Ha sido una dura estación seca [1] [eng] en Trinidad y Tobago [2], con alta incidencia de incendios forestales [3] [en] que han dejado sus huellas de laderas marchitas por todo el país.
Todavía, las joyas de la estación seca, los lapachos [4], rosados y amarillos, continúan brillando, ofreciendo una última explosión de esplendor mientras el país entero espera con ansias la llegada de las lluvias- y con ellas, el renacimiento de las montañas verdes – con la esperanza de que no sean tan fuertes como para causar la clase de inundaciones [5] que paralizaron [6] el país en el pasado.
En Trinidad y Tobago, el momento de la floración de los lapachos tiene tanta importancia cultural como la floración de los cerezos en Japón [7]. Los residentes a menudo se dirigen al Queen's Park Savannah [8] en Puerto España [9] a hacer picnics bajo los árboles, desplegando los manteles sobre una alfombra de flores caídas.
En Pascua [10], es tradición salir a volar cometas: el paisaje de cantidades de coloridas cometas bailando contra un fondo de lapachos es tan típico de Trinidad como los equipos de criquet [11] jugando partidos amistosos de fin de semana, alentados aparentemente por el balanceo de las ramas de lapacho.
Los lapachos florecen en las laderas por todo el país, en zonas rurales y urbanas. La fotografía de abajo, un lapacho amarillo que alberga una familia de bromelias [12], fue tomada en Matelot, una población de la costa noreste de Trinidad.
El imponente espectáculo de los lapachos en flor es un recordatorio anual de esperanza y renovación, lo más cercano a la primavera en el Caribe.