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Fotógrafos indignados por la acreditación en línea para el Carnaval de Trinidad

Categorías: Caribe, Trinidad y Tobago, Arte y cultura, Economía y negocios, Fotografía, Gobernabilidad, Medios ciudadanos, Periodismo y medios

El Carnaval de Trinidad y Tobago [1] es un espectáculo que usualmente se anuncia como «el mayor del mundo [2]» [en], y en ningún lugar es tan espectáculo como en los medios sociales.

Facebook y Twitter se han encargado de llevar cada aspecto del Carnaval a la red. Se puede acceder fácilmente a la programación y a los folletos informativos [3] para decidir cuál es el mejor lugar para salir una noche concreta. Mientras la fiesta se realiza, puedes repasar miles de fotos para ver quién ha ido y qué llevaba puesto. ¿Te has perdido la semifinal de Panorama [4]? Puedes contar con que YouTube tendrá vídeos de las mejores actuaciones con tambores metálicos [5]. Los medios sociales han ampliado significativamente el alcance del festival, desde la soca [6] a los disfraces [7]. Incluso existen empresas [8] dedicadas exclusivamente a documentar la cara más social del carnaval [9]. Pero este año, la Comisión Nacional del Carnaval [10] [en], organismo encargado de los aspectos organizativos, promocionales y comerciales del Carnaval, se encuentra inmerso en una controversia acerca de los derechos de acreditación y el uso de imágenes del Carnaval en los medios sociales.

Por desgracia este tipo de controversia no es nada nuevo para la Comisión [11], pero el origen de la directriz relativa a los derechos de autor en línea no está claro. La Asociación Nacional de Bandas del Carnaval (NCBA [11], por su nombre en inglés) [en] ha negado que provenga de ellos (según informes, una empresa anónima parece haberse asegurado los derechos de publicación en línea de todo el festival), mientras que por su parte, la Comisión afirma que su visión sobre la cobertura del Carnaval es que debería ser tan extensa y accesible como sea posible [12] [en].

Dos fotógrafos que han dedicado gran parte de su carrera a documentar el Carnaval de Trinidad y Tobago han expresado su opinión respecto a todo el asunto. Abigail Hadeed publicó [13] [en] un detallado estado en Facebook, en cuyo inicio se preguntaba cuál era el destino de las tasas de acreditación:

Como fotógrafa que ha dedicado toda su carrera a la documentación y el archivo del Carnaval y los disfraces tradicionales, he pagado por la acreditación de prensa desde 1985. Durante estos años ninguna de las personas por medio de las cuales adquirí las acreditaciones ha sido capaz de proporcionarme un desglose adecuado de lo que estaba pagando, o por qué ascendía a esa cantidad. He obtenido todo tipo de respuestas, desde el maleducado «¡Si no te gusta ya sabes!», a «Es para los derechos de autor, los diseñadores reciben este dinero». Bien, pues he hablado con muchas de las personas a las que he fotografiado durante estas dos décadas y ninguna ha recibido jamás ni un céntimo del dinero recaudado.

Abigail afirmó sentirse «muy desalentada» tras haber escuchado que los derechos habían sido vendidos a una única empresa y dijo:

Parece que la ignorancia, la avaricia y la falta de responsabilidad sigue (sic) estando a la orden del día.

Hadeed continuó criticando la falta de profesionalidad del proceso de acreditación así como la carencia de instalaciones adecuadas para los medios:

Hasta hace dos o tres años, [el proceso] no proporcionaba ni un lugar donde sentarse ni una zona habilitada para fotógrafos, y muchos menos acceso a baños, plazas de aparcamiento o un lugar seguro donde esperar a las bandas. En ningún momento durante el tiempo que he fotografiado el Carnaval alguien ha propuesto construir las gradas en las que deberían estar los medios para llevar a cabo su trabajo adecuadamente. Dicho esto, si asistes a cualquier acontecimiento importante como los Juegos Olímpicos, el Mardi Gras de Nueva Orleans o grandes conciertos, hay áreas exclusivas para prensa (zonas para recargar baterías, subir fotos, etc.). Aquí en Trinidad se comportan como si el Carnaval fuese algo nuevo y cada año existe un nuevo nivel de sorpresa y desorganización, por lo que se plantean los mismos problemas sin que se encuentren soluciones y el ciclo se repite año tras año.

Tal es la desilusión de Hadeed respecto a todo el proceso que este año ha decidido no pagar por la acreditación del Carnaval:

Me estoy replanteando mi compromiso con la fotografía y la documentación de nuestra herencia cultural. ¿Por qué voy a gastarme miles de dólares en acreditaciones que no están justificadas y que no sirven a mis necesidades como fotógrafa? Tal y como están estructuradas las cosas ahora mismo, el coste de fotografiar el Carnaval no tiene sentido desde el punto de vista económico. Si nosotros mismos no nos preocupamos de cuidar nuestra herencia cultural sino que por el contrario impedimos más que apoyamos la documentación y propagación de nuestro legado, me pregunto qué es lo que les quedará a las generaciones futuras. Parece que las instituciones de otros lugares tienen más aprecio a nuestra cultura que nosotros mismos.

Mark Lyndersay, otro veterano de la fotografía y autor de este blog [14], compartió el comunicado [15] [en] del fotógrafo que cuestionó el proceso de acreditación de la Comisión a mediados de febrero, y al que le dijeron que cualquier tasa que pagase no incuía los derechos en línea:

Durante al menos los últimos seis años, Zorce Publications Ltd. ha adquirido con éxito acreditaciones para realizar fotos y publicarlas en internet. Durante el periodo anterior no teníamos constancia del proceso de acreditación.

El 11 de febrero, a eso de las dos de la tarde, acudimos a la oficina de la Comsión para solicitar una vez más a los habituales y amables empleados nuestra acreditación.

Dado que la representante de la NCBA (una mujer a la que estábamos acostumbrados a ver cada año en la entrevista) estaba presente, procedimos a leer el formulario de este año. La mujer del NCBA nos dijo que Zorce estaba en la lista de empresas a las que había que comunicar que este año no tendrían permisos relacionados con internet. Después aclaró que esto incluía medios sociales (por ejemplo Facebook), páginas web o páginas de visualización en línea de videos y fotos. Además nos aclaró que le habían ordenado decírselo a todas las empresas de la lista (que probablemente integraba a toda empresa que tuvo acreditación para internet el año pasado) excepto a una que había comprado los derechos exclusivos de la NCBA este año. Después llamó a la oficina de la NCBA y confirmó que en efecto así era.

El comunicado describía con todo detalle por qué era importante que a su empresa se le concediesen los derechos de publicación en línea, dado que las tasas del resto de opciones de impresión y archivo privado eran demasiado costosas:

Le recordé que siendo una publicación y sitio web relacionados con los automóviles, considerábamos que sería una buena idea promocionar Trinidad y Tobago invitando a nuestros lectores a ver nuestros archivos en línea y, por tanto, nuestros álbumes en medios sociales, con la esperanza de atraer a un sector del turismo distinto a nuestros lectores habituales.

Ella contestó que, aunque entendía muy bien nuestro punto de vista y nos conocía por haber tramitado nuestras acreditaciones cada año, debía adoptar las medidas recibidas y nos sugirió que toda persona que desease hablar más sobre el tema podía hacerlo con el presidente de la NCBA.

El comunicado destacaba los puntos clave de la conversación y las preguntas que surgieron a raíz de ella:

• ¿Quién es la misteriosa persona u organización a la que la NCBA ha otorgado los derechos exclusivos sobre el contenido del Carnaval 2014?
• ¿Cuál es la tasa exacta que se está pagando a la NCBA por los derechos?
• ¿A quién exactamente protege/representa la NCBA?
• ¿Cuáles son los beneficios de los protegidos de la NCBA?
• ¿Puede la NCBA tener control sobre un portal totalmente independiente como Facebook o sobre internet en su totalidad?
• ¿Qué hay de los turistas o simples fotógrafos aficionados que busquen disfrutar del Carnaval de una forma no comercial?
• Si un fotógrado o medio tiene permiso directo de una banda o bandas, mediante una carta firmada o sellada por el director, para publicar su contenido en un lugar acordado, incluyendo medios impresos específicos, páginas web o medios sociales… ¿qué opina el NCC de conceder acreditaciones que indiquen que se tiene autorización para fotografiar el evento?

Narend Sooknarine, el fotógrafo resumió así su experiencia [15] [en]:

Indirectamente, parece que la acreditación de la Comisión actualmente no incluye todas las autorizaciones para todos los recintos, puesto que la NCBA no representas a muchas de las bandas más importantes y populares del conjunto del Carnaval.

Francamente, esto resulta poco razonable para la mayoría de fotógrafos que buscan «hacer lo correcto».

Mark Lyndersay, en un artículo posterior [16] [en], hizo una pregunta totalmente lógica:

Lo primero que se debe considerar es por qué existe una acreditación.
La única respuesta razonable es que existe una cantidad limitada de espacio disponible con buen acceso a las actuaciones del Carnaval.
Si ese es el motivo, existen diversos aspectos que deben ser examinados.

Su análisis apoya el testimonio de Abigail Hadeed de que las instalaciones son mediocres y de que el acceso es limitado:

En primer lugar, ¿por qué el espacio físico es tan limitado? De hecho, después de todo este tiempo, la zona de acceso de la mayoría de eventos del Carnaval cada vez es más pequeña y más inapropiada para los que hacemos fotos o vídeos, lo cual resulta extraño puesto que esto provoca que nuestra cobertura del Carnaval sea cada vez más aburrida y limitada.

También obliga a la gente a arriesgarse a hacer mejores fotos, aunque para ello tengan que desatender las reglas del escenario y las indicaciones de las autoridades.
Dada la naturaleza del festival, siempre habrá más gente que quiera hacer fotos del evento que espacio para disponerlos de forma cómoda.

Puesto que este grupo siempre será pequeño, ¿quién debe estar en él?
Es lógico que los medios profesionales deberían ser los primeros de la lista. Estos son los encargados de documentar públicamente el Carnaval, y su trabajo asegura que haya un archivo de la labor de los creadores del Carnaval cada año.

Lyndersay también reconoció el poder de los medios sociales diciendo:

Ahora existe una comunicación efectiva de los valores del festival más allá de los medios tradicionales. Existen blogueros, promotores de los medios sociales y documentalistas trabajando arduamente para comentar y grabar el festival de una forma que va más allá de lo que vemos en los medios locales.

Si alguien quiere extender el conocimiento del Carnaval de forma efectiva y con un buen público en línea, lo más probable es que lo haga por su propia cuenta. ¿Debe ser castigados mediante la imposición de unas tasas desmoralizantes o recompensados por su compromiso con el evento?

Y continuó:

La verdad es que estas tasas han arruinado la cobertura del Carnaval. Imponer unas tasas tan considerables a la gente que documenta el Carnaval puede parecerle una buena idea a la gente que percibe este dinero (sin duda una nimiedad para los líderes de las bandas que lo han exigido), pero han creado unos valores con un mínimo común denominador entre aquellos que producen dichas publicaciones y emisiones.

Ya no hay lugar para la reflexión, el análisis intelectual o la creación atrevida de imágenes en dichos documentos. Tienen que asegurarse de amortizar su inversión, y ahora tenemos «revistas» de Carnaval con imágenes a toda portada de mujeres semidesnudas y poco más. Estos documentos tienen que recuperar su dinero, incluidas las tasas previamente recaudadas en el dudoso nombre de los derechos de autor, y los resultados llevan siendo pésimos desde hace una década.

Incluso si se eliminaran las tasas este año, llevaría décadas volver a la cumbre de esos registros del Carnaval.

Ambos fotógrafos moderaron sus críticas con propuestas tangibles para mejorar. Hadeed opinó [13] [en] que «un diálogo abierto entre los accionistas y los fotógrafos es absolutamente necesario»:

Desafortunadamente, a menos que existan unas reglas claramente definidas de lo que debería proporcionarse mediante la acreditación, además de algún tipo de formación para los miembros que controlan los puntos otorgados, los fotógrafos siempre estarán expuestos a la hostilidad de los trabajadores de la NCBA, Pan Trinbago, etc. Independientemente de si se posee un pase o no, los equipos de vídeo tienen preferencia, mientras que los fotógrafos se ven continuamente empujados, codeados y golpeados a voluntad por los oficiales, que descargan su ira en ellos como si su cargo les conviertese en guardianes del festival.

Pedí a las organizaciones responsables de la acreditación que se hiciesen responsables de sus decisiones invitando a todos los accionistas a dialogar y buscar soluciones responsables para tratar la variedad y amplitud de asuntos existentes.

Lyndersay planteó [16] [en] diversas formas de modernizar el proceso:

Disminuir las restricciones del acceso oficial al Carnaval con el objetivo de hacer llegar el archivo a público general. Esto solo puede hacer que mejore el Carnaval y traer a más visitantes que desembolsarán dinero en Trinidad y Tobago.

Reconocer la importancia que los documentalistas y los profesionales de los medios sociales tienen a la hora de centrar la atención en el festival, especialmente la de aquellos aspectos que se están perdiendo debido a una falta de atención.

Mejorar las instalaciones. Mejorar el ángulo de visión y planear con antelación la cobertura visual del evento satisfaría a más fotógrafos y esto resultaría en mejores fotos del Carnaval 2014.

Garantizar que los fotógrafos acreditados tengan la oportunidad de llevar a cabo la tarea que han venido a realizar. Nosotros no venimos a festejar. Controlar los escenarios con una normativa clara o dejar que reine el caos.

Eliminar las tasas de publicación documental impresa y en vídeo para los productores locales. Lo que ha sucedido desde que fueron impuestas ha costado mucho más que lo que han recaudado.

Pero, ¿se llevará a cabo alguna de estas mejoras? Según Lyndersay [11] [en], las autoridades han ido dando pasos en la dirección equivocada [17] [en] durante décadas:

A medida que todo lo relacionado con el Carnaval se vuelve menor y más incisivo, comienza a parecerse cada vez más a una espada que clavamos inexorablemente en nuestro futuro creativo.

Un régimen efectivo de derechos de autor para el Carnaval requerirá trabajar para obtener las debidas recompensas, pero todo el mundo hace cola ante el abrevadero para devorar dinero mucho más fácil, aunque se trate de unas míseras migajas.

La imagen en miniatura de este post es propiedad de Nicholas Laughlin, utilizada bajo la licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 2.0 Genérica [18] de Creative Commons.
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