Estados Unidos aplicó sanciones a otro grupo de élite ruso esta semana. Bajo las órdenes del presidente Obama, el Departamento del Tesoro de EE.UU. añadió [en] a dieciséis funcionarios rusos que forman parte del «círculo íntimo del líder» y al Banco Rossiya en una lista que ya tenía [en] once personas acusadas de «contribuir con la crisis en Ucrania” (el 17 de marzo de 2014, la Unión Europea también [ru] impuso sanciones contra veintiún rusos y ucranianos en conexión con el Kremlin y el destituido régimen de Yanukovich).
Las nuevas sanciones, como indican las palabras del Departamento del Tesoro, se centran en las personas que tienen supuestamente mayor influencia sobre Vladimir Putin. En especial los cuatro magnates de los negocios nombrados por la Casa Blanca forman parte del «grupo íntimo» y aparecen con regularidad como antagonistas en los informes anticorrupción del bloguero actualmente en prisión, Alexey Navalny (ver el artículo de GV de Andrey Tselikov sobre el tema). Al aumentar las sanciones contra los hombres más ricos y poderosos de Rusia, el gobierno de Estados Unidos intenta enviar el mensaje de que las «provocaciones del Kremlin en Ucrania» tendrán «costos».
La gran mayoría de los rusos no se ven afectados por las medidas disciplinarias de Occidente. Aunque muchos de los que integran la oposición liberal rusa se pronuncian a favor de las medidas adoptadas por Washington contra el «círculo íntimo» de Putin, la mayoría es cautelosa y advierte en contra de medidas que podrían afectar al país en su totalidad. Navalny se opone [en] a penalidades mayores que podrían «empeorar la situación de nuestro pueblo». Los pedidos a países extranjeros de sanciones e intervenciones en asuntos internos fueron muy debatidos entre los políticos de la oposición rusa. Ya antes, liberales como Garry Kasparov y Boris Nemtsov hicieron lobby [en] en favor de la lista Magnitsky, otra lista negra contra las élites rusas, que se proponía «penalizar» el comportamiento del Kremlin.
A diferencia de Vladimir Putin, las personas que figuran en la lista de Estados Unidos no despertaron el amor del pueblo ruso. Muchos rusos probablemente no tengan idea de quiénes son, o desconfían del «círculo íntimo», en principio, por la riqueza y los altos cargos que detentan. Es probable que la Administración Obama esperara la solidaridad del pueblo ruso y que las sanciones de Estados Unidos se interpretaran como un golpe a la autocracia rusa y no al pueblo ruso.
Hasta el momento, pareciera que la respuesta occidental a la anexión de Crimea solo reforzó el entusiasmo patriótico ruso. Apenas Obama anunció las nuevas sanciones, los dueños de locales comerciales en Rusia empezaron a poner en las puertas letreros humorísticos [ru] prohibiendo la entrada al presidente de Estados Unidos. Los usuarios de Internet rápidamente empezaron a publicar fotografías de estos letreros, y más tarde otras personas agregaron mensajes caseros para Obama, prohibiéndole entrar a sus dormitorios, cafeterías, etc. Muchos de estos carteles eran intencionalmente absurdos, lo que sugiere que sus autores se burlaban de la sanción de Obama, y otros eran abiertamente racistas [ru], lo que da a entender que lo absurdo es antiestadounidense.
Si Occidente pretende influir en la opinión pública rusa, el intento de presionar a Putin puede enfrentarse a desafíos peores que los sarcásticos memes de Internet. El 20 de marzo, la agencia nacional electoral (WCIOM) reveló que las acciones de Rusia en Crimea habían llevado los niveles de aprobación de Putin al punto más alto de los últimos cinco años [ru] en toda la nación y también en Moscú y San Petersburgo, donde la oposición anti Kremlin es mayor (recientes encuestas realizadas por Levada Center y el nuevo grupo sociológico [ru] de Navalny, organizaciones menos amigables con el gobierno ruso, muestran un aumento similar en la popularidad de Putin).
¿Seguirá Occidente aplicando sanciones contra Rusia? Ciertamente, el presidente Obama en su discurso del 20 de marzo amenazó con otra serie de penalidades que «podrían ser perturbadoras para toda la economía en general”. En otras palabras, el pueblo ruso podría sentir el impacto de esas sanciones y presionar el compromiso patriótico de la élite gobernante.
En una publicación [ru] de Facebook del 15 de marzo, el columnista conservador Maxim Kononenko imaginaba un oscuro escenario y les preguntaba a los lectores cómo responderían a un aislamiento internacional. Como era de esperar, dado su apoyo permanente al gobierno, Kononenko planteaba que sanciones más severas podrían poner fin a la fuga de capitales rusa, forzando a los consumidores y productores del país a comprar e invertir dentro de su propio país. “Honestamente, a medida que avanzan las cosas, más pienso que Putin hizo todo esto [en Ucrania] solo porque ya había perdido toda esperanza de que los rusos hicieran algo por ellos mismos, en vez de invertir siempre fuera del país”.
La publicación de Kononenko obtuvo 365 “me gusta”, se compartió 58 veces y tiene más de 400 comentarios, donde la mayoría apoyaba la idea del «desarrollo a través del aislamiento”. No todos estaban de acuerdo, por supuesto. Por ejemplo, Nikolay Balmasov, un emprendedor que vive en Moscú, comentó: “Ya vivimos detrás de la cortina de hierro una vez y fue suficiente. Vivir aislado del mundo, solo con la amistad de Corea del Norte… quédese usted solo a vivir en esa porquería”.