¿Y si no destruimos los libros piratas?

La problemática de la piratería de libros es común a muchos países latinoamericanos. Diego Ariel Vega escribió sobre el tema en Infotecarios, señalando que lo tradicional cuando se hace una requisa de libros piratas es quemarlos, pero él plantea algunas interrogantes:

¿Quiénes deberían ser los responsables de tomar la decisión? ¿Autoridades gubernamentales, editoriales, autores? ¿Se tiene en cuenta los derechos, opiniones y la decisión de los damnificados? ¿Existe legislaci¿ón adecuada? ¿Hay consenso o coincidencias en el tratamiento de estos casos en la región? ¿Es realmente la destrucción una solución a considerar? En mi opinión la opción de destruir los libros, por más piratas que sean (¡Nunca tires un libro! es una de las recomendaciones de la UNESCO) es algo que me hace bastante ruido, me recuerda imágenes desagradables y no me termina de cerrar.

Y luego añade:

Ahora, una vez que nos encontramos con material de origen ilegal que cumpla algunos requisitos básicos de calidad y contenido,  surgen otros interrogantes: ¿Es material apto para las bibliotecas y otras instituciones? ¿O  para alternativas no lucrativas como “Libros Libres”, “Bookcrossing”, etc. con sellos aclaratorios para aprovechar y  concientizar al respecto? ¿No pueden aprovecharse por ejemplo como donaciones para bibliotecas de bajos recursos, rurales, etc.? ¿No pueden ser utilizados para educar y ejemplificar la situación ejemplificando diferencias?

El debate queda abierto.

El post reseñado participó del primer #LunesDeBlogsGV el 5 de mayo del 2014.

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