El 26 de marzo de 2014 será un día histórico para Paraguay. El país vivirá su primera huelga general en dos décadas. Unidos en un frente común, trabajadores, campesinos, sindicatos de profesores y estudiantes someterán a Horacio Cartes a su primera prueba como presidente a solo ocho meses de asumir el cargo.
La recién aprobada ley de alianza público-privada, la continua violencia contra los campesinos y el alza de las tarifas del transporte público, son algunas de las razones por las cuales los ciudadanos organizados han decidido expresar sus demandas en la calle. Pese a sus intentos por detener la inminente huelga con un aumento de 10% del salario mínimo, Cartes no ha podido reducir el descontento que crece en la población. Algunos lo ven como un neoliberal acérrimo que no hará más que perjudicar a los mas desfavorecidos con sus políticas.
Las demandas son diversas, pero todas atañen a problemas de justicia social y bienestar. Los trabajadores exigen un control de precios de artículos básicos de alimentación, el aumento del sueldo mínimo en un 25% y respeto a los derechos sindicales. Por su parte, los campesinos exigen la anhelada reforma agraria y el fin de la represión cotidiana que sufren por protestar contra el modelo de producción de monocultivos. En lo que va del período democrático, 130 personas han resultado muertas a causa de la lucha por tierras en las zonas rurales. Los campesinos también piden la liberación de cinco de los suyos que están en huelga de hambre. Los campesinos en huelga de hambre han sido acusados sin muchas pruebas convincentes de participar en el asesinato de once agricultores y seis policías durante un operativo de desalojo en el 2012 en Curuguaty.
Profesores y estudiantes secundarios y universitarios también se han plegado a la huelga. Los primeros se movilizan por educación gratuita y de calidad. Los segundos exigen una mayor supervisión y distribución de los recursos destinados a la educación, la reducción de las tarifas de autobús y la supresión de los aranceles universitarios.
Los paraguayos han comenzado a utilizar la etiqueta #26M para tuitear acerca de la huelga.
Entretanto, los artistas han expresado su solidaridad con los huelguistas organizando un festival musical y enviando mensajes de apoyo:
El presidente Cartes y su círculo cercano de aliados han expresado su rechazo, diciendo que la huelga daña la imagen internacional de Paraguay justamente en el momento en que más se necesita la inversión directa extranjera. Es más, afirman que la huelga general se ha “politizado”, aludiendo al rol que desempeñan en ella los partidos opositores como el Frente Guasú.
Sin embargo, sus opiniones han sido ignoradas por la ciudadanía. Las acusaciones del ministro del interior de que existen planes para desestabilizar al gobierno han demostrado carecer de sustento hasta ahora. La prueba más convincente – una grabación en la que dos hombres anónimos hablan de cómo sembrar el caos durante la huelga, e incluso de realizar un nuevo «Marzo Paraguayo» [en] – ha sido descartada luego de que los involucrados en la conversación salieron al paso para explicar que la grabación había sido ensayada y posteriormente editada.
En su columna semanal en el periódico Ultima Hora, el periodista Luis Bareiro resume su opinión respecto a la reacción del gobierno a la huelga:
No sé si es su esencia de patrón, pero hasta ahora lo único que mostró Cartes con relación a la huelga es irritación y una notable torpeza»
Las organizaciones ciudadanas señalan que si hay alguien que pone en vergüenza la imagen de Paraguay en el escenario mundial, ése es el propio Cartes. Durante el fin de semana, el diario brasileño Gazeta do Povo [pt] y El Tiempo de Colombia publicaron una serie de informes de investigación que culpan a las empresas del presidente del contrabando de cigarrillos a gran escala existente en América Latina. Según los informes, esto sirve para que organizaciones criminales, incluyendo las FARC, puedan realizar lavados de dinero.
Queda por ver si los huelguistas lograrán su cometido. Lo que sí está claro por ahora es que Cartes, quien se encuentra entre la espada y la pared entre la situación interna y la imagen en el exterior, tendrá que volver a analizar sus maniobras si lo que quiere es un entorno de gobernabilidad para el resto de su mandato presidencial.