu’exalter «l’identité nationale» permettrait de sortir des difficultés sociales et économiques que nous traversons se trompent.

Desde luego, hay mucha ansiedad hoy en Francia. Pero ¿por qué caricaturizar a todos los extranjeros como si no quisieran encajar ni aceptar la historia de Francia? ¿Qué sabe [Finkelkraut] de la segunda y tercera generación de inmigrantes? ¿De su lengua y de su cultura? ¿De la energía creadora de los barrios? Y sin embargo, la identidad francesa no es infeliz. Se mueve, cambia, se busca, hace viajes de ida y vuelta a su pasado. Y todos los que piensan que exaltar «la identidad nacional» permitiría salir de las dificultades sociales y económicas que atravesamos se equivocan.

El contrapunto natural a las políticas antiinmigración cada vez más serveras es el hecho de que haya un número creciente de ciudadanos franceses que han decidido vivir en el extranjero. Christian Lemaitre, del comité de expertos Français-Etranger (Francés-Extranjero) señala que el número total de franceses que viven fuera de Francia es considerable y podría superar [8] [fr] la cifra oficial que publica el ministerio francés de Asuntos Exteriores: 

En dix ans, la population française établie hors des frontières se serait accrue de 40% soit une augmentation de 3 à 4% par an et un total de plus de 2 millions de Français installés à l'étranger. Estimation seulement car l'inscription au registre mondial n'est pas obligatoire. Le think tank francais-etranger.org pense que ce chiffre serait beaucoup plus proche de 3 milions. Pourquoi sont-ils partis ? 65% des expatriés affirment rechercher une nouvelle expérience professionnelle et près du tiers, une augmentation de revenus. Le désir de découvrir un nouveau pays est évoqué devant les motivations professionnelles ou linguistiques.

En diez años, la población francesa que vive fuera de nuestras fronteras habría aumentado un 40%, es decir, un aumento del 3 al 4% por año, con un total de más de dos millones de franceses instalados en el extranjero. Es solo una estimación, porque la inscripción en el censo consular no es obligatoria. El comité de expertos de francais-etranger.org opina que el total se acercaría más a los tres millones. ¿Por qué se han ido? El 65% de los migrantes afirma buscar una nueva experiencia profesional, y cerca de un tercio, un aumento de ingresos. El deseo de descubrir un nuevo país va por delante de las motivaciones profesionales o lingüísticas.

El hecho es que el punto de vista sobre la inmigración difiere cuando corresponde a los franceses que viven fuera de Francia. 

Y es que a pesar de la creencia generalizada de que los ciudadanos franceses que viven en el extranjero son más conservadores, sus votos se han ido inclinando más hacia la izquierda en la última década. Cécile Dehesdin [9] [fr] explica:

Depuis 1981, elle a gagné plus de vingt points chez les Français de l'étranger, et l'écart avec son score national y était de moins d'un point en 2007 (46,01% contre 46,94%)  

Desde 1981, la izquierda ha ganado más de 20 puntos entre los franceses del extranjero, y la diferencia con la tasa nacional era menor de un punto en 2007 (46,01% contra 46,94%) 

La analista Joëlle Garriaud-Maylam añade [10] [fr]:

C’est un public qui est plutôt au centre-droit qu’à droite et pas du tout à l’extrême-droite, plutôt droite humaniste que Droite populaire, et l’écart avec la gauche est de moins en moins important

Es un público mayoritariamente de centro-derecha, más que de derechas y en absoluto de extrema derecha, más de derecha humanista que de derecha popular, y cada vez a menos distancia de la izquierda.

Además, la experiencia de vivir en el extranjero parece haber dado a muchos ciudadanos franceses una perspectiva diferente. Etoile66, desde Toronto, opina [11][fr]:

Ma France pourrait regarder vers ces pays où les habitants parlent plusieurs langues sans aucun problème et circulent à l'aise dans le monde, alors qu'elle a dressé ses habitants à avoir peur de ce qu'ils appellent la «mondialisation». La peur ressentie par bon nombre de mes compatriotes devant «l'étranger» en général et la «mondialisation» en particulier, ne serait plus s'ils avaient confiance en eux. Celui qui a confiance n'a pas peur de l'autre ni de l'étranger, ni du monde, bien au contraire, il échange dans le respect mutuel. 

Mi Francia debería tomar ejemplo de esos países donde los habitantes hablan varios idiomas sin ningún problema y se sienten cómodos cuando circulan por el mundo, mientras que Francia ha educado a sus habitantes para que tengan miedo de lo que llaman «el extranjero» en general, y «la mundialización» en particular, lo que no sucedería si estuvieran seguros de sí mismos. Los que tienen confianza no temen a los otros, ni al extranjero, ni al mundo, sino que por el contrario, sus relaciones se basan en el respeto mutuo.