Este artículo de Matisse Bustos-Hawkes [en] originalmente se publicó en The WITNESS Blog [en] el 31 de enero del 2014 y se republica como parte de un acuerdo para compartir contenidos.
Por Matisse Bustos Hawkes, Gerente Senior de Comunicación/WITNESS
The Square [La Plaza], un documental nominado al Óscar por la directora Jehane Noujaim, sigue la historia de activistas durante la revolución egipcia que derrocó a Hosni Mubarack y después vio nacer y caer al incipiente gobierno de Mohamed Morsi.
En una entrevista con WITNESS, Noujaim explica la manera en que construyó el documental, partiendo de 1,600 horas de metraje. También habló de la manera en que videos tomados por civiles y la producción colaborativa jugaron un rol esencial al crear el filme.
Pregunta: ¿Cómo se originó el proyecto? ¿Cuándo supiste que tenías suficiente material para armar un documental completo sobre la revolución egipcia?
Jehane Noujaim: Crecí a diez minutos de la Plaza Tahrir y mi familia todavía vive en El Cairo. Vine a la plaza con los planes de crear una película pero no estaba segura de cuál sería la historia. Durante un par de semanas todo el equipo de producción se reunió en la plaza y empezamos a buscar personajes a quienes seguir y filmar. Si no fuera cineasta, de cualquier forma hubiera estado ahí. Me doy cuenta que filmo personas y situaciones con las que muchas veces empatizo. Es parte del proceso. El metraje no siempre se vuelve una película. Este sí fue así.
Cuando terminamos de rodar, teníamos más de 1,600 horas de material. Lo editamos a una pieza final y lo llevamos al festival de Sundance un año después. Ahí ganó el Reconocimiento del Público. Pero la historia no terminó ahí. La situación en Egipto cambió de nuevo y nuestros personajes se encontraron en medio de los eventos otra vez. Nos dimos cuenta que teníamos que continuar con nuestra historia. Tuvimos que volver a Tahrir y seguir grabando. El resultado fue una historia mucho más profunda y compleja.
P: ¿Cómo encontraste a cada uno de los personajes que muestras en el documental? ¿Seguiste a otros que no llegaron a la versión final del filme?
JN: Lo mágico de la Plaza Tahrir es que atrajo a gente con todos tipos de perfiles. Fue fácil encontrar un grupo de personajes diverso que pudiera hacer conexión con cualquier público. Comenzamos con seis personajes; de ahí, Ahmed, Khalid y Madgy emergieron como las figuras centrales. Sus historias calzaban con un panorama de personajes entendible, coherente y que no distanciaban a la audiencia de todo lo que estaba pasando en la Plaza Tahrir. También son personajes con los que me enamoré; Khalid por su pasión y elocuencia, Magdy por su fe y mente abierta y Ahmed por su carisma y magnetismo.
Un personaje que no llegó a la versión final del documental fue Buthayna Kamel, la primer persona a la que llamé cuando comenzaron los disturbios en 2011. Ella participó en mi documental para la BBC en 2007, Egipto, te estamos viendo, que trataba sobre un grupo de mujeres en Egipto que luchaban por cambios políticos mucho antes de que iniciara la revolución. Buthayna era periodista pero renunció porque dijo que no estaba dispuesta a seguir diciendo mentiras para el gobierno. Decidió buscar la presidencia del país, siendo la primer mujer en intentarlo en Egipto. La seguimos durante toda su campaña pero desgraciadamente tuvimos que sacarla del proyecto porque ella merece su propia historia y queríamos enfocar este documental en cómo el espacio público de la Plaza Tahrir fue utilizado como una herramienta política.
P: ¿Qué medidas de seguridad o precauciones tomaron para garantizar que quienes estaban frente y detrás de las cámaras estarían seguros mientras se filmaba?
JN: Para empezar, grabamos todo con cámaras Canon DSLR, lo que hizo parecer que estábamos tomando fotografías y no grabando. De otra manera, la policía hubiera confiscado nuestras cámaras. Uno de los personajes en el documental, Pierre, vivía en un departamento a un par de minutos de la Plaza. Su casa se volvió nuestro espacio de seguridad, un lugar a donde escapar y resguardarnos en caso de correr peligro. También rentamos una oficina a unos minutos de la Plaza a donde corríamos, descargábamos nuestro metraje y discutíamos nuestros planes de tomas específicas.
Sin embargo no había un protocolo de seguridad establecido. Al inicio nos encontramos en una situación que nadie hubiera esperado y para la que no nos habríamos podido preparar. Eventualmente, las medidas de seguridad se fueron dando de manera empírica. Nos aseguramos de ver los unos por los otros y estar al tanto de los demás. Como Ahmed mismo dice en el documental, «nos amamos unos a otros sin realmente conocernos.»
Como no sabíamos a dónde nos llevaría la historia, fue muy importante que el equipo de producción fuera originario de Egipto; eran manifestantes que de cualquier manera querían estar ahí. Lo que el público ve en la pieza final no es el trabajo de un cineasta, sino el trabajo colaborativo de personas interesadas en lo que estaba sucediendo; personas profundamente comprometidas en el futuro de su país.
P: ¿Qué aprendizajes captó tu equipo respecto a los beneficios y retos de usar videos tomados por civiles?
JN: Este documental no se podría haber hecho sin los videos de civiles.
Por ejemplo, un mes después de derrocar a Mubarak, en medio de la resaca pos-revolucionaria, Ramy Essam, el cantante de la revolución, fue arrestado y torturado por los militares en el Museo Egipcio. Lo electrocutaron, golpearon y colgaron de su cabello. Pasó semanas recuperándose de las lesiones. En ese entonces, las personas se negaban a creer que los militares recurrirían a la tortura. Los veían como héroes de la revolución y no había cobertura mediática, local o internacional, para captar lo contrario. El caso de Ramy debió haber sido una advertencia de lo que sucedería después.
Aida El Kashef tenía una cámara y grabó los resultados de la tortura de Ramy para que no quedara duda de lo que había sucedido. Entonces nació Mosireen, un colectivo de medios activista fundado por Khalid y Aida. Su meta fue meter cámaras en lugares a los que normalmente nunca hubieran llegado. Mosireen se estableció en el centro de la ciudad y comenzó a capacitar a la gente para grabar, editar y publicar piezas en video. Algunas cosas que ellos grabaron se incluyen en el documental.
De hecho alrededor del 25% del filme incluyendo el increíble metraje de las primeras líneas de la protesta, en que literalmente sientes que te están disparando, fue grabado por el personaje principal del documental, Ahmed. Él estudio periodismo pero al igual que muchos otros egipcios, tuvo que dedicarse a cualquier trabajo que le permitiera ganar un salario. Nunca tuvo una verdadera capacitación como cineasta. Muhammed Hamdy, nuestro director de fotografía, le enseño a Ahmed a usar la cámara de manera apropiada. Durante el rodaje de la película, Ahmed utilizó la cámara como su arma para traer a la luz los abusos en contra de los derechos humanos y la opresión que veía con sus propios ojos.
En muchas ocasiones que marchó en las primeras líneas, Ahmed era el único que traía consigo una cámara. Los demás manifestantes lo rodeaban para asegurar que estuviera protegido y le decían «¡Graba, Ahmed! ¡Graba!» Para ellos era realmente importante que existiera evidencia de lo que estaba sucediendo. Veían en Ahmed la única oportunidad de que los acontecimientos reales fueran reportados.
Partes de este documental han sido utilizadas como evidencia en casos legales y mucho metraje se ha subido a YouTube para tratar de mostrar al mundo lo que seguía sucediendo en Egipto después de que los medios dejaron de cubrir la historia. El metraje también ha sido utilizado por grandes cadenas noticiosas.
P: Las artes visuales y la música han sido fuerzas enormes en el periodo revolucionario. En el documental muestras la obra del muralista Ammar Akbo Bakr y el cantante Ramy Essam tiene una participación prominente. Aunque algunas piezas como los murales de Akbo Bakr fueron temporales, ¿fue tu intención crear un tipo de archivo en el documental para documentar la actividad cultural y artística que sucedía a la par de las protestas?
El rol que jugó el arte en la revolución egipcia no puede ser exagerado. Es por eso que toma una participación esencial en el documental; porque los artistas fueron pioneros del cambio que sucedió en Egipto. Desde un inicio la cultura y la libertad de expresión eran elementos principales del movimiento. Creo que la revolución cultural, la explosión de manifestaciones artísticas a través de la pintura, escritura y poesía, continúa inspirando a los egipcios. Hoy existen muchas iniciativas y colectivos creados para que la gente pueda expresarse, expresar su revolución y adueñarse de su país. Nosotros mismos estábamos haciendo una película o documentando los eventos mientras se desarrollaban a través de nuestros personajes. Lo que se ve en la versión final del documental y el resto de las 1599 horas de metraje que no llegaron al corte final son de cierta forma, un archivo histórico.
P: Aunque no has podido oficialmente mostrar el documental en Egipto, ¿han podido verlo los personajes princpales? ¿Cuáles han sido las reacciones de los egipcios en la diaspora que sí han tenido acceso al documental?
Los personajes principales sí han podido ver el filme y están al tanto de las historias sobre el mismo a través de las redes sociales. Tienes que entender que para ellos, la revolución sigue en pie. Siguen metidos en ella. El tercer aniversario del levantamiento del 25 de enero acaba de pasar y fue un momento muy tenso para ellos.
Respecto a los egipcios en la diaspora, típicamente ven el documental con un grado de aprehensión. Dado que el panorama en Egipto es sumamente inestable y cambiante, esto es fácil de entender. Francamente no sabíamos que podríamos esperar de ellos. Ahora que hemos mostrado el documental una y otra vez en Estados Unidos y el Reino Unido, hemos visto que las distintas partes de la sociedad egipcia tienen reacciones muy particulares.
Mira, son tiempos oscuros y de mucha división para los egipcios. Esto es real no sólo en el país sino también en las diasporas. Los egipcios se encuentran divididos por lo que está sucediendo en su país. Algunos han dicho que Egipto se encamina a una guerra civil pero después de ver el documental y específicamente después de ver la relación entre Ahmed y Magdy que forma parte de la Hermandad Musulmana, tienen una perspectiva distinta. La historia ha personalizado los puntos en común en la lucha dentro del país a pesar de las profundas divisiones políticas. Aun cuando Ahmed y Magdy tienen perspectivas políticas distintas, el amor y cariño, lealtad y amistad que se muestran hacia el final del documental, ha sembrado esperanzas entre los egipcios respecto a un futuro unido.
P: ¿Qué mensaje da The Square al público del mundo respecto al periodo posrevolucionario en Egipto?
JN: The Square no es la pieza seminal sobre la revolución en Egipto. No creo que alguien pueda asumir esa posición. No es una pieza periodística y no pretende contar toda la historia de la revolución. Tampoco es una representación «sesgada», «inocente» o «peligrosa» de la política egipcia, como algunas personas han sugerido.
Este es un documental fehaciente acerca del trayecto de un puñado de personajes en la Plaza Tahrir; habla de sus orígenes distintos pero también de cómo su firmeza para no sacrificar sus ideales los une. Es una historia sobre la grandeza que emerge del caos. Mi responsabilidad como directora fue contar sus historias de manera honesta y llevar al público a conocerlos a profundidad. A final de cuentas no es un filme sobre la revolución egipcia sino sobre egipcios que están viviéndola.
Como el mismo Ahmed dice en el documental «sólo nosotros podemos contar nuestras historias, sólo nosotros podemos escribir nuestras historias. Es nuestro momento para traer de regreso la narrativa, para mostrar el poder que tienen nuestras comunidades para ser quienes contamos nuestra historia». Este documental es un producto directo de dicho fenómeno.
Trailer Official
The Square está disponible en Netflix. Contacta a Matisse y a WITNESS en Twitter: @matissebh y @witnessorg [en].