Nueve preguntas para Carola Cintrón Moscoso, o por qué «el silencio no existe»

Carola Cintrón Moscoso

Carola Cintrón Moscoso

Carola Cintrón Moscoso es una artista del sonido. Sí, esos, los que muchas veces pasan desapercibidos. No son los sonidos que nos sentamos a escuchar. Son los que inundan nuestras vidas, nuestros espacios, pero que generalmente no escuchamos. Carola vive y trabaja esos sonidos, nuestras relaciones con ellos, sus relaciones con nosotros. Y, así, en ella y con ella, el sonido despierta y nos despierta.  

Aunque Carola asegura que solo le interesa generar sonido y no crear una narrativa, ni metáforas, en esos sonidos yo encuentro la ciudad, los objetos, la memoria, los nudos, el tiempo, el cambio, la pérdida. Y la pérdida también tiene su sonido, o su no-sonido: uno que Carola conoce muy bien. En esta entrevista, otra más hecha por email, mensajes que abrieron nuevas conversaciones, giros y sorpresas–que todavía son posibles en esta larga y hermosa amistad–Carola Cintrón Moscoso nos habla del sonido. 

Global Voices (GV): ¿Por qué el sonido?
Carola Cintrón Moscoso (CCM): Porque el silencio no existe. 

GV: ¿Por qué capturar los sonidos de la ciudad?
CCM: Porque es el espacio que habito. Mi trabajo con la ciudad comenzó a través de un trabajo comisionado para la segunda edición de la revista ENTORNO, del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas. A partir de ese trabajo comenzó mi interés en repensar el espacio sonoro de la ciudad más allá de las concepciones usuales de ciudad=ruido. Para ese proyecto, trabajé con micrófonos de contacto, haciendo múltiples grabaciones sonoras, entre el MAPR y la Plaza del mercado en Santurce. Me interesaba establecer un vínculo o un diálogo sonoro entre estos dos espacios sumamente distantes en su contexto, uso y propósito; pero que en términos geográficos comparten sólo cuadras de distancia. 
 
Trabajé con micrófonos de contacto porque quería explorar la ciudad a través de la materia, tratando de capturar de forma más «pura» las cualidades sonoras del Museo y la Plaza desde el punto de vista de la construcción, su arquitectura y los materiales comunes a ambos espacios (bronce, concreto, metal). No me interesaba documentar los sonidos comúnmente escuchados, voces, pasos, bocinas, tránsito…pero sí, las vibraciones que todo esto produce sobre la arquitectura.
 
En la cotidianidad, muchas veces, no nos permitimos caminar, contemplar y mucho menos detenernos a escuchar. Este trabajo me permitió descubrir una capa de sonido fascinante, un espacio de contemplación…otra forma de experimentar la ciudad. 
 

GV: ¿Cómo puede sonar un objeto? 
CCM: Cada uno de forma diferente, ninguno igual al otro. El sonido no puede ocurrir en el vacío, la propagación del sonido ocurre a través de un medio en el cual, una onda se extiende y se contrae. Cada espacio, cada objeto, absorbe y vibra de forma diferente según su tamaño, forma y material. O sea, que cada objeto o espacio = a un nuevo sonido, cada día y cada instante diferente al anterior.
 
GV: ¿Cuáles son tus sonidos favoritos?
CCM: ¡Jajaja! No tengo respuesta inmediata para esta pregunta, pero definitivamente, cualquier sonido que no sea agudo. Los sonidos agudos (¡excepto el de los pájaros!) me producen molestia y dolor en el oído derecho, así es que en general prefiero y trabajo usualmente entre la frecuencias bajas; las de ondas alargadas, las que vibran más en el cuerpo, las que se escuchan llenando el espacio sin ser claramente identificables. 
 
Si tuviese que escoger, entonces, las carcajadas de mis dos niños, aunque suene sumamente clichoso, es un sonido/acción favorito. Cada uno muy distinto al otro, ritmos y frecuencias diferentes; es el único sonido específico que te puedo mencionar, lo demás es exploración y respuesta a lo que escucho, al azar, a la transformación y a cada trabajo. Cuando trabajo con sonido parto del sonido mismo, lo escucho, lo edito, lo transformo para cada proyecto, pero la búsqueda y el uso de las frecuencias bajas se repite en mi trabajo, quizás por la incomodidad física que me producen las frecuencias altas o muy agudas y por sus características y la forma en que llenan el espacio de instalación de forma más homogénea, con una estructura más uniforme.
 
 
GV: Muchas de tus piezas son interactivas, ¿por qué invitarnos a participar?
CCM: Porque es más divertido. Yo disfruto mucho el desarrollo de mis piezas, el azar, lo que controlo y lo que surge más allá del control. El proceso de descubrir las posibilidades del sonido, su variedad y su transformación para mi es fascinante, puedo sumergirme horas escuchando y transformando el sonido; utilizarlo en piezas interactivas me permite seguir explorando esa transformación más allá de la primera edición. 
 
La interacción en mis piezas se da de forma variada, algunas piezas usan sistemas de azar programados para seguir generando cambios en los sonidos, otras piezas cambian según la presencia/acción del que participe de la pieza y en trabajos más recientes la exploración va hacia la creación del sonido mediante el uso de resistencia, electrónica y partículas sonoras.
 
Al final, mi búsqueda radica en la posibilidad de cambiar o trabajar con el sonido como una materia física (Marinetti, Pierre Schaeffer); que se fragmenta, se une, se transforma, se mueve de un lugar a otro, se dirige, se filtra etc., aunque parezca tan intangible. Actualmente, no me interesa crear narrativa con mis sonidos, metáforas ni espacios sicológicos, solo sonido y sus posibilidades para generarlo y transformarlo, como decía John Cage: «no tengo ninguna necesidad de que sean algo más que lo que son [los sonido]. Yo no quiero que sean psicológicos. No quiero un sonido para fingir que es un cubo o que es presidente o que está enamorada de otro sonido. Yo sólo quiero que sea un sonido.» Entrevista en el documental «Listen» (1992)
 
En ese sentido, la participación en mis obras es invitar a compartir esa experiencia, quizás en el proceso, otro también quede fascinando o transformado. 
 
GV: Los nudos y la memoria son constantes en tu trabajo sonoro, visual, manual. Háblame de los nudos, de la memoria.
CCM: A veces, no siempre, estamos más listos para recordar. 
 
La memoria es fragmentada, no es constante ni lineal, quizás los nudos sean la obvia consecuencia de pegar fragmento con fragmento, construidos y reconstruidos, una capa sobre otra. Podrían ser callos, fibromas, adherencias…pero me parece más hermosa la imagen del nudo, ¡un nudo siempre se puede soltar!
 
GV: Cuéntame de tu relación con la pérdida, y de tu arte con la pérdida. 
CCM: Es parte de la vida. Imagino que todo tiene que ver (la ciudad, la participación, la relación con los demás), en mi caso el acercamiento a la pérdida es parte del rito: a veces colectivo, a veces individual. 
 
«Un minuto de silencio», exploraba compartir la pérdida, tratando de hacerla menos pesada ¿tal vez?, buscar elementos comunes, culturales, verme en el otro, en l@s demás. El acto invita a la acción individual mediante un acto colectivo.
 
«Regress» explora la pérdida de forma muy íntima y personal, un proceso de extrema introspección, el regreso, la re-conexión, el dejar ir…
 
Trabajar con la pérdida es parte de trabajar con el rito, la celebración, la memoria, el recuerdo y la transformación. La pérdida tiene distintos significados y la relación ante ella se manifiesta de forma diferente según lo perdido, el tiempo transcurrido y el deseo de recordar.

 

GV: ¿Por quién/es es tu minuto de silencio? 

En el 2004 murió mi abuela, en el 2006 murió mi mamá. Entre medio de las dos muertes, pensando por un lado, en la forma de retener memorias, eventos e historias y por otro lado en la forma de hablar de la pérdida y la muerte, ante lo que sabía que venía sin saber exactamente cuando, desarrollé «Un minuto de silencio». 
 
Ante la imposibilidad en ese momento de hablar de la pérdida, de aceptarla o entenderla, pensé en el silencio, en el tributo, en el rito de pensar y recordar…simplemente estar. El silencio se volvió grande y colectivo, en la necesidad de estar acompañada. 
Como siempre pasa cuando hay participación, y eso es lo maravilloso, en el proceso de hacerla, de pedir la participación de otros, la pieza se transformó y para mi sorpresa, inclusive las gracias me dio una de las mujeres que participó, por haberle dado el espacio para hacer ese minuto de silencio y el tributo a la persona que ella seleccionó. 
 
Mi minuto de silencio empezó por mi pérdida, en el proceso se transformó en la pérdida de otr@s, en el rito, en el colectivo. 
 
 

GV: Entonces, ¿solo hay silencio en la pérdida? 

CCM: El silencio del que está ausente, lo demás continúa.

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