Una carta de amor a Quito

Sunset in Quito, Ecuador.

Atardecer en Quito, Ecuador. Foto de Juan Arellano.

Se supone que si tienes una segunda cita con una chica es por que te gusta, y si esto sucede más de dos veces, pues ahí hay algo.

La primera vez que estuve en Quito fue casualidad, no lo tenía planeado, pero un lapso apreciable entre una conexión y otra de buses me dio oportunidad de pasear por la ciudad. Y he aquí que ésta es la cuarta vez que vengo a verla. Sí, no lo puedo negar, estoy enamorado.

Sin embargo soy un enamorado crítico del objeto de mi amor. No dejo que su belleza me obnubile y me impida ver sus defectos. Pero, como un caballero, me los callaré.

Siempre he entrado a Quito de la misma manera, desde abajo, es decir, por el sur, por Quitumbe. Esto me permite usar el trole para llegar al centro de la ciudad. Y debo decir que US$0.25 es una ganga para movilizarte por la ciudad. De esta manera también voy apreciando todo su variado lado Sur, la parte popular de la ciudad.

Square and Church of Santo Domingo, Quito, Ecuador.

Plaza e Iglesia de Santo Domingo, Quito, Ecuador. Foto de Juan Arellano.

Me bajo en la Plaza de Santo Domingo, camino acelerado unas cuadras hasta mi hotel, dejo todo, agarro mi cámara y salgo a recorrer a mi amada con el corazón agitado. Literalmente. En Quito la altura no afecta, pero sientes sus 2,800 msnm se sienten.

Ver a quien amas después de tiempo es una experiencia maravillosa, lo ya conocido es redescubierto con ansias, y aunque la mente no deja de comparar chequeando los cambios, la emoción del reencuentro supera todo.

Debo señalar en este punto que así como a algunos les gustan rubias o voluptuosas, a mi me gustan las ciudades con historia, y que esa historia se pueda palpar mientras te deleitas mirándola. Los grandes edificios o modernos centros comerciales no me impresionan, pero denme unas ruinas o una iglesia antigua y cuéntame lo que pasó allí… y soy tuyo cariño.

Sucre and Benalcázar street corner, Quito, Ecuador.

Esquina de las calles Sucre y Benalcázar, Quito, Ecuador. Foto de Juan Arellano.

Una de las cosas que me gustan de Quito es que su historia es parte de la mía. Muchas cosas que pasaron acá están relacionadas con la historia del Perú. Quito fue parte del imperio incaico del Tahuantinsuyo. En tiempos de la Colonia, la Real Audiencia de Quito fue parte del Virreynato del Perú. Así pues muchos nombres del pasado del Perú también están presentes acá: Atahualpa, Pizarro, Sucre, Bolivar. Es casi como oír una nueva versión de un viejo cuento.

Mencioné las iglesias, y no es que sea un fervoroso católico, pero las antiguas iglesias que nos dejó la Colonia se deben admirar. Quito tiene montones, Santo Domingo, la bellísima (aunque un poco descuidada) San Francisco, la Compañía, todas llenas de fabulosas obras de arte y pinturas de la escuela quiteña. La moderna pero gótica Basílica del Voto es tal vez la única iglesia donde un recorrido guiado que está muy cerca de calificar como deporte extremo (vayan, suban a las torres y me entenderán).

Basilica of the National Vow, Quito, Ecuador.

Basílica del Voto Nacional, Quito, Ecuador. Foto de Juan Arellano.

¿Quieres ver museos en Quito? Me dejan sin aliento. Hay prácticamente uno cada dos cuadras en el centro histórico, además de los que hay en cada iglesia. Además, si pasas una mañana de domingo caminando en la ciudad, puedes disfrutar de distintos espectáculos culturales en la calle. Una vez hasta vi a una peruana enseñando a bailar huayno a la gente. Imagínense.

La comida, debo admitirlo, es bastante buena; salvo una o dos cosas que para un peruano son sacrilegio, el resto está muy bien. Y no se limiten a comer en restaurantes, prueben lo que ven por la calle (me encantaron los sanguches de higo con queso) y definitivamente no dejen de ir a alguna picantería (restaurante especializado en comida picante), donde se come bien y barato. Si pueden, como yo, ir con alguna chica local que les ayude con las sugerencias, pues mejor.

Parque del Arbolito, Quito, Ecuador.

Parque del Arbolito, Quito, Ecuador. Foto de Juan Arellano.

Dije que no iba a mencionar lo malo, pero hay algo que no puedo ignorar, y son los taxistas. Sorry baby, pero tenía que decirlo. Lo peor de los taxistas es que escasean, acostumbrado como en Lima a simplemente levantar la mano y regatear el precio confiado en que si no consigo un buen descuento el taxista que está atrás me lo ofrecerá, la poca oferta de taxis en Quito siempre me sorprende negativamente. Si llueve ya pueden irse olvidando de que aparezca uno vacío. Eso sí, como en cualquier gran ciudad creo, nunca suban al taxi sin pactar primero el precio, a menos que tenga taximetro, si no, corren el riesgo de ser casi estafados al llegar a su destino.

Pero como en toda pareja que se quiere de verdad, los malos momentos son rápidamente superados y el amor regresa. Y si para mí hay algo que simboliza mi amor por Quito, es la Virgen del Panecillo, inspirada en la Virgen de Quito. Contemplar la grácil belleza de esta virgen alada capturada como si estuviera en medio de un complejo paso de una extraña coreografía, me fascina y me transporta.

Virgen del Panecillo, Quito, Ecuador.

Virgen del Panecillo, Quito, Ecuador. Foto de Juan Arellano.

Quito tiene todas las otras funcionalidades que caben esperar, centros comerciales, vida nocturna, hermosos parques, unos alrededores formidables y cientos de cosas por descubrir que hacen que valga la pena recorrerla. Anda con espíritu aventurero y paciencia, porque también tiene un tráfico que puede llegar a ser terrible. Es que ya saben, nadie es perfecto.

En sus a veces sinuosas calles puedes encontrar desde gente bailando espontáneamente, sea de noche o de día, a una recepción nupcial celebrada en una plaza pública con mucha alegría. Y si pasas un lunes por la Plaza Grande, hasta puede que veas a la Revolución Ciudadana en acción, es decir, al propio Presidente de la República saludando al público en la ceremonia de cambio de guardia.

Street in the Old Town, Quito, Ecuador.

Calle en Centro Histórico de Quito, Ecuador. Foto de Juan Arellano.

Pero aparte de todo lo que esta ciudad tiene para ofrecer, y quizás estoy siendo subjetivo, debo confesar que lo que particularmente me atrae de Quito es que no me hace sentir un extraño. Y eso se debe por una parte a su gente, por otra a la arquitectura de su centro histórico y también a la oferta cultural (¡hasta hackers pude encontrar!). Su clima es mayormente benigno, o quizás a su particular mezcla de todo eso, su propio “no se qué” como se diría. O poniéndolo de una forma coloquial: es que tu sabes cómo hacerme sentirme bien, querida.

Postdata: si les interesa conocer Quito de la mano de su gente, les recomiendo un par de páginas en Facebook: Quito escondido, del amigo Galo Pérez, con quien conversé en este post, y Quito, de aldea a ciudad, que recopila fotos antiguas de la ciudad de Quito.

Corner of San Francisco Square, Quito, Ecuador.

Esquina de la Plaza San Francisco, Quito, Ecuador. Foto de Juan Arellano.

Juan Arellano ha sido editor de Global Voices en Español desde 2007 y vive en Lima, Perú. Ha sido programador de sistemas y trabajó 12 años como analista/programador en Minero Perú SA, después otros cinco años como Gerente de Operaciones en IPSS/ESSALUD. Luego de un tiempo dedicado a negocios personales, regresó a la administración pública como jefe de cobranzas en la Municipalidad de Maynas, Iquitos. También trabajó en ONPE, Oficina Nacional de Procesos Electorales, como supervisor en la coordinación regional. En 2004, fue cofundador de «BlogsPerú», el primer directorio de blogs del Perú. También ha colaborado en el proyecto «Información Cívica» de OSI y con los sitios web «Periodismo Ciudadano» y «Future Challenges», entre otros.
Este post fue publicado originalmente en el blog Globalizado de Juan Arellano.

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